Preguntas usuales acerca de los evangelios, en especial los apócrifos (107-D)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la presentación del libro “Todos los evangelios” con la posible respuesta a algunas cuestiones usuales acerca de los evangelios, en especial los apócrifos.

La primera es: ¿Por qué la Iglesia rechazó estos evangelios apócrifos? La respuesta no es en absoluto sencilla porque la historia de la formación del canon del Nuevo Testamento está sumida en una obscuridad impenetrable. Parece como si la Iglesia antigua se hubiera empeñado en no proporcionarnos ninguna fuente clara sobre este acontecimiento importantísimo que habría de conformar el cristianismo futuro. Cuando nos encontramos que el canon existe, tampoco sabemos exactamente qué fuerzas y motivos impulsaron a su formación.

Desde luego esas historias en torno al Concilio de Nicea, a saber que los obispos pusieron sobre una mesa con tapete todos los evangelios, tiraron de aquél y los que quedaron encima de la mesa, sólo cuatro, fueron declarados canónicos y el resto, falso, es sencillamente una burda infamia. Esta historia supone mala fe o un desconocimiento supino de la historia de la iglesia primitiva.

En líneas generales podemos decir que clarmente, a partir más o menos del año 200, los evangelios apócrifos fueron rechazados por tres motivos :

1) Porque se creían que no procedían en línea directa o semidirecta de los apóstoles, es decir por su no apostolicidad.

2) Porque su doctrina, sus historias, sus interpretaciones no se acomodaban a los puntos esenciales de la "norma de fe" o "regla de fe", ya entonces bastante bien delimitada, y que servía como instrumento de control ideológico de la comunidad por parte de la jerarquía q ya por entonces estaba sudicientemente bien establecida.

3) Porque los evangelio apócrifos solían ser la bandera teológica de un grupo cristiano marginal. Al ser así el evangelio en cuestión no era leído en los oficios litúrgicos dominicales de las principales iglesias cristianas (Roma, Corinto, Alejandría, Antioquía, Éfeso, etc.) con lo cual no se formaba la base para que llegaran a alcanzar el consenso necesario para ser admitido en cualquier lista canónica de escritos sagrados. Indirectamente ello significaba que se pensaba que carecían de la inspiración directa del Espíritu Santo.

La segunda pregunta suele ser: ¿son accesibles hoy para todos estos evangelios apócrifos? ¿Están ocultos, algunos de ellos al menos, para que no puedan leerse, en algún sótano secreto de los archivos eclesiásticos, por ejemplo, del Vaticano? La respuesta es, comop parece ya evidente: sí, son accesibles, porque los manuscritos que los contienen no están en ningún archivo secreto, sino en muy diversas bibliotecas repartidas por Europa del Este y del Oeste.



¿Dónde se hallan tales manuscritos? En muchas de las Bibliotecas importantes del mundo: British Museum, Biblioteca Nacional de París, Vaticano, Viena, San Petersburgo… muy diversos monasterios disperdigados por toda Europa... Normalmente se puede conseguir con cierto esfuerzo microfichas o microfilmes de todos los manuscritos. Algunos están en el Instituto de Münster para la crítica textual del Nuevo Testamento.

Estos manuscritos son accesible a cualquiera que sepa las lenguas en los que están escritos: griego, latín, copto, árabe, etíope clásico, eslavo antiguo. No todos los manuscritos han sido editados y publicados en lenguas modernas, pero sí los principales.

¿Se han conservado los originales? La respuesta es rotundamente no. Sólo hay copias de copias. Los evangelios apócrifos, al ser más tardíos, tienen copias más tardías. Normalmente se copiaron pronto entre los herejes, y luego en los monasterios en la Edad Media tardía (siglo VI-VII). Estas primeras copias también se han perdido. Normalmente lo que tenemos son manuscritos en letra minúscula a partir de los siglos XII y XIII, que transcriben a los primeros que presumiblemente estaban compuestos en letras mayúsculas.

¿Tiene interés la Iglesia hoy en ocultar estos evangelios apócrifos de los ojos de los creyentes? En primer lugar, no podría hacerlo, porque esos documentos no están fícamente en su poder; son patrimonio de la ciencias de la antigüedad , como dijimos, están desperdigados. En segundo, creo que no tendría ningún interés la Iglesia cristiana en quitarlos de los ojos de quienes quieran consultarlos, porque mucho de lo que ha llegado hasta nosotros ya fue suficientemente expurgado y saneado en siglos pasados. La batalla contra los apócrifos se libró en el seno de las Iglesias hace unos catorce siglos, y venció la Iglesia ortodoxa. Los originales peligrosos fueron destruidos, mutilados, censurados o cambiados por trozos ortodoxos. Hoy, de algunos de esos evangelios, no quedan más que restos ideológicamente bastante inofensivos, y encima declarados "falsos".

¿Tienen algún valor histórico estos evangelios gnósticos para reconstruir la figura del Jesús histórico?

En líneas generales ninguna, o prácticamente ninguna, ya que son escritos tardíos, compuestos en su mayoría más de un centenar de años después de la muerte de Jesús, con un tono claramente fantasioso y legendario. Además, la mayor parte de las veces sus autores conocen ya y utilizan los evangelios canónicos –cuyas ideas germinales desarrollan a veces o interpretan alegóricamente-. Este hecho implica que son secundarios y tardíos, alejados de los eventos que presuntamente cuentan.

Y, por último, los autores de muchos evangelios apócrifos ponen en boca de Jesús unas doctrinas que corresponden a un ideario filosófico-religioso muy determinado -normalmente gnóstico-, muy conocido por los investigadores, perfectamente situable en el desarrollo de la filosofía y religiosidad popularizadas de corte platonizante y estoico, que ni por asomo puede ser adscribible al Jesús de la historia, que vivió en unas circunstancias ideológicas muy distintas. Por lo tanto, repito, estos evangelios no tienen valor histórico ninguno para reconstruir la figura del Jesús histórico.

Pero esta tesis generalista tiene una excepción notable que es el Evangelio de Tomás de Nag Hammadi. Es este evangelio una colección de dichos del Señor, de carácter muy parecido al de los Evangelios Sinópticos (Mt-Mc-Lc), que en su forma actual aparecen interpretadas en la línea doctrinal gnóstica, pero que puede haber conservado –hecho descubrible tras el conveniente examen crítico- algunos dichos de Jesús auténticos que no fueron recogidos por los evangelistas sinópticos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“¿Tiene alguna utilidad leer textos apocalípticos?”

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