"¡Qué padre nuestro rezarán etre tanta sangre!" ¿Cofradías del padre nuestro o creyentes hospitalarios?

(Francisco Gómez García-Fidalgo).- Hace unos 45 años, en un pueblo minero de León, un picador que llevaba, como tantos, la Religión en el corazón y no en las rodillas, me preguntaba cómo iba la cofradía que él llamaba "del padre nuestro", referida más a la feligresía devota de Santa Bárbara, que al Cristo Eucaristía, ante el que pasaban las devotas, sin detenerse, en dirección al altar de la Patrona de los sufridos mineros.

Años más tarde, Sor Josefa, hija de la Caridad, del País Vasco, ante los asesinatos etarras, a diario, exclamaba: ¡Qué padre nuestro rezarán mis paisanos en medio de tanta sangre derramada!

La Iglesia española, según página web de la CEE, cuenta con 14 Provincias eclesiásticas, divididas en 70 Diócesis, con 22. 859 Parroquias, 19.055 Sacerdotes y 46.311 Consagrados. Buena parte de sus feligreses están integrados en cofradías de Cristos, de Vírgenes o de Santos, con la intensidad de devoción que todos conocemos.

Esta Iglesia, ante las masivas mareas humanas de emigrantes de varios continentes hacia Europa, en éxodo que no ha hecho más que empezar, en el que unos buscan realizar el sueño, en un mundo mejor, para sus familias, otros, desplazados, encontrar asilo o refugio, por motivos de guerra y terrorismo, debe elegir, parte de ella, entre continuar como cofradía "del padre nuestro" o integrarse en Cristianos hospitalarios, como nos pide el Evangelio y recuerda el Papa Francisco.

Este desafío se presenta ante todos nosotros como urgente y generoso en el que nos jugamos el DNI de nuestra cultura religiosa española, basada en las exigencias morales de acogida y hospitalidad, según el Evangelio y complementada con la Carta de los Derechos Humanos, suscrita por el Estado español.

El Arzobispado de Viena, según RD del 02/09/2015, en su sección mundo, ha decidido acoger en sus instalaciones de la capital a unos 1000 refugiados, desplazados desde el Oriente Medio.

La Iglesia española, conoce bien los Pueblos de España y a sus gentes, así como sus campos, por su Pastoral de presencia durante siglos. Esperamos, hechos los estudios reales de acogida, cuanto antes, estar a la altura de las necesidades que claman con fuerza a nuestra puerta.

No se pide llenar de gente seminarios, cuasi vacíos, monasterios, pueblos y ciudades etc, sino más bien distribuirles por zonas del campo, hoy en manos muertas, para que puedan labrar las tierras, como lo hicieron nuestros padres, no hace tanto, en buena parte de CyL, Galicia, Extremadura, etc, criar unos animales domésticos para quitar el hambre, con una acogida sincera y sin recelos. El diálogo eclesial, abierto, con las autoridades civiles para buscar soluciones, parece apremiante y entre todos se prevea, con solidaridad, a la distribución de personas con instalaciones necesarias.

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