La actividad exorcista de Jesús y el Reino de Dios (86-01)

Hoy escribe Antonio Piñero

Dentro del libro que hemos comentado en postales anteriores, “Reimaginado los orígenes del cristianismo” hay un artículo de Esther Miquel (pp. 143-170: “Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús”) que supone una aproximación de las ciencias sociales a la práctica del exorcismo por parte de Jesús, una de las actividades más alejadas culturalmente de nuestro mundo. La tesis del artículo es: la consideración de la posesión de los humanos por espíritus a partir de los estudios de antropología moderna que estudian la posesión vale para comprender mejor el ámbito en el que se mueve esta actividad de Jesús y el propósito de ella.

Comentaré brevemente algunos aspectos de este interesante capítulo.

Que Jesús practicó exorcismos parece admitido hoy día por prácticamente todos los investigadores del cristianismo. Esta actividad cumple con los requisitos de lo que se llama “criterio de plausibilidad histórica contextual”, es decir, a priori puede admitirse como histórica sin más porque encaja perfectamente con el contexto socio-cultural al que pertenecía Jesús. En efecto la creencia en la existencia de espíritus y su actividad entre los hombres era común en el siglo I no sólo entre las clases populares, sino entre las cultas. Argumentos para defenderlo son:

a) No hay apenas testimonios escritos que nieguen tal existencia.

b) No había necesidad de explicar la naturaleza del fenómeno de la posesión porque lo admitía todo el mundo.

c) Se conservan textos en autores antiguos de estatus social elevado y cultivado que afirman o presuponen la posibilidad de la posesión y la existencia de exorcistas. Entre los judíos destaca Flavio Josefo, y entre los paganos, Plutarco, en sus Moralia (por ejemplo, 706E) o la muy citada Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato. Aunque estos autores son posteriores a Jesús reflejan sin duda alguna el ambiente que se vivía también en el siglo I.

La historicidad de la práctica de exorcismos por parte de Jesús es muy probable pues cumple también con el criterio de “plausibilidad efectual”. Esto quiere decir: sin suponer que Jesús fue un exorcista de éxito no se pueden explicar la gran cantidad de textos, venidos de diferentes fuentes y formas literarias, en los Evangelios que hablan de esta actividad de Jesús. No parece plausible que sean inventados todos, luego no parece razonable para un historiador negar que fuera así en verdad.

Que Jesús fue un exorcista se verifica también por el criterio de dificultad o “incomodidad”, que puede considerarse como una aplicación de la “plausibilidad efectual”: las acusaciones contra Jesús por parte de sus adversarios de que “expulsaba demonios” (aunque fuera por obra de haberse puesto de acuerdo con el Príncipe de esos mismos espíritu malvados: Mc 3,22 y Lc 11,14-23, texto que pertenece a la Fuente “Q”), o que él mismo era un “endemoniado” (Jn 8,48) no pudieron ser inventadas por sus propios partidarios, puesto que no podrían favorecer la causa de la religión que tenía su base en Jesús. Por tanto, tienen que haber tenido su base en la realidad misma.

Con otras palabras: hasta sus mismos enemigos reconocían que Jesús tenía el don de “expulsar demonios”, o lo que es lo mismo, en muchísimos casos, el de curar las enfermedades. Jesús era en verdad un auténtico sanador.

Los conceptos claves de la ciencia antropológica para analizar la actividad de Jesús como exorcista son el concepto de “espíritu periférico”, a saber aquel que actúa en contra de la moral o realidad social del grupo y la del "exorcista no condicionado por la moral", a saber aquel que no cree que el atacado por los espíritu negativos (periféricos) lo han sido porque tienen alguna culpa moral que les ha acarreado la posesión. Jesús no acusaba jamás a aquellos a los que curaba -de una enfermedad por ejemplo que se creía causada por un mal espíritu- de sufrir esa dolencia por efecto de un pecado previo.

Junto con ello ayuda para comprender la actividad de Jesús -afirma Miquel- el concepto de que todo exorcista auténtico procuraba la “reintegración terapéutica” del ex poseso en un estado social mejorado, no en el mismo en el tuvo lugar la posesión, pues si fuera igual por hipótesis, podría volver a repetirse el ataque demoníaco = la enfermedad.

Y aquí es donde encaja la actividad terapéutica de Jesús con su predicación del reino de Dios, según Esther Miquel. La predicación del reino/reinado de Dios indica por parte de Jesús la creación de una nueva sociedad que supone la efectiva regeneración y liberación de los humanos en cuanto tales. El Reino de Dios cambia, según Jesús, las condiciones de la sociedad de modo que crea unas condiciones nuevas, una atmósfera nueva, más humanas.

Miquel concluye:

“Esta negativa a considerar el status quo social (que existía en tiempos de Jesús antes de la llegada del Reino) como medio humano adecuado para una vida saludable y liberada es lo que convierte a Jesús en un disidente sospechoso y lo que explica el rechazo de sus prácticas exorcistas por parte de las autoridades”.


“Asumiendo el carácter terapéutico que tendría la imagen del Reinado de Dios en la práctica exorcista de Jesús se debe entender la llegada de este reinado mediante una nueva clave, en la que convergen la esperanza de una transformación social incoada en el propio grupo de seguidores de Jesús y la experiencia espiritual liberadora desencadenada en los ritos terapéuticos practicados en el grupo de Jesús” (p. 170).


Me parece interesante e instructivo que las nuevas perspectivas antropológicas acaben insistiendo en el aspecto de “reino/reinado” de Dios acá abajo en esta tierra, que tiene la proclama del Reino anunciada por Jesús.

Se trata de un reino cuya realización, esencialmente futura, no se lleva acabo sólo espiritualmente, en el interior de las personas, en el cielo, y en un futuro cuyo “comienzo” se alarga indefinidamente, sino aquí abajo. Las consecuencias plenas de esta aproximación conlleva a la postre algunas ideas terrenales sobre el Reino de Dios en Jesús que no son las usuales dentro de la interpretación normal de ese Reino en los ambientes de los sermones que suelen oír los fieles.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“El problema del mal en Plutarco y la Biblia”

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