La deserción en las filas católicas.

 Una reflexión necesaria

 El pasado mes de diciembre he tenido la dicha de asistir en la universidad de Tucson (Arizona) a la representación de “Jesus  Christ Superstar”, escrita por Tim Rice, dirigida por Timothy  Sheader y con música de Andrew Lloyd Webber.   Eran los actores principales Aaron  LaVigne, que hacía el papel de   Jesucristo y  James Delisco Beeks,  de Judas. Con una orquesta en directo dirigida por  John Miller  y 28 actores en escena, grandes profesionales de Broadway, que hicieron de la obra un verdadero disfrute para todos. Yo diría  un gran acontecimiento  de evangelización. La  inmensa sala, del paraninfo de la Universidad de Tucson, una de las más importantes universidades de Norteamérica, estaba a rebosar.

Salí convencido de que estas obras llegan más a la gente y evangelizan más que muchos sermones y libros que cada día menos la gente escucha y lee. Estoy convencido de que tenemos que buscar nuevos cauces de evangelización para la transmisión de la fe. Los padres han renunciado a esta tarea y  la laicidad del Estado pondrá cada día más dificultades para la transmisión de la fe. De hecho, ya va a ser suprimida la asignatura de Religión como evaluable. O la iglesia pone a trabajar su imaginación o será muy difícil que la fe llegue a las nuevas generaciones.

 No hace mucho tiempo estuve viendo también, en Madrid, el Musical 33, del creador Toño Casado y me pareció algo verdaderamente interesante y convocante. Iniciativas así hemos de promocionar para que la gente se cuestione sobre la figura de Jesús y su programa de vida. No en vano en el Siglo de Oro, los Autos sacramentales fueron cauces muy valiosos para acercar a la gente al mensaje evangélico, sobre todo con la temática preferentemente eucarística, hasta que fueron prohibidos en 1765.

Nuestras iglesias tienen  que abrirse  a la realidad de las nuevas formas de evangelización sin tantas precauciones ni miedos absurdos. Hay buenos cantautores católicos que son capaces de transmitir con sus actuaciones la fuerza y la firmeza de la fe y apenas contamos con ellos para esa misión, aún sabiendo que nosotros no podemos hacerlo como ellos. Hay quienes todavía se empeñan en hacer de sus parroquias cortijos privados y cerrados donde solo cabe la espiritualidad de las antífonas y del sagrado corazón de Jesús, sin posibilidad de otras propuestas que convoquen y atraigan más a las gentes y, sobre todo, a los jóvenes. Escenificaciones, conciertos, conferencias, películas, recitaciones, cinefórums, coloquios con personas preparadas, presentación de libros de interés, documentales…. En definitiva algo más que lo de siempre.

¿A qué se ha reducido la invitación del papa Francisco para que hagamos lío?

 Me temo que si no somos capaces de reaccionar, en medio de este mundo de tantos estímulos, con propuestas interesantes y novedosas, perderemos la batalla de la originalidad que tanta falta nos hace. Seguimos manteniendo una pastoral y espiritualidad rancias y sin gancho alguno. Hoy de lo que no se habla es porque no existe.  La situación  de deserción de las filas católicas alcanza ya cifras alarmantes. Sobre este tema publicaré en la Editorial “La nueva Economía social”, un libro, que espero sea interpelante, y que pretende abordar las causas de esta deserción tan preocupante”: “Fe, ¿quo vadis?” No podemos cruzarnos de brazos.

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