La Amazonia y sus retos

-Para avanzar en sinodalidad-

La Amazonia y sus retos.

 El Sínodo de la Amazonia ha supuesto un verdadero test de fidelidad para muchos cristianos. Para uno es un kairós, para otros una  amenaza. Como siempre. Los dispuestos a afrontar los cambios y los signos  de los tiempos sin miedos paralizantes y los de siempre que no quieren moverse de lo de siempre. Lo sabíamos antes de comenzar. El conflicto de las “Pacha Mamma”, no ha sido otra cosa que la escenificación de estas posturas encontradas. ¡Con los grandes temas que hay que abordar!

 Ya se ha producido un cambio de mentalidad muy  significativo que puede considerarse uno de los grandes logros. La iglesia se ha atrevido a pensar desde la periferia. Porque la imagen que damos de Dios a los hombres no es la misma  cuando lo hacemos desde el centro que desde las periferias, desde el Vaticano que desde la Amazonia. Es  el comienzo para cambiar mentalidades y abandonar estatus clericales y episcopales y entrar en la dinámica del “pastor con olor a oveja”, que tanto les disgusta a algunos príncipes. Es tiempo de participación, de sinodalidad, de escucha sin prejuicios a todos y de todo para no caer en la sordera interesada de quien escucha solo lo que quiere oír. Los pocos fieles que aún quedan tienen mucho que decir en estos tiempos si queremos oírlos. La iglesia no se puede reducir al Vaticano ni a las sedes episcopales sino que tiene que abrirse, como un tsunami, a toda la diversidad eclesial con un corazón inclusivo. ¿Cómo no van a tener nada que decir interesante las iglesias  locales? La iglesia necesita ser envangelizada por las periferias y los pueblos más diversos. Hemos dicho siempre que los pobres nos evangelizan. Dejemos que deje de ser una frase bonita para convertirse en una gozosa realidad.

Sin duda, estamos percibiendo que el espíritu reformador del papa Francisco va tomando cuerpo en pequeños gestos y actitudes que están poniendo nerviosos a  los del pleistoceno. El Concilio Vaticano II quiere abrirse paso, por fin. Parece urgente salir al encuentro de todos con las actitudes de Jesús. Y si digo de todos, es de todos. Ha pasado el tiempo del clericalismo exacerbado y paralizante y está llegando el tiempo de la participación y la sinodalidad abierta y sin fronteras. Convertirse hoy significa cambiar mentalidades y prejuicios y abrirse a la novedad del Reino que llega. Los golpes de pecho han de ser golpes de mentalidad para ver lo que todos ven menos la iglesia estancada.

 “Una Iglesia misionera en salida nos exige una conversión pastoral. Para la Amazonía este caminar supone también “navegar”, por nuestros ríos, nuestros lagos, entre nuestra gente. En la Amazonía el agua nos une, no nos separa. Nuestra conversión pastoral será samaritana, en diálogo, acompañando personas con rostros concretos de indígenas, de campesinos, de afrodescendientes y migrantes, de jóvenes, de habitantes de las ciudades. Todo ello supondrá una espiritualidad de la escucha y el anuncio.”

Las decenas de miles de  personas que han hecho posible el Sínodo de la Amazonia nos hacen una llamada apremiante a dejar nuestros castillos de invierno y salir al frente de la batalla de la modernidad.  Que hemos de cambiar, todos lo sabemos y que hemos de hacerlo desde las aportaciones de todos, nos vamos convenciendo cada vez más. Necesitamos entrar, cuanto antes, en el santuario de la experiencia sinodal, del diálogo y el consenso porque los retos pastorales y eclesiales que tenemos son cada día más abrumadores. La fe es comunitaria y las respuestas a los retos a la experiencia de fe no pueden ser individuales. Es tiempo de ministerialidad y profecía. La fe no es para mantener la institución sino para alimentar al pueblo de Dios y ponerlo en camino. Es tiempo de oír mucho.

Y entre los retos han aparecido el de los Viri probati”, de cara a ordenar hombres casados  y competentes, valorados y presentados por las comunidades, con diaconado probado  y con una familia legítima  y permanente, que puedan ayudar a promover, sostener y anunciar la fe. Al fin y al cabo, es un tema que no afecta al depósito de la fe sino que es una cuestión puramente disciplinaria de la iglesia que puede revisar cuando lo vea necesario. Bastaría una dispensa del papa para  que pudiera hacerse realidad.

Otro reto es, sin duda, el papel ministerial de las mujeres, que en muchos lugares es ya una gozosa realidad. El sínodo  de la Amazonia pide que sea creado el ministerio instituido de la mujer.  Es un tema que pone de frente a muchos creyentes, en unos casos por falta de formación y en otros por vivir una fe muy estrecha y al margen de los signos de los tiempos. Una cuestión, a mi entender, que hace tiempo que debería haberse abordado y aprobado; de hecho algunas iglesias cristianas hermanas ya tienen esto asumido con toda normalidad. La Iglesia Católica siempre va a remolque de los tiempos. Vivimos un momento muy decisivo y clave en la historia de la humanidad que no podemos dejar pasar con pena  y sin gloria. O somos una iglesia ministerial en todas sus instancias o seguiremos siendo una iglesia clerical de príncipes y alzacuellos. El Sínodo ha servido también para apreciar la inmensa riqueza que puede aportarnos la iglesia latinoamericana. A la vista está.

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