El próximo 12 de enero, marchan "sin billete de vuelta" a la selva amazónica peruana César y Mariela, matrimonio misionero: "No vamos a una aventura, sino a una misión compartida"

(Jesús Bastante).- César y Mariela son un joven matrimonio que el próximo 12 de enero, siguiendo el ideal del Evangelio y la propuesta de la familia dominicana, dejarán su vida en España y marcharán a Puerto Maldonado, una zona de la Amazonía peruana limítrofe con Brasil y Bolivia. "Sin billete de regreso", aunque "no vamos a una aventura, sino a una misión compartida".


¿Cómo surge esto? Sé que pertenecéis a la familia dominicana, que además empezáis ahora a celebrar el jubileo por los 800 años.

(M) Nos conocimos en una misión de los dominicos en Sepahua. Yo estaba llevaba trabajando en ella once años. César llegó para trabajar como voluntario en la radio. Y cuando nos planteamos casarnos, ya pensamos en volver a la misión cuando pudiéramos. Ahora ha surgido la necesidad y como lo habíamos planeado y nos necesitan, allí vamos.

¿Cómo se decide un cambio de vida tan grande? No deja de ser una aventura.

(C) Es un proyecto de vida y de pareja. Es lo que nos mueve a planteárnoslo en su momento. Nos hemos preparado, haciendo el curso de formación misionera, por ejemplo. Además de la experiencia. La de ella de once años, la mía de unos meses. La inquietud ya la teníamos desde hace tiempo. Damos el paso como proyecto de familia. Esto no tendría sentido sin el paraguas de los dominicos. Nos ofrecimos al provincial de España. No teníamos interés particular en ninguna de las zonas. Aunque profesionalmente sabíamos que podíamos aportar cada uno algo en los ámbitos de la selva.


¿Qué os vais a encontrar y qué podéis hacer? Me comentabais antes que la anterior experiencia era más reducida, estamos hablando de tres o cuatro mil personas y ahora os vais a un lugar donde creo que son cien mil.

(C) Los datos tampoco se pueden tomar muy en serio. Puerto Maldonado hace unos años tenía unos ochenta mil. Ahora por el tema del oro y la minería, sobretodo ilegal, informal, como llaman allí, la ciudad ha crecido hasta ser enorme. Nosotros venimos de una realidad de misión, sobretodo Mariela, mucho más pequeña. Ella además estuvo tres o cuatro años en una localidad muy chiquitita, Santa Rosa de Serjali. Su contacto con la civilización occidental era de unos treinta años.
Esta experiencia de misión que nos proponemos ahora no tiene nada que ver. Es un nuevo reto.


Hay un proyecto comunicativo con una radio y también educativo. ¿Los dos tenéis experiencia y tareas asignadas en ese campo? ¿A qué os vais a dedicar aparte de observar la realidad e intentar insertaros en ella?

(M) César va a trabajar en la radio de Puerto Maldonado, para elevar un poco el nivel. Y a mí me han propuesto para trabajar en el tema de la educación. De inserción de la educación bilingüe. Tengo la experiencia de haber trabajado en aulas múltiples de la zona y conozco un poco esa realidad educativa. La educación primaria en escuelas muy retiradas. En Sepahua trabajé en aulas con diferentes etnias donde ves el nivel que van trayendo. Esta experiencia la voy a aprovechar mucho para este nuevo trabajo que me están ofreciendo.


¿Cómo es la realidad que os vais a encontrar, supongo que os habréis documentado?

(M) Sabemos que es una realidad nueva, muy diferente. Lo que queremos en los primeros meses es conocer un poco cómo es el movimiento. Aparte del trabajo que vamos a realizar, tenemos pensado apoyar en las pastorales que hay ,en las comunidades que visitan los dominicos donde está todo ese problema del oro. Apoyar al máximo en lo que se pueda. Desde nuestra presencia personal, de nuestro trabajo y de todo lo que podamos realizar. Porque por mi experiencia en el campo de misión sé que todo lo que has aprendido a lo largo de tu vida en algún momento sale a flote porque lo necesitas. Te sorprende todo lo que puedes dar. Vamos con un cierto temor porque es algo nuevo y no sabemos qué nos encontraremos, pero vamos con todo el amor y el cariño que podamos dar y yo creo que eso va a ser nuestro principal pilar para salir adelante en todo lo que se nos presente.

(C) Yo creo que nunca se está suficientemente formado para ir de misión. Por eso el reto es bonito.


Estamos hablando de una experiencia a largo plazo. Es una salida sin billete de regreso.

(C) No sabemos lo que dará de sí la experiencia pero nuestra forma de ir en esta oportunidad tiene que ser dejando nuestras ataduras de aquí para entregarnos a la misión en la que hemos creído.

¿Cuál es el proceso de aceptación de la propia familia y de formación dentro de la familia dominicana?

(M) Cuando salí la primera vez para la Selva de Perú, mi mamá tardó cuatro años en aceptarlo. Cada año me decía: "¿hijita, ya vas a renunciar, vas a volver a trabajar aquí?" (porque yo soy del norte de Perú) Al inicio yo engañé a mi mamá, le dije que ya había firmado el contrato y que no podía renunciar. Y cada vez que volvía a casa ella me preguntaba. Y al cuarto año me dijo: "ya voy a rezar por ti para que te vaya bien en la misión". Al final fue una aceptación de comprender a donde iba.

(C) El proceso de mi familia ha sido complicado. Ahora mismo estamos un poco a la expectativa. A mis padres, obviamente no les apetece mucho que me vaya. Yo los entiendo. Cuando me marché por primera vez lo hice por seis meses. Allí nos conocimos. Llevamos tres años casados. Al principio no entendieron nuestra forma de pensar. Ahora lo han asimilado. Entienden que es un proyecto que nos llena y nos satisface. Pero siempre cuesta. Lo que yo les trato de transmitir es que no vamos a una aventura sino a una misión compartida y está en un proceso que lleva muchos años de andadura y bajo el aval de la familia dominicana.


¿Cómo ha sido es proceso de la familia dominicana?

(M) Desde que llegué de Perú a España el grupo de las selvas amazónicas siempre nos hacía estar cerca de la misión. Te hace sentir que eres parte de algo estés aquí o estés allá.

(C) Cuando están de partida y de envío los misioneros de selvas amazónicas, nuestra expresión, la de los que nos quedamos y los que van, es que estamos juntos en misión. Es una experiencia compartida. Cuando volví, empecé a asistir a las reuniones y a formarme. Creo que esto es fundamental porque es un proceso de acompañamiento.


Dais un poquito de envidia y de miedo. Decís que no es una aventura pero lo es, además de un camino de pareja. ¿Os habéis planteado tener hijos allí?

Sí, estamos abiertos a lo que salga. Ojalá tengamos en algún momento familia. Y que nazcan con esa vocación. Será un proyecto de familia completo. Es una forma de vida que afecta a todos los que te rodean.


Muchísima suerte, esperamos que en la medida de las posibilidades nos podáis ir contando cuál es vuestra experiencia misionera familiar en Puerto Maldonado. Creemos que es una experiencia muy interesante y esperamos que la compartáis con nosotros y nuestros lectores. Felicidades y buena misión.

Volver arriba