El camello y el ojo de una aguja (84-01)

Hoy escribe Antonio Piñero

Un amable lector me plantea una cuestión a propósito del episodio del joven rico que le pregunta a Jesús: “Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» y la respuesta de Jesús. Ésta, en algunos manuscritos, presenta una variante acerca del objeto o animal -“camello” / “maroma”- que pasa por el ojo de la aguja.

La pregunta da pie para plantearnos algunas cuestiones interesantes sobre el texto del Nuevo Testamento. El pasaje al que nos referimos pertenece a Mt 19,23-24:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”.


Como es fácil de ver, la imagen que empleó Jesús es un tanto curiosa: la unión del animal más grande que conocían los judíos corrientes del siglo I con el agujero más pequeño de un instrumento usual entre esos mismos judíos.

Es bien conocido que en el propio evangelio de Mateo hay una variante curiosa que en principio ofrece un texto más “racionalmente” comprensible: “Es más fácil que una maroma entre por el ojo de una aguja…”.

Tenemos así una doble lectura:

• Camello = griego kámelos (con /e/ larga)

• Maroma o estacha de barco = griego kámilos (con /i/ breve)


Parece, pues que el texto con la variante número 2 tiene mejor sentido. Por ello, algunos –raros- investigadores han visto en esta lectura variante el texto original. Y por una doble razón:

• Primera: el pasaje se entiende mejor, pues tiene un sentido “más lógico”, como hemos dicho.

• Segunda: en el griego de la época, cuando se hacen las primeras traducciones del arameo, la lengua normalmente hablada por Jesús, al griego –el idioma básico del Imperio romano oriental y el medio natural para la expansión misionera del cristianismo ya que casi todos los habitantes del Imperio lo entendían de algún modo- se confunde la pronunciación de la /e/ larga y la /i/. Por tanto: “camello” y “maroma” se confundían en el habla. Hay que presupone, pues, un error en la mayoría de los manuscritos.

Sin embargo, no es tan sencillo el asunto.

El primer problema es que los manuscritos que apoyan esta lectura variante son todos de segunda o tercera fila. Casi todos los manuscritos, incluidos los más importantes y mejores, traen la lectura “kámelos” = “camello”. Sólo unos pocos manuscritos caligrafiados en letras minúsculas –y por tanto más bien tardíos- presentan kámilos = “maroma”. Son los manuscritos 579 y 1424. Apoyan también esta última lectura, las versiones armenia y georgiana (que depende probablemente de la armenia). Estas traducciones del Nuevo Testamento son muy tardías también, por lo menos posteriores al siglo IX.

Para una breve discusión del pasaje puede verse el comentario al Evangelio de Mateo de Ulrich Luz, El Evangelio según san Mateo, vol. III, pp. 164 y 175, Salamanca, Editorial Sígueme, 2003.

La segunda dificultad es que Jesús opudo emplear una imagen tradicional al utilizar el vocablo "camello". Lo sugiere la existencia de un paralelo a la imagen genérica de la contraposición “animal grande” / "pasar por el ojo de una aguja” en la literatura rabínica, aunque no del todo exacto (recogido en el Comentario de Billerbeck al Nuevo Testamento a partir de textos del Talmud y del Midrash, vol. I p. 828) que dice así, al mencionar la idea que los "sueños de los hombres", según Rabí Samuel ben Nahmani, "son los reflejos de sus propios pensamientos":

“¿Acaso no ha soñado el hombre con una palmera de oro o con un elefante que pasa por el ojo de una aguja?” Talmud Babilonia, tratado Berakhot 55b).


Este pasaje rabínico es citado por el comentarista del Evangelio de Lucas, François Bovon, en su explicación de Lc 18,25, que es el texto paralelo del Tercer Evangelio correspondiente a Mt 19,24. Dice así:

Para hacer soportable la extravagante comparación con un camello se ha propuesto desde la Antigüedad leer kámilos “maroma” o “estacha” (que servía para unir el ancla con el navío), en vez de kámelos, “camello” (sin duda, a causa del fenómeno del iotacismo ambas palabras se pronunciaban en aquella época de la misma manera)38. Aunque la imagen gane así de hecho en coherencia, nada pierde en radicalidad. Una “estacha” no pasa mejor que un “camello” por el ojo de una aguja” (Vol. III de su “Evangelio según san Lucas”, también de Editorial Sígueme, Salamanca, 2001.


Añado que la variante “maroma” está en Lucas un poco mejor atestiguada que en Mateo, porque aparece también no sólo en manuscritos grafiados en minúsculas, sin también en otro con mayúsculas: el S = 028, un códice guardado en el Vaticano (= Vat. 354, del año 949).

El lector puede hallar una breve descripción en K. Aland y B. Aland, Der Text des Neuen Testaments (“El texto del Nuevo Testamento, Editorial Deutsche Bibel Geselschft, Stuttgart, 2ª edición 1989, p. 122) y en B. M. Metzger, The Text of New Testament, Clarendon, Oxford, 1976, p. 56. Que yo sepa ninguna de estas dos obras está traducida al español, aunque son importantes.

Por último, el comentario textual al texto griego del Nuevo Testamento (A Textual Commentary on the Greek New Testament, de B. M. Metzger y 5 autores más, entre ellos el Cardenal Carlo M. Martini, United Bible Societies, Londres, 1971, p. 169, apenas da importancia a la variante de la "maroma", pues apenas comenta la variante en el Evangelio de Mateo –no le concede importancia porque los manuscritos que la sustentan son pocos- y remite al comentario a Lucas 18,25. Y dice así:

Para suavizar el rigor de la afirmación (de Jesús), la palabra “camello = kámelos” fue sustituida por el vocablo kámilos (“maroma” o estacha de barco”) por unos pocos manuscritos tardíos (S, más los minúsculos 13 59 124 130 437 472 y 543, más las versiones armenia y georgiana. Este cambio se vio facilitado por la circunstancia de que la i breve y la e larga en el griego tardío (por tanto en la época de composición de los manuscritos) se confundían. Ambas palabras se pronunciaban igual”.


En síntesis:

Los críticos textuales del Nuevo Testamento apenas conceden importancia a la variante "maroma"; no la consideran original y no la editan en el texto del pasaje, sino que la relegan al "aparato crítico", a pie de página, donde se hace la relación de variantes. La rechazan como original por dos razones:

1. Está poco y mal atestiguada: loos manuscritos que la presentan son de tercer fila y pocos.

2. Jesús pudo probablemente estar citando material tradicional.


El próximo día comentaremos alguna que otra variante curiosa en los textos evangélicos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com
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