Tras el Congreso de Teologia de Buenos Aires El unicornio azul

(Raúl Juárez, corresponsal en Argentina).- Si con ser unicornio ya se es excepcional, imagínese si además es azul. Cuentan que el trovador cubano quiso expresar con esta imagen lo profundo del sentimiento por la pérdida del internacionalista Ernesto Guevara Lynch. Un imposible de suceder, sucede, pero se va. Lo perdimos.
Sirva este recurso literario prestado para entender lo que sigue.

Luego de participar del II Congreso Internacional de Teología acá, en Buenos Aires, una de las primeras y más profundas conclusiones a la que llego es que estamos frente a algo igualmente excepcional dentro de lo excepcional. Estamos frente a lo que podemos llamar un Kairós. Si excepcionales pueden ser las personas, los lugares, las relaciones, las habilidades etc, excepcional también puede ser cierto espacio de tiempo, que no depende de la durabilidad sino de lo profundamente propicio.

El Kairós no se mide con números ni cantidades, se sopesa por lo determinante para nuestras vidas y nuestra relación con Dios. Es un tiempo cualitativamente diferente y denso. Es un tiempo de gracia, pero elusivo. Se escurre como agua entre los dedos.

La imagen de la perla preciosa por la cual hay que vender todo para no perder la oportunidad de concretar lo que siempre hemos soñado. En el Kairós el tiempo se hace especialmente denso. Propicio para el reencuentro, para avanzar, para pasar a una nueva etapa. Pero hay que saber aprovechar esta oportunidad única. El tiempo corre, hay que aprovechar el Kairós.

Recordemos a san Agustín, quien dice algo así: "Tengo miedo cuando pasa el Señor". ¿Por qué? "Porque tengo miedo de que pase y no me dé cuenta". El Kairós es un tiempo de oportunidades únicas.

Convocados para celebrar los 100 años de existencia de la facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, acudimos principalmente desde el Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile y Paraguay). Fuimos teólogos y pastoralistas. La presencia laical, inclusive de matrimonios consagrados a altos estudios y enseñanza de la teología fue más que significante. Fue un sello propio. Refrescante.

Como todo estado de excepción, el Kairós está surcado de signos, elementos fuera de lo común, personas y acontecimientos por los cuales Dios interpela a la libertad y frente a los cuales hay que tomar postura. Sólo hay que saber mirar, abrir los ojos, leer los diarios o hacer la cuenta de cuantos jóvenes hay participando en la misa dominical en cualquier parroquia. Sobre todo, abrir los ojos y ver cuánta víctima inocente produce nuestro estilo de vida. Y sacar conclusiones.

En otras dos ocasiones futuras haremos un breve comentario de las ponencias magistrales y de la intervención del obispo de Roma Francisco I.

De modo general baste decir que nos hicieron reflexionar teólogos y pastores, eclesiásticos y líderes musulmanes, judíos, de iglesias reformadas históricas, ortodoxos. Jóvenes teólogos católicos junto a teólogos más avezados en el camino de la investigación. Todo en un clima de respeto, y sobre todo, de mucha libertad para expresar, preguntar, disentir. Un caldo de cultivo para nuevos impulsos de la teología.

Francisco mismo quiso aportar a la reflexión conjunta. Quiso insistir en la no solo necesaria sino real relación entre fe y vida, fe y cultura, en la siempre necesaria dimensión pastoral de toda teología. Dejarnos inspirar en la vida y por las verdades dogmáticas. La reflexión teológica es inculturada por más que el teólogo discrepe con esta idea. El teólogo es deudor de un pueblo, pertenece a un tiempo y espacios determinados. En este sentido, no puede pretender "una asepsia total".

Dentro del Kairós que se vive, este Congreso viene a ser un llamado a los teólogos a vivir nuestra misión, "de rodillas", con la mirada puesta en los más olvidados, los despreciados, lo sin patria ni tierra ni esperanza. Continuaremos compartiendo esta experiencia con Uds. en breve.

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