Como Saulo, creen que "la religión es una ideología: ideología religiosa, social y política" Francisco denuncia a los “ideólogos” que “quieren la 'pureza' de la Iglesia” y acaban por “golpear al mismo Cristo

Francisco bendice a unos gemelos en la plaza de San Pedro
Francisco bendice a unos gemelos en la plaza de San Pedro

“Un hombre que quiere destruir la Iglesia, y que después será el instrumento de Dios para anunciar el Evangelio”

"¿Voy al encuentro de los demás, o sólo contra los demás? ¿Pertenezco a la Iglesia universal, o tengo una ideología selectiva? ¿Adoro a Dios, o adoro las fórmulas dogmáticas? La fe en Dios, ¿me hace amigo u hostil hacia quien es diferente a mí?"

Francisco hizo una pausa en los arduos trabajos del Sínodo de la Amazonía para presidir la audiencia pública de los miércoles. Ante decenas de miles de personas (especialmente ruidosos los de lengua española), el Papa habló de la figura de Saulo, después Pablo. “Un hombre que quiere destruir la Iglesia, y que después será el instrumento de Dios para anunciar el Evangelio”.

“Saulo va a la caza de los cristianos”, señaló el Papa, mirando a muchos de los asistentes a la audiencia, venidos de todos los rincones del mundo. “Vosotros, que venís algunos de pueblos perseguidos por las dictaduras, comprendéis bien qué significa dar caza a la gente. Así hacía Saulo, y lo hacía pensando que servía la ley del Señor”.

Soplos de muerte, no de vida

Un Saulo que “amenazaba siempre a los discípulos. En él hay un soplo de muerte, no de vida”. El joven Saulo, añadió Francisco, “es un intransigente, un intolerante hacia quien piensa diferente a él. Absolutiza la propia identidad política o religiosa, y lleva al otro a ser un enemigo a combatir. Para él, la religión era una ideología: ideología religiosa, social y política”. Algo muy común, también, en la Iglesia de hoy.

Una multitud saluda al Papa

Así actuaba el joven Saulo, creyendo que era lo que Dios quería. “Solo después de ser transformado por Cristo, enseñará que la verdadera batalla es contra el espíritu del Mal, y enseñará que no se deben combatir a las personas, sino al Mal que inspira sus acciones”, explicó.

Porque “Saulo era rabioso, conflictivo, nos invita a interrogarnos. ¿Cómo vivo mi vida de fe? ¿Voy al encuentro de los demás, o sólo contra los demás? ¿Pertenezco a la Iglesia universal, o tengo una ideología selectiva? ¿Adoro a Dios, o adoro las fórmulas dogmáticas? La fe en Dios, ¿me hace amigo u hostil hacia quien es diferente a mí?”. Muchas preguntas, muy actuales también hoy

"Golpear a un miembro de la Iglesia es golpear al mismo Cristo"

Todo cambia cuando Jesús se le aparece: “Saulo, ¿por qué me persigues?”. Y le recuerda que “golpear a un miembro de la Iglesia es golpear al mismo Cristo”. También hoy: “son ideólogos que quieren la 'pureza' de la Iglesia”.

Francisco toma mate en el jeep móvil

Tras el encuentro con Cristo, todo cambia, y se da “la 'resurrección' de Saulo a Pablo. Pablo recibe el bautismo” y comienza “una nueva vida, con una mirada nueva sobre Dios, sobre sí mismo y sobre los demás, que de enemigo se convierten en hermanos en Cristo”.

“Pidamos al Padre que nos haga experimentar el impacto de su amor que solo puede hacer de un corazón de piedra un corazón de carne, capaz de acoger en sí los mismos sentimientos de Cristo”, concluyó.

Los niños y el Papa saludan desde el jeep

Saludo en castellano

Queridos hermanos: 

Después del episodio de la lapidación de Esteban apareció la figura de un joven llamado Saulo, que aprobó la muerte de Esteban y, con la autorización del sumo sacerdote, perseguía a los cristianos, siendo intransigente con los que pensaban diferente a él. 

En el camino hacia Damasco, el Resucitado se manifestó a Saulo y le pidió cuentas de su furor fratricida, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Así, el Resucitado dejó claro que perseguir a un miembro de la Iglesia era hacerlo a Él mismo. 

Después de ese encuentro personal con Cristo, Saulo perdió la vista y pasó de ser un hombre fuerte e independiente a estar limitado y necesitado de los demás. De hecho, comenzó para él una transformación, como una “pascua personal” que va de la muerte a la vida: lo que antes estimaba gloria se transformó en “basura”, porque su verdadero tesoro ya era Cristo. 

Ananías bautizó a Saulo, y al imponerle las manos le devolvió la vista. El bautismo fue para Saulo el comienzo de una vida nueva, en la que se ve a sí mismo y a los demás según la mirada de Dios: los enemigos pasaron a ser amigos; y el ímpetu por perseguir a los que no pensaban como él, cambió en pasión por evangelizar, suscitando la fe en muchos corazones. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. A todos los invito a experimentar, como Saulo, el impacto del amor de Dios en nuestra vida, que transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, capaz de acoger los sentimientos de Cristo y hacerlos llegar a los que nos rodean. Que Dios los bendiga. 

Francisco, en la audiencia

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