¿Es auténtico el dicho de Jesús recogido en Mateo 11,2-6? (85-07)

Hoy escribe Antonio Piñero

Comentábamos en la postal anterior la opinión de Flusser sobre Mt 11,2-6. Hoy nos preguntamos qué argumentos hay para aceptar o rechazar estas palabras de Jesús como auténticas / históricas. Transcribo el texto:

Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: 3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 4 Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: 5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; 6 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»


El pasaje contiene en el v. 5 la afirmación de que Jesús “resucitó algunos muertos”. Esta frase es la que impulsa a muchos críticos a rechazar en bloque la autenticidad de la respuesta del Nazareno como una creación de la Iglesia primitiva. ¿Es esto así? Confieso que aceptar que Jesús creyese de él mismo que tenía poder para resucitar muertos se hace muy cuesta arriba desde el punto de vista de un mero historiador.

Sin embargo, un crítico agudo como J. P. Meier, en Un judío marginal II/2 (Verbo Divino, 2002) defiende con determinación la historicidad del pasaje. He aquí los argumentos y que los lectores juzguen. Esta "historicidad" no significa expresamente aafirmar que sea histórico que Jesús resucitara muertos (de ello prescinde hasta el mismo Meier), sino que la

“Iglesia primitiva no creó de la nada la imagen de Jesús como autor de resurrecciones[…] El testimonio múltiple de fuentes y de formas literarias diversas corrobora que la afirmación de que Jesús resucitó muertos –prescindiendo del grado de verdad que veamos en ella- se remonta al ministerio público y al mismo Jesús” (p. 955).


1. El material de la Fuente “Q” de este capítulo de Mateo (contexto amplio: 11,2-19) debe ser antiguo, anterior a la Fuente “Q” misma, porque el análisis indica que cada una de sus partes –la respuesta de Jesús a los discípulos del Bautista; el elogio de éste por parte de Jesús; la parábola de los niños sentados en la plaza- circuló independientemente antes de quedar reunidas en esa Fuente de los dichos.

2. El núcleo de la pregunta del Bautista puede ser precisamente original porque emplea una fórmula rara, propia, para indicar el mesías (“el que ha de venir”); esta fórmula por tanto no es un reflejo de algún título mesiánico que la Iglesia primitiva pudiera haber copiado al fabricar el dicho. [Este argumento es el mismo que el de Flusser, pero justamente] al revés.

3. El pasaje muestra a un Juan Bautista que duda de que Jesús sea el mesías. Esta duda sería tan ofensiva para la Iglesia primitiva que no pudo haberla inventado.

4. La respuesta de Jesús no contiene ninguno de los títulos cristológicos (mesías; hijo; Hijo del Hombre; enviado; elegido, etc.) que usaba la Iglesia primitiva. Si ella lo hubiera inventado, alguno de esos títulos se habría “colado” muy probablmente dentro de la “respuesta” de Jesús. Como no los hay, es improbable que forjada por la comunidad primitiva.

5. En la bienaventuranza final “Dichoso el que no se escandalice por causa mía” (Mt 11,6) hay una discreta pero clara corrección de Jesús al Bautista, por dudar de él. No parece que la Iglesia hubiera inventado esta duda.

6. Toda la perícopa termina abruptamente. No se dice si Juan llegó a aceptar el argumento de Jesús, el ministerio de éste y su identidad como “el que había de venir”. “Tan embarazoso silencio sobre esta cuestión muestra a las claras que la perícopa no fue concebida [por la Iglesia primitiva] como propaganda para atraer a los seguidores del Bautista al cristianismo” (p. 956).

7. No se puede admitir como auténtica la perícopa, a la vez que se elimina la referencia a la resurrección de los muertos considerando, a esta última frase como un añadido de la comunidad primitiva a un núcleo original.

Si fuere así, en primer lugar, el añadido habría sido hecho muy pronto ya que estaba en las versiones de “Q” que tenían ante sus ojos tanto Mateo como Lucas. Por tanto estaba en el original de "Q".

Y en segundo lugar, ¿por qué se hubo de añadir una referencia a las resurrecciones de muertos cuando la Fuente “Q” no contiene ningún relato de resurrección ni ningún acontecimiento relacionado con ello?

Resultaría curioso además que el glosador se hubiera abstenido de añadir también alguna referencia a los exorcismos de Jesús, que es una de las manifestaciones taumatúrgicas más importantes de la actividad del Nazareno.

8. A muchos críticos les cuesta admitir que Jesús y su entorno creyeran que él podía resucitar a los muertos. Por ello han pensado que tanto la frase en cuestión como toda la respuesta de Jesús alude metafóricamente a “hechos admirables”, es decir, a los beneficios espirituales del ministerio de Jesús. Con otras palabras, los “ciegos” espirituales ven, gracias a las palabras de Jesús; los "cojos" espirituales andan gracias a la labor de Jesús, etc.

Esta solución no es viable porque hay muchísimos indicios literarios de que antes de la redacción de los Evangelios e incluso de la Fuente “Q” circulaban “milagros” sueltos, o en forma de pequeñas colecciones. De ninguna de ellas se puede decir que se refieran a “hechos asombrosos espirituales”, sino a milagros de sanación o exorcismos de verdad, según la mente de los que los transmitían.

En suma: todo aboga a sostener que la pregunta del Bautista es histórica en su contenido y que Jesús respondió citando más o menos de memoria varios pasajes del libro de Isaías que aludían a que en los momentos finales abundarían los hechos asombrosos realizados por el enviado de Dios.

Queda, por tanto, para quien pretende sólo hacer historia un hecho incontrovertible: no parece que la Iglesia primitiva crease desde la nada la imagen de un Jesús que hacía exorcismos, sanaciones y en concreto resurrecciones. Según todas las apariencias, tal fama corresponde a hechos de la vida de Jesús que fueron tomados como tales –asombrosos- por los contemporáneos de Jesús y por éste mismo.

Ello no es de extrañar ya que de otros personajes la leyenda afirmó lo mismo: de Simón Mago (resurrecciones de éste en los Hechos apócrifos de Pedro) y de Apolonio de Tiana (al menos la realización de una resurrección, narrada en su Vida, por Filóstrato).

Cómo cada uno entienda qué fueron tales hechos asombrosos es harina de otro costal. Sobre todo lo de las resurrecciones: para muchos críticos “habérselas con la embarazosa imagen de un Jesús histórico que dice resucitar muertos” es harto difícil. Y ahí ya caben toda suerte de aplicaciones.

El lector verá si le convence el contenido de la perícopa que estamos considerando y los argumentos en pro de su autenticidad.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“Nadie se salva por guardar la ley de Moisés”
a propósito de la Epístola a los gálatas

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