Inauguración de la XXVI Asamblea General de la CONFER Vida religiosa, semilla de trigo en el frágil tiesto de la esperanza

Inauguración de la Asamblea de Confer
Inauguración de la Asamblea de Confer Confer

Carlos Osoro: “la misión de la vida religiosa es dar esperanza al mundo, respondiendo a las preguntas que se hace la gente y dando esperanza a los pobres”

Jesús Catalá: “Hay personas que son como estrellas en nuestras vidas, que son como luces de esperanza”

Mariña Ríos: “Ser signos de esperanza significa ser fermento de Dios en medio de la Humanidad”

Más de 300 frailes y monjas se han reunido, en su XXVI asamblea general, en busca de la esperanza no perdida, sino reencontrada. Porque la vida religiosa, en España y en casi todo el mundo, sufre la desesperanza de la falta de relevo vocacional. Pero sigue fiel a su carisma de pequeña Iglesia en salida, que sabe de penas, pero también de alegrías. Una vida religiosa cual semilla de trigo en el frágil tiesto de la esperanza.

Y así comenzó su asamblea: rezando con símbolos, palabras, música y gestos. Los símbolos: unos granos de trigo, un puñado de tierra y un pequeño tiesto de arcilla. El trigo, para sembrar en el tiesto, con “tierra sagrada”, en la que los trescientos asambleístas plantaron sus semillas, “recreando lo que nuestros fundadores y fundadoras nos legaron como historia inacabada”.

Gesto de oración explicitado y acompañado por sendas baladas preciosas de la religiosa navarra Salomé Arricibita, que canta, con su voz angelical, al grano de trigo: “Haznos grano que enraíce/ en la tierra y que germine/, haznos fecundos y plenos/, haznos vida que da vida”.

Granos de trigo que los presentes siembran con ternura y delicadeza en la tierra de sus pequeñas macetas, para “sentirse tierra preparada para la siembra, tierra que se abre y acoge, tierra que se hace seno de vida”. O como dice la canción de Salomé Arricibita, “tierra que agradece el sol/, tierra sin miedo al Amor/, ese Amor que fecunda su interior/ de manos del sembrador”.

La oración termina con una especia de salmo del jesuita Carlos Flores, para pedir ayuda para no perder la esperanza y la paciencia. “No consigo aceptar, aunque lo vivo, /que tu Reino crece en forma lenta./ Me fascina lo fácil, lo inmediato./ Lo que se alcanza sin sudor ni pena”. Y pide a Dios: “Siéntate junto a mí y enséñame a esperar con alegría/ el momento estival de la cosecha”.

Y la oración actuó como bálsamo que desvaneció temores y fortaleció la esperanza de una Vida religiosa en busca de caminos de renovación. A ello contribuyeron también los miembros de la mesa inaugural. Empezando por el presidente de la comisión episcopal de la Vida Religiosa, monseñor Jesús Catalá.

El obispo de Málaga, tras citar en varias ocasiones a Benedicto XVI, aseguró que “hay personas que son como estrellas en nuestras vidas, que son como luces de esperanza, que no caen en la tentación del conformarse con el camino recorrido o con la ya conseguido”. El prelado invitó a la vida religiosa a “reiniciar de nueva, para volver a ser estrellas de esperanza”.

También les dirigió un saludo el arzobispo de Madrid, anfitrión del evento. Para el cardenal Osoro, “el actual es un momento de la vida de la Iglesia para concentrarnos en lo esencial”, sabedores de que “la Iglesia no se impone, no obliga, sino que se oferta y se anuncia con obras y palabras y, sobre todo, con el testimonio”.

A su juicio, para sumarnos a la cultura del encuentro, que predica el Papa Francisco (al que citó en varias ocasiones), hay que abrazar la “tolerancia, que no se confunde con la indiferencia, sino que presupone el respeto al otro”. Y el purpurado ofreció tres pistas para que la vida religiosa se centre en lo esencial: oración, misericordia y testimonio.

Porque, a su juicio, la misión de la vida religiosa es “dar esperanza al mundo, teniendo siempre un oído en la Palabra y otro en el Pueblo, respondiendo a las preguntas que se hace la gente y dando esperanza a los pobres”. Para eso, la Iglesia (y la vida religiosa) necesitan “una conversión pastoral, cultural y sinodal”.

Cerró las intervenciones de la inauguración la presidenta de la CONFER, Mariña Ríos, que dio las gracias a los miembros de la mesa inaugural y a todos los presentes y los invitó a buscar en la Asamblea “la esperanza que nos regala Dios”.

Una esperanza que, según la religiosa, “no es ingenua, sabe de las dificultades de la vida y de la complejidad de nuestro hoy”. Una esperanza que “tampoco es optimismo, sino don gratuito de Dios, que nos las regala para nosotros y para el mundo”.

La religiosa recordó también que la esperanza remite al horizonte de la utopía, pero “sirve para caminar”, porque “no es tranquilizadora, sino movilizadora y remite al Reino de Dios, en una dinámica de búsqueda de rutas nuevas”.

Para la presidenta de la Confer, ser signos de esperanza significa “ser fermento de Dios en medio de la Humanidad” y concluyó deseando una fecunda asamblea a todos, “para que los y las religiosas sean hombres y mujeres testigos de esperanza”.

La Asamblea concluirá el día 13. A lo largo de estas tres jornadas personalidades como Montse Escribano, de la Asociación de Teólogas Españolas, José María Olaizola, SJ , o José Luis Segovia, Vicario de Pastoral Social de Madrid, entre otros, hablarán sobre la esperanza viva y en diálogo con las periferias y también sobre los sueños realizados por los jóvenes y que los mayores profetizan.

La clausura de la XXVI Asamblea General tendrá lugar el miércoles 13 de noviembre, con Monseñor J. Rodríguez Carballo, que presidirá la eucaristía a las 13:00 horas.

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