Ben-Hur y las elecciones

Frente a la competición entre candidatos parecida a la carrera de aurigas, Alguien hace campaña de otro modo

Es casi infalible que cada año al llegar Semana Santa, alguna cadena de televisión programe la película Ben Hur,  por aquello de que cuenta una historia en la que salen romanos, judíos y cristianos.  Pero a lo que voy es a que en estos dos mesecitos de elecciones que estamos viviendo, la competición entre candidatos se parece a ratos a la carrera de aurigas de la película: cada político encaramado en su carro, arreando con el látigo a los otros aurigas, tratando de cortarles el paso, de derribarlos si puede y luchando encarnizadamente por llegar el primero.

Con esa algarabía de fondo, los cristianos hemos escuchado el Jueves Santo en el himno de Filipenses el itinerario descendente del Hijo del hombre: “no hizo alarde”, “se vació, “tomó la condición de esclavo”, “se sometió”… Bajó  hasta lo más profundo de la existencia humana y se hundió en el silencio. La búsqueda de triunfo, honores, poder o fama no pertenecía a su “programa”, ni era el afán de su vida. No había venido a reclamar votos sino a entregar amor; no le interesaba vencer a sus oponentes sino tenderles la mano. Fue el Vaciado, el Desfondado, el Quebrantado, el Hundido. Borraron su nombre de la lista de los vivos, los triunfadores, los competidores, y pusieron una losa encima de su recuerdo.

No lo consiguieron. Sigue vivo entre nosotros y a cada uno nos toca ahora “votarle” a él, marcar la casilla de su Nombre en nuestra papeleta vital y elegirle de nuevo como el Primero en nuestra vida.

21 RS,  Abril 2019

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