El Papa recuerda a las víctimas de la trata y los abusos en un intenso Via Crucis "La Iglesia se siente continuamente atacada, desde dentro y desde fuera"

El Papa presidió un emocionante Via Crucis por las víctimas de la trata en el Coliseo
El Papa presidió un emocionante Via Crucis por las víctimas de la trata en el Coliseo Osservatore Romano

Francisco clama contra "nuestras hipocresías, nuestras traiciones y nuestras numerosas promesas rotas"

Sor Eugenia Bonetti: "Mientras los gobiernos discuten, encerrados en los palacios del poder el Sáhara está lleno de esqueletos de personas que no han resistido la fatiga, el hambre, la sed y el mar se ha convertido en una tumba de agua"

Lee aquí las meditaciones del Via Crucis 2019

“Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu cruz todas las cruces del mundo”, clamó el Papa al término de un emocionante Via Crucis que tuvo como protagonistas a todos los descartados por los poderosos: las víctimas de la trata, los menores explotados, las mujeres prostituidas, los inmigrantes y refugiados...

En su oración final, Bergoglio clamó por “la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor”, la de las personas “sedientas de justicia y paz”, la de “los migrantes, que encuentran las puertas cerradas por el miedo y los corazones blindados por cálculos políticos”.

Pero, también, “la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza”, y la de los consagrados que, “en el camino, han olvidado su primer amor”.

“La cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas”, prosiguió Francisco, quien no olvidó a la propia Iglesia, “que se siente continuamente atacada, desde dentro y desde fuera”, en una nada velada referencia a los continuos movimientos de los sectores ultraconservadores. El último, el del mismísimo Benedicto XVI.

Francisco, en el Via Crucis

"Ante todos los ataúdes sin nombre, ante el llanto de tantas madres

"Oremos juntos: ante los sufrimientos de los demás, ante todos los ataúdes sin nombre. ante el llanto de tantas madres". En la decimotercera estación, las lágrimas por los infinitos naufragios, que siguen llenando el mar Mediterráneo, con 26 féretros de mujeres nigerianas, aún calientes, aún sin identificar.
Menores explotados, mujeres forzadas a prostituirse, redes de migrantes y refugiados que huyen del odio y de la guerra... Estos fueron algunos de los protagonistas del Via Crucis que el Papa Francisco presidió esta noche en el Coliseo. Unas meditaciones que, en esta ocasión, corrieron a cargo de sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata y directora de 'Slaves no more'.
El intenso y emocionante recorrido alrededor del lugar donde miles de cristianos fueron martitizados en los primeros siglos, también sirvió para homenajear a las 26 jóvenes nigerianos ahogados en el mar, y por el pequeño Favour, de 9 meses, que perdió a sus padres en uno de tantos naufragios.

Via Crucis en el Coliseo

Un camino que concluyó Francisco con la siguiente oración, de su puño y letra:

Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu cruz todas las cruces del mundo. La cruz de las personas hambrientas, de pan y de amor. La cruz de las personas solas y abandonadas, incluso por sus propios hijos y parientes La cruz de las personas sedientas de justicia y paz La cruz de las peronas que no tienen el consuelo de la fe lLa cruz de los ancianos, que viven bajo el peso de los años y la soledad La cruz de los migrantes que encuentran las puertas cerradas por el miedo y los corazones blindados por cálculos políticos La cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza La cruz de la humanidad, que vata en la oscuridad de la incertidumbre y de la cultura de lo momentáneo La cruz de familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno, o por la ligereza y el egoismo asesinos; La cruz de los consagrados, que buscan incansablemente llevar tu luz en el mundo, y se sienten rechazados, heridos y humillados La cruz de personas consagradas que, en el camino, han olvidado su primer amor; La cruz de tus hijos que, creyendo en ti e intentando vivir según tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familias y sus compañeros; lLa cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas; la cruz de tu iglesia que, fiel a tu evangelio, lucha por llevar tu amor incluso entre los bautizados; la cruz de la Iglesia, tu esposa, que se siente continuamente atacada desde dentro y desde fuera; la cruz de nuestra casa común que se marchita seriamente ante nuestros ojos egoístas, cegados por la codicia y el poder. Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte. Amén!

"Con Cristo y con las mujeres en el camino de la cruz" fue el deseo cumplido de la religiosa, que desgranó a través de 14 estaciones Las siguientes: 

Que todos los responsables escuchen el grito de los pobres

En la primera estación, la figura de Poncio Pilato inspira la oración "por los responsables, para que escuchen el grito de los pobres" y "de todos aquellos jóvenes que, de diversas maneras, son condenados a muerte por la indiferencia generada por políticas exclusivas y egoístas".

En Jesús que toma la cruz, en cambio, está la invitación a reconocer "los nuevos crucificados de hoy: los sin techo, los jóvenes sin esperanza, sin trabajo y sin perspectivas, los inmigrantes obligados a vivir en chabolas al margen de nuestra sociedad, después de haber enfrentado sufrimientos sin precedentes". Pero el pensamiento se dirige también a los niños "discriminados por su origen, el color de su piel o su clase social". Ante todo esto, el ejemplo a seguir es el de Cristo que habló de servicio, perdón, renuncia y sufrimiento, manifestando en su vida "el amor verdadero y desinteresado al prójimo".

El Papa, con la alcaldesa de Roma y sor Eugenia

Ya no sabemos reconocer quién está necesitado

En las estaciones de Jesús hacia el Calvario, sor Eugenia Bonetti reconoce los diversos episodios de los cuales ha sido testigo; en el encuentro con María, entrevé "demasiadas madres que han dejado salir a sus jóvenes hijas hacia Europa con la esperanza de ayudar a sus familias en la extrema pobreza, mientras que ellas han encontrado humillación, desprecio y a veces incluso la muerte"; en Jesús que cae por primera vez, la fragilidad y la debilidad humana son el punto de partida para recordar a los samaritanos de hoy que se inclinan "con amor y compasión sobre las muchas heridas físicas y morales de aquellos que cada noche viven el miedo a la oscuridad, la soledad y la indiferencia".

El Papa presidió el Via Crucis

"Desgraciadamente, muchas veces hoy ya no sabemos reconocer quién está necesitado, quién está herido y humillado - escribe la religiosa de la Consolata - a menudo reivindicamos nuestros derechos e intereses, pero olvidamos los de los pobres y los últimos de la fila. Es entonces cuando debemos pedir a Dios que nos ayude a amar y a no ser insensibles a las lágrimas, al sufrimiento y al grito de dolor de los demás.

Menores, migrantes y víctimas de la trata con Jesús en el Calvario

Y cómo no ver en el Vía Crucis a los muchos "niños, en diversas partes del mundo, que no pueden ir a la escuela", "explotados en minas, campos, en la pesca, vendidos y comprados por traficantes de carne humana, para trasplantes de órganos, así como utilizados y explotados... por muchos, incluso cristianos".

Son menores "privados del derecho a una infancia feliz", "criaturas utilizadas como mercancías baratas, vendidas y compradas a voluntad". Pero en el centro de las meditaciones de la Hermana Eugenia Bonetti, que lucha desde hace años contra el tráfico de seres humanos, hay migrantes y víctimas de la trata.

El Papa, ora en el Palatino

De ahí, su llamado a "crecer en la conciencia de que todos somos responsables del problema" y de que todos podemos y debemos ser parte de la solución, el cual se lee en la octava estación, "Jesús se encuentra con las mujeres".

Y sobre todo, sor Bonetti hace hincapié en que las mujeres "deben desafiar el coraje, saber ver y actuar, considerar a los pobres, a los extranjeros, a los diferentes, no como un enemigo que hay que rechazar o combatir, sino como un hermano o hermana que hay que acoger y ayudar". 

La humillación de Cristo: la misma de las mujeres víctimas de la cultura del descarte

En la novena estación, Jesús, que cae por tercera vez, "exhausto y humillado bajo el peso de la cruz". Una imagen que evoca también a la humillación y cansancio de "tantas jóvenes, forzadas a salir a la calle por grupos de traficantes de esclavos, jóvenes que no soportan el esfuerzo y la humillación de ver su joven cuerpo manipulado, abusado, destruido, junto con sus sueños". Son el fruto de la cultura del descarte. Es la incómoda pregunta de Dios: "¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está tu hermana?" - la cual debe "ayudar a compartir el sufrimiento y la humillación de tantas personas tratadas como residuos". 

El dinero, el bienestar y el poder: ídolos de todos los tiempos

La imagen del cuerpo despojado de Cristo, comparable a la de los menores, objeto de la compraventa, nos permite reflexionar sobre los ídolos de todos los tiempos: el dinero, la riqueza y el poder que han hecho que todo sea comprable.

Primeras estaciones del Vía Crucis

La "centralidad del ser humano, su dignidad, su belleza, su fuerza" ha desaparecido. Pero hay quienes todavía arriesgan su vida para salvar a otros, especialmente en el Mediterráneo, donde muchos han ayudado a "familias en busca de seguridad y oportunidades", a "seres humanos que huyen de la pobreza, de las dictaduras, de la corrupción, de la esclavitud", a todas las personas cuya belleza y riqueza deben ser redescubiertas, a "un don único e irrepetible de Dios para ponerlo al servicio de la sociedad en su conjunto y no para lograr intereses personales".

En la tumba de Cristo, muerte y resurrección, enseñanzas de vida 

La última estación, que conduce al sepulcro de Jesús, nos hace pensar en los "nuevos cementerios de hoy": el desierto y los mares, donde hoy moran eternamente "hombres, mujeres, niños que no pudimos o no quisimos salvar".

"Mientras los gobiernos discuten, encerrados en los palacios del poder - escribe la hermana Eugenia - el Sáhara está lleno de esqueletos de personas que no han resistido la fatiga, el hambre, la sed y el mar se ha convertido en una "tumba de agua". Y entonces la esperanza es que la muerte de Cristo pueda "dar a los líderes de las naciones y a los responsables de la legislación una conciencia de su papel en la defensa de cada persona creada a imagen y semejanza de Dios, y que su resurrección sea un faro de esperanza, de alegría, de vida nueva, de fraternidad, de acogida y de comunión entre los pueblos, las religiones y las leyes".

Potente imagen del Vía Crucis

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