"Los jóvenes no son un tema sino una realidad" Juan Bytton: "Con los Jóvenes hacia la sinodalidad misionera. Síntesis de una experiencia eclesial"

(Juan Bytton, SJ).- Llega el final de un mes de trabajo sinodal. Un mes intenso, en forma y en fondo. Y esta es una primerísima reflexión de lo vivido. Ya el instrumentum Laboris expresaba muy bien cuál era el objetivo del Sínodo: "como el Señor Jesús caminó con los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24,13-35), también la Iglesia está invitada a acompañar a todos los jóvenes, sin excluir a ninguno, hacia la alegría del amor" (n.1).

El tema que nos convocó era los jóvenes, y se fue re-descubriendo día a día, con la ayuda del Espíritu, que los jóvenes no son un tema sino una realidad; que no son objeto sino sujeto de una vida eclesial activa; que no son el futuro, sino el presente de la experiencia cristiana. Los jóvenes en aula y todo el trabajo pre-sinodal permitieron a la Asamblea trabajar con apertura y "parresía". El ícono bíblico que se escogió para hilvanar el documento final fue el pasaje de los discípulos de Emaús:

Caminar con..., abrir los ojos..., volvieron sin demora. Estos tres momentos de relación entre Jesús y los discípulos, han sido los tres momentos del Sínodo, del documento final y sin duda, de los pasos a seguir. Podemos decir que el documento ha sido el Sínodo mismo, el cual ha buscado reflejar lo reflexionado a la luz de la realidad del mundo - y en ella los jóvenes -, y de la fe en Jesucristo.

La vivencia sinodal ha ayudado a sentir el espíritu e ir descubriendo lo que Dios nos pide hoy desde la vida de los jóvenes. Fueron y son los jóvenes los que despiertan a la Iglesia, y le piden modos renovados de ser y hacer. Es por ello que la sinodalidad misionera empezó a ocupar un espacio muy especial. Así queda claro que son los jóvenes también los que hacen una Iglesia participativa y corresponsable. Hacer realidad esta metodología en las iglesias locales dependerá de cuanto integremos a los jóvenes en el mismo proceso.

La metodología ha sido la del discernimiento, que nos ha dejado sorprender por la novedad que cada uno y una traía. La novedad que se iba dando junto a las labores cotidianas en el aula: la convivencia diaria, el trabajo en grupos, los descansos, lo vivido en cada lugar de alojamiento. "Como cada creyente también la Iglesia está siempre en discernimiento", nos dice el documento final.

Los temas discutidos y reflejados en el documento, son los temas que tocan el corazón de los jóvenes hoy: El ambiente digital con sus ventajas y sus riesgos, los migrantes, los pobres, el cuerpo, la sexualidad, la iniciación cristiana, la política, la vida de la iglesia local, la educación y el llamado a la santidad, eje central de las conclusiones. El "arte del discernimiento" nos ha ayuda y ayudará a responder con fidelidad al "evangelio de la libertad" y su vivir en la Iglesia a lo largo de los siglos. En este proceso ocupa un lugar central el compromiso con los pobres, pues como señalaba uno de los padres sinodales, no se trata de integrar a los pobres en la vida de la Iglesia, sino que la Iglesia misma se integre en la vida de los pobres.

Asimismo, se levanta la voz frente a la urgencia de los migrantes, muchos de ellos jóvenes, que hace que los cuatro verbos dirigidos por el Papa Francisco como un apelo al mundo entero, sean ahora verbos sinodales: Acoger, proteger, promover, integrar. El valor teológico y pastoral de la escucha, hace de los jóvenes "un lugar teológico".

Por otro lado, la presencia del Papa ha sido crucial. Faltó a muy pocas sesiones, por compromisos ya asumidos. Su encuentro cotidiano y cercano con todos los participantes, hizo que el mismo Sínodo tenga ese aire de fraternidad y sinceridad. En este momento en que la Iglesia está pasando por no ligeras dificultades, el trágico tema de los abusos sexuales no quedó de lado. Se apuesta por una reforma en la formación de los seminarios, por un crecimiento sano de la integración de la sexualidad y la vocación.

La fragilidad abre la posibilidad a la conversión, y es eso lo que exige un caminar al lado de Jesús. El resucitado quiere caminar junto a los jóvenes, compartiendo toda su vida, como con los de Emaús. Hemos dado un paso más hacia el dinamismo que nos pide una Iglesia en salida. Es un nuevo Pentecostés porque reconocemos la acción renovadora del Espíritu. Hablamos de una fe hecha diaconía, porque solo el servicio hará creíble las palabras.

¿Qué queda por hacer de manera concreta? A mi parecer, llevar el Sínodo a las iglesias locales de 3 modos distintos: 1. Compartir lo vivido y hacer conocer el documento final; 2. Convocar Sínodos diocesanos con los jóvenes; 3. Retomar el camino de una Iglesia Sinodal.

En conclusión, hablamos de un tema: el ser y hacer Iglesia con los jóvenes; de una forma: la sinodalidad; y de un método: el discernimiento. Los jóvenes han ayudado a la Iglesia a caminar hacia una renovada sinodalidad misionera. Todos los miembros de la Iglesia son necesarios (1 Cor 12). Es el camino de la unidad a través de la diversidad, un mosaico de vidas que muestra la belleza de ser iglesia universal, que es y debe ser siempre la belleza del evangelio, capaz de superar todo obstáculo que impidan al ser humano a estar a la altura de su dignidad de hijo e hija de Dios.

Volver arriba