“La lavadora de los pecados” (I) (79-08-L)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tomo prestado el original título con el que uno de mis críticos, en líneas generales amables y educados, ha descrito cómo pienso e interpreto yo que Juan Bautista entendía su bautismo.

Si lo he entendido bien, la crítica es la siguiente: el mencionado lector crítico, y alguno más, opina que yo interpreto el bautismo de Juan no como un símbolo de regeneración y nacimiento a una nueva vida, producto de la metánoia (“cambio de mente”, o renacer a una nueva forma de pensar), sino simplemente como una suerte de acción sacramental, y por tanto que ejerce de modo casi automático su función: puesta la acción, aquí el bautismo, se perdonan los pecados. Deducen esta interpretación mías sobre todo por mi empleo de la expresión "bautismo pra la remisión de los pecados".

Con otras palabras, yo tendría una concepción un tanto mecánica del bautismo, “escolástica”, rancia, y perdería, o no entendería bien, lo que es su significado más profundo: el bautismo es sólo una manifestación externa de la que ya ha ocurrido en el interior: el "cambio de mente", metánoia en griego, hacia otro tipo de intelección de la vida religiosa. En suma es un entendimiento más profundo de lo que significa la conversión. Además, Juan Bautista mismo entendía así, en esa profundidad, su bautismo.

Intentaré simplemente explicar cuál es mi idea al respecto, y pido disculpas por mi torpeza anterior al no haberme explicado suficientemente bien. Porque mi intención en ese momento no era discutir el sentido del bautismo de Juan en sí, sino la sensación previa de ser pecador que movía a los judíos contemporáneos de Jesús, a Jesús mismo también, a acercarse hasta el lugar donde Juan bautizaba y recibir de él el bautismo.

Adelanto que para mí parece evidente que –viendo como era el Jesús posterior a través del análisis crítico del material histórico ofrecido por los Evangelios- el Nazareno era ya, previamente al hecho del bautismo, un hombre muy religioso; que había estudiado a fondo las Escrituras y que se las sabía de memoria; que había tenido un período previo de “intensa búsqueda religiosa”, etc., que había indagado cómo pensaban los difeentes grupos religiosos en el Israel de su tiempo acerca de múltiples temas...etc., etc., y que todo eso lo impulsó también a acercarse a Juan.

Y ahora vayamos al sentido del bautismo que yo presupongo en Jesús, como en cualquier judío culto de su tiempo.

Tanto en el judaísmo antiguo, del siglo I, como en el moderno los judíos piadosos defienden que Dios “borra”, “elimina” el pecado por medio del arrepentimiento interno del “corazón”, o la mente. Es decir, cuando el judío piadoso, si le era posible, ofrecía en el Templo un “sacrificio por el pecado”, tenía ya conciencia de que Dios le había perdonado previamente su ofensa a la Ley.

Todo esto me parece cierto, y los judíos de hoy protestan con razón si algún cristiano, basándose en el repetido cliché de que la religión judía “es muy legalista”, defiende lo contrario.

Es más el famoso texto de Flavio Josefo sobre el Bautista, que hemos citado varias veces, lo afirma de modo expreso: “(Les decía luego) que se bautizaran. Pues a él le parecía que el bautismo era una práctica aceptable, no para conseguir (por sí misma) el perdón de los pecados, sino (como muestra) de la limpieza del cuerpo, puesto que el alma había sido limpiada previamente por la justicia.”

Admito como evidente que era así, incluso aunque haya sido observado por múltiples investigadores que hay que tener cierta precaución con Flavio Josefo cuando menciona a sus lectores algo de la religión judía. Josefo escribe para lectores grecorromanos y por tanto intenta presentar la religión judía con un tinte helénico, asimilándola en lo que puede a la filosofía helenística de modo que no parezca en absoluto chocante, o bien que tenga una justificación racional. Éste es el motivo por el que denomina escuelas filosóficas (literalmente “filosofías”) a las “sectas” religiosas judías.


Estoy de acuerdo con todo esto. Y cuando afirmo que Jesús,

• Debió de estar movido por una cierta sensación interior de pecado cuando tomó la decisión de dejar su trabajo en Galilea y desplazarse hacia el lugar en el que Juan bautizaba,

• O que postular lo contrario significaría que su acto de bautizarse era una mera comedia,

sostengo que estas dos ideas no van en absoluto en contra de la idea general judía de que el verdadero perdón se lograba en el interior del individuo por el arrepentimiento sincero ante Dios dentro de la conciencia individual.

Sólo sostengo que quien no tuviera una idea previa de ser pecador, hubiera sido ya perdonado o no, habría obviado el desplazamiento hacia el lugar en el que Juan bautizaba y no habría recibido el bautismo. Si Jesús hubiese ido a recibir el signo externo del bautismo sin conciencia previa de pecado –como sostiene por ejemplo el anónimo autor del Evangelio de los nazarenos- habría actuado como un farsante, y Jesús no lo era. Este pasaje reza:

He aquí que la madre del Señor y sus hermanos le decían (a Jesús) : “Juan Bautista bautiza para el perdón de los pecados; vayamos y seamos bautizados por él”. Pero él les dijo: “¿Qué pecado he cometido yo para que tenga que ir a ser bautizado por él? A no ser que esto que he dicho sea un pecado de ignorancia” (citado por Jerónimo, Contra Pelagio, III 2: Patrología Latina 23 597B-598A).


Naturalmente, ha obtenido la conclusión de que la imagen de Jesús, al no ser un comediante y haberse acercado con toda sinceridad a recibir el bautismo de Juan, encaja muy poco o nada con la imagen de un Jesús divino, un ser sin pecado, que se formará en seguida la teología cristiana después de la muerte de Jesús, y que el reflejo de esta teología se ve ya en los Evangelistas, con lo cual se distorisona un tanto la perspectiva histórica sobe el evento de su bautismo.


Seguiremos el próximo día cómo pienso que podría ser el concepto de “vuelta”, “cambio de mente”, en griego metánoia, en Juan Bautista.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com

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