La autopresentación de Jesús I (73-04)

Hoy escribe Antonio Piñero

Comentamos brevemente el capítulo 4 de Gesù e la sua gente, de Paolo Sacchi, titulado “La autopresentación de Jesús”.

Sacchi no somete a discusión alguna el recuerdo de los evangelistas sobe la impresión que causaba Jesús a las gentes de Galilea. En general –escribe- Jesús no desarrollaba un discurso largo –en contra por tanto de la tradición johánica que transmite grandes discursos o monólogos de Jesús-, sino que “emitía sentencias y juicios absolutos, verdades indiscutibles”.

Mateo transmite que Jesús empleaba muchas veces la expresión “En verdad os digo…” que tiene un sentido absoluto. Esto es propio -según Sacchi- de los “exaltados y radicales por principio y estructura mental”. Algunos rabinos de la época podrían tener un crédito falso, y a los evangelistas les interesaba dejar en claro que éste no era el caso de Jesús.

Juan (en su Prólogo, en especial con el contundente 1,1) y Mateo y Lucas (con los “evangelios de la infancia”: concepción milagrosa de Jesús) expresan cuál es la verdadera naturaleza del Maestro, pero lo que escriben procede ya de una fe en Jesús nacida después de su creencia en la resurrección. Según Sacchi, Marcos, por el contrario, explica cómo era la naturaleza de Jesús por medio de la transmisión de sus palabras y acciones. Al elegirlas, entre otras posibles de la tradición, Marcos es el creador la presentación de Jesús.

Naturalmente el lector tiene que preguntarse: ¿Y las primeras palabras del Evangelio (“Inicio de la buena noticia de Jesús mesías, hijo de Dios”)?

Sacchi responde hay que entender esas palabras según la cultura palestina, no la de ahora. Por tanto, en la cultura hebrea del momento “hijo de Dios” -también para Marcos- no significaba “divinidad” plena, óntica, sino sólo la expresión de una relación especial entre Jesús y Dios.

Otra pregunta que podría hacer un lector, a propósito del pasaje sobre la exclamación del centurión al final del Evangelio de Marcos podría ser la siguiente: ¿no sería éste pasaje una típica “inclusión” –es decir, que las dos frases -al final y al principio del Evangelio- tuvieran un igual significado puesto que sirven como de “abrazadera” todo lo que incluyen?

Me explico: una "inclusión" supone que en un texto literario existe

· una frase A
· una frase A'

y que las dos tienen el mismo significado. Supone además que todo lo que esté incluido entre A y A' de alguna manera está influido por ese significado.

Apliquémoslo al Evangelio de Marcos:

· frase A: Mc 1,1: "Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios"
· frase A': Mc 15,39: "Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»"

Si se trata de una "inclusión", las frases A y A' tienen el mismo significado y todo lo que incluyen -en este caso casi todo el Evangelio entero de Marcos- estaría como "teñido" de ese signficado: el evangelista manifiesta a las claras que él cree que Jesús es hijo real de Dios.

Aplicada esto al caso de Sacchi; si -según este autor- el primer versículo del Evangelio de Marcos es la simple expresión de una creencia en una sencilla relación especial de Jesús con Dios, no una filiación óntica, real, entonces la expresión de fe del centurión al pie de la cruz -‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios’-, que contiene la expresión –hijo de Dios- habría que entenderla también simplemente manifestación de una “relación especial de Jesús con Dios” que no significa tampoco la divinidad real de Jesús.

En mi opinión, esta posibilidad no es aplicable aquí, sino que Marcos, como buen discípulo de Pablo que es, cree firmemente que Jesús es hijo de Dios real.

Otra cosa diferente es cómo explica al lector el modo de la naturaleza divina de Jesús. Yo pienso que es por medio de una "doctrina adopcionista": Jesús fue "adoptado" como hijo de Dios en el bautismo.

Lo vemos el próximo día.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com


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Nota informativa:

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