“La pasión por el Reino de Dios” (88-02)

Hoy escribe Antonio Piñero


Estoy de acuerdo con J. A. Pagola en la idea de que lo normal era que Jesús predicara en las sinagogas los sábados, pues era el espacio común en el que todos los vecinos de un pueblo se reunían. Utilizar la sinagoga por lo general responde a la estrategia de Jesús de diferenciarse del Bautista. Ya no hay que salir al desierto para oír la proclama de Jesús.

También estoy de acuerdo con Pagola y con Senén Vidal (Los tres proyectos de Jesús, Sígueme, Salamanca, 2003) en que Jesús ve a las gentes de los aldeas y pueblos de Galilea, no a los urbanitas, el mejor punto de arranque para proclamar la necesidad de iniciar una renovación del pueblo judío con vistas al reino de Dios que viene y a su juicio.

También de acuerdo con la noción de la "inversión de valores" que a los ojos de la gente “normal” de Judea y Galilea supone esta estrategia de Jesús: él se dirige a los más pobres y desheredados, los que sufren más la opresión de las circunstancias sociales, políticas y económicas, no a los ricos e influyentes, a los bien establecidos en la sociedad. Es también muy posible pensar que la predicación de Jesús ofrecía a los desheredados la posibilidad de liberarse, al menos espiritualmente por el momento, de las circunstancias agobiantes -en lo económico y social- que podían estar viviendo.

Hay también un consenso entre todos los intérpretes, que yo sepa, en que el núcleo de la actividad de Jesús era la predicación de la venida del Reino. Lo indican numerosos y diferentes pasajes evangélicos:

• Hay trece dichos sobre el Reino en el Evangelio de Marcos.
• Doce o trece en la Fuente “Q”.
• Unos 25 dichos también sobre el Reino en el material especial del Evangelio de Mateo, es decir, el que sólo aparece en él.
• Unos 6 en el material especial del Evangelio de Lucas.
• 2 En el Evangelio de Juan.

Entre ellos destacaría tres por el momento: Mc 1,14-15, Lc 8,1 y Mt 4,23 (los tres son resúmenes de los evangelistas, pero los tres debieron de reflejar bien la realidad). El primero dice:

“Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva ( = ‘evangelio’) de Dios: 15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (= ‘evangelio’)»” (Mc 1,14-15)


Una observación a propósito de Marcos: este evangelista emplea muchas veces la palabra “evangelio” (por ejemplo: 1,1. 14. 15; 8,35; 10,29; 13,10; 14,9) sin necesidad de explicarla. ¿Por qué? Probablemente porque supone que sus lectores conocen de algún modo este vocablo, ya que tienen alguna idea de la predicación paulina que es la que probablemente introdujo el concepto, a modo de vocablo especial y genérico dque indicaba el conjunto de la proclamación acerca de Jesús mesías.

Con otras palabras: parece que fue Pablo el que escogió esta palabra -propia del culto al Emperador, pero también conocida enytre los judíos de lengua greiega por la traducción a esa lengua de los LXX, al menos el verbo "vangelizar"- para designar su mensaje sobre Jesús. Marcos, al utilizarla, pero sin necesidad de explicarla, se revela como un “discípulo” de Pablo, ya que da por supuesto un uso fijo paulino que no hay necesidad de aclarar. Supone también que sus futuros lectores la comprenderán sin más, bien por su utilización en el culto al Emperador, bien porque previamente están informados de algo respecto a Jesús.

El segundo pasaje:

“Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva (Lc no utiliza aquí ‘evangelio’, sino el verbo en participio, que corresponde a nuestro gerundio: ‘evangelizando’) del Reino de Dios” (Lc 8,1).



El tercero:

“Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt 4,23, en donde debemos notar que “toda Galilea” es una exageración retórica, pero aceptable).


Además, la tradición independiente de la Fuente “Q” indica que cuando Jesús envía a predicar a sus discípulos (setenta/setenta y dos -hay dudas en los manucritos- que iban de dos en dos) el mensaje nuclear que les encarga Jesús difundir, aunque con otras palabras, es el mismo: “El reino de Dios está cerca de vosotros” = Lc 10,9/Mt 10,7.

Se puede concluir, por tanto, y sin meterse en más honduras, sólo con estos resúmenes de la actividad de Jesús por parte de los evangelistas, que la noción “reino de Dios” y su proclamación parecen ser el núcleo de la predicación de Jesús. Señala Pagola:

“El reino de Dios es la clave para captar el sentido que Jesús da a su vida y para entender el proyecto que quiere ver realizado en Galilea y en el pueblo de Israel” (p. 88).


Nuestro autor añade: “Y en definitiva en todos los pueblos”. Esta última frase es un complemento propio de Pagola y opino que no se corresponde con la realidad histórica de Jesús que –como veremos- restringió voluntariamente su predicación a Israel. No pensó “en todos los pueblos”: eso es un añadido que corresponde a la teología cristiana posterior, que Pagola atribuye a Jesús sin base firme. Desde luego, u sin ir a más, el Cuarto Evangelio desmiente totalmente esa frase. Jamás en ese Evangelio aparece Jesús tratando con un pagano y menos predicando entre ellos.

Vuelvo a estar de acuerdo con nuestro autor, Pagola, cuando sostiene que Jesús no enseña en Galilea una doctrina especialmente para ser aprendida, nuevas lecciones de teología, sino que su predicación consiste en seañalr insistentemente que va a ocurrir algo. Lo que enseña es “un acontecimiento para que las gentes lo acojan con gozo y con fe”.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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