RELIGIOSIDAD Y FE

Ante todo, pido disculpas por el silencio de los seis últimos días. He estado en Italia presentando un libro mío que han editado en italiano. Se trata de "La ética de Cristo", publicado por le Edit. Citadella, de Asís. Han sido días de mucho trabajo, viajes, etc. No he podido escribir. Perdón por mi silencio.

Leyendo los comentarios, que se han escrito a propósito de las dificultades que plantea la fe, me parece que una de las raíces de la posible confusión está en que no siempre distinguimos correctamente que una cosa es la religiosidad y otra cosa es la fe. La religiosidad es un hecho cultural. La fe es una opción personal. La religiosidad comporta creencias, prácticas religiosas, normas, tradiciones, costumbres... Todo eso son elementos de una cultura determinada. Si yo hubiera nacido en un país musulmán, sin duda alguna habría asimilado la cultura islámica, con sus creencias, sus tradiciones, sus costumbres, sus normas. Todo eso se asimila y se integra en la persona por contagio cultural. De la misma manera que se asimila y se integra el lenguaje, los usos sobre alimentación, relaciones sociales, familia, etc.

La fe es otra cosa, que en muchos aspectos y cuestiones roza el hecho cultural de la religiosidad. Pero insisto en que el solo hecho cultural de la religiosidad no constituye, por sí solo, la fe. Cuando hablamos de la fe en Jesús - la fe de la que nos hablan los evangelios -, estamos hablando de una opción personal. Se trata de la opción que cada cual toma personalmente ante la persona de Jesús, ante su vida, sus enseñanzas y sus exigencias. En torno a esta fe se pueden elaborar especulaciones de orden teológico, filosófico, ético, etc. Pero lo determinante aquí es tener muy claro que la fe no es relación con una serie de verdades, que se aceptan como auténticas y verdaderas. La fe es relación con una persona, la persona de Jesús. Ahora bien, la relación con una persona no consiste en aceptar una "cultura", sino en aceptar una "forma de vivir". La forma de vivir que sabemos llevó Jesús: sus preferencias, sus preocupaciones, sus intereses, su manera de entender la vida, las relaciones humanas, la relación con el Padre del cielo...

Esto quiere decir que la fe no es una mera "decisión" (acto de voluntad). La fe es una "convicción". Y sabemos que la convicción se caracteriza por el hecho de que se traduce en una forma de conducta: el que está convencido de una cosa, hace esa cosa. Y si no la hace, es que no está convencido. El que está convencido de que tiene que quitarse del tabaco, se quita. Y si no se quita, es que no está con vencido de eso. Puede tener deseos, propósitos, proyectos..., pero no tiene la convicción. Por eso, toda convicción se traduce en unos hábtos de vida. Lo cual quiere decir que la autenticidad de la fe se comprueba y se mide por los hábitos de vida que genera. Esto es capital para entender lo que es la fe.

Por otra parte, nunca deberíamos olvidar que, si es cierto lo que nos dicen los evangelios, Jesús fue un judío que asumió una forma de vida "contra-cultural". Es decir, Jesús no se acomodó a los usos y costumbres de la cultura de su pueblo y de su tiempo. Asumió los usos y costumbres que asume todo ciudadano de una cultura. Pero re-interpretó y vivió aquella cultura, no es función de la religiosidad establecida, sino en función de lo que necesitaba aquel pueblo pobre, machacado por el poder (sobre todo, por el poder religioso), oprimido por el yugo de la Ley religiosa y del poder político. Por eso, la vida de Jesús fue la vida de un "judío marginal", como lo ha definido el estudio monumental de J. P. Meier.

Insisten algunos comentarios en que la fe es un don de Dios. Tal forma de hablar es correcta, con tal que se entienda bien. Porque se presta a que haya quien diga: "A mí, Dios no me ha dado ese don". Y entonces, el responsable de las increencias sería Dios, cosa disparatada.

Hay quien insiste en que el cristianismo no se reduce a una ética. Por supuesto, eso es cierto. Pero tan cierto como eso es que, donde la forma de vida de Jesús no es nuestra forma de vida, no puede haber fe en Jesús. Esto es capital.

Termino ya hoy. En la Iglesia estamos demasiada gente que hemos integrado la religiosidad cristiana, pero no hemos asumido la fe cristiana. Porque no hemos hecho nuestras las convicciones contra-culturales que nos presenta Jesús en su Evangelio. Hemos asimilado la cultura del consumo, la cultura del bienestar, de la abundancia, del honor y el poder...., todo eso. Pero la cultura de "los últimos", de los mal vistos por la religión..., las gentes que fueron los amigos de Jesús, eso no nos entra en la cabeza. Lo que da pie para que todos nos preguntemos: ¿Dónde está nuestra fe?
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