La distorsión de la historia de la investigación sobre Jesús (XVIII)

Hoy escribe Fernando Bermejo

El último postulado que cabe detectar en la actual periodización de las "tres búsquedas sobre el Jesús histórico" reza que no es posible emitir todavía un juicio suficientemente fundado acerca de la investigación realizada sobre el personaje, en parte en virtud de la consideración de que hoy en día hay una multiplicidad de imágenes de Jesús.

Este postulado, en realidad, sirve asimismo a los intereses de una visión tradicional, en la medida en que, de nuevo, permite evitar confrontarse con resultados incómodos y con sus corolarios. Las obras contemporáneas que asumen una visión más crítica (p. ej. la de Ed P. Sanders), no siendo ya susceptibles de ser silenciadas, quedan anegadas en la llamada “Third Quest”, como si todas las reconstrucciones actuales gozasen del mismo derecho a existir. En esta gran ceremonia de la confusión donde todo vale, las obras genuinamente críticas son mezcladas y confundidas con una larga lista de obras tan inverosímiles como prescindibles.

Resulta comprensible el interés de los “historiógrafos” de la Leben-Jesu-Forschung por convencer(se) de que es pronto para hacer un balance cuando se barrunta que tal balance no será del agrado de muchos (y, en primer lugar, de quienes proclaman a voz en grito que es pronto para hacer un balance). Pero lo que se presenta con la apariencia de prudencia científica no es, cabe temer, sino simple aprensión. En realidad, el postulado según el cual en la actualidad no es posible un juicio equilibrado y fundado sobre la investigación (que llevaría automáticamente, desde luego, a desechar como inverosímiles muchas reconstrucciones) es él mismo un (erróneo) juicio de valor.

Lo que es más, las sugerencias relativas a que es imposible emitir un juicio porque hay muchas reconstrucciones resultan sospechosas. Allí donde sí es posible discernir entre reconstrucciones más o menos verosímiles, el enfático postulado de un omnipresente subjetivismo acaba siendo, paradójicamente, un aliado del dogmatismo. En efecto, cuando se sostiene que la figura histórica de Jesús no es sino el fruto de interpretaciones igualmente subjetivas, el trasfondo implícito –al que se pretende persuadir al observador a volver– es la imagen bimilenaria del Cristo eclesiásticamente diseñada. El relativismo extremo y el dogmatismo se dan, paradójicamente, la mano.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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