"Sin practicar la Virtud no hay dignidad defendible" Virtud, cristianismo y democracia

(Ángel Manuel Sánchez).-La Virtud debe constituir el fin al que ha de orientarse la formación de las personas, con independencia de sus creencias. Las personas deben aspirar a sublimar su fuerza interior, que es espiritual y moral.

El cristianismo ha transmitido durante generaciones el legado clásico de la Virtud y lo ha enriquecido con fundamentos teológicos, pues todo lo que pueda elevar la condición humana contribuye a glorificar la presencia de Dios en ella.

La Virtud es el pilar más sólido sobre el que edificar moralmente la democracia.La Virtud incorpora sólidamente los principios que sustentan aquella forma política: la justicia, la libertad, la igualdad y el respeto a la pluralidad social. La Virtud ordena estos principios pues les da sustrato personal. La Virtud es la auténtica medida para realizar un juicio constructivo de la realidad. Sin practicar la Virtud no hay dignidad defendible. Sin Virtud, el ser humano queda alienado al Estado y al Mercado, sin liberación posible.

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