“El águila y el león / El Hijo del Hombre sobre las nubes” (88-10)

Hoy escribe Antonio Piñero


Finalizamos esta breve incursión en textos mesiánicos del entorno espiritual de Jesús con unos pasajes importantes de uno de los libros más impresionantes de los Apócrifos del Antiguo Testamento, del Libro IV de Esdras, quizá el apocalipsis más imponente que se haya escrito jamás dentro de la literatura judía. Su fecha de composición es bastante segura: a finales del siglo I d.C. Es, por tanto, un poco posterior a Jesús, pero refleja muy bien el pensamiento general de la época.

El águila y el león (11,1-12,51; Apócrifos del Antiguo Testamento VI, pp. 438-449). En una tremenda visión el apocalíptico –que se hace pasar por el antiguo escriba Esdras, del siglo V a.C,- ve un águila enorme:

Y sucedió que en la segunda noche vi un sueño: un águila que subía del mar. Tenía doce alas de plumas y tres cabezas. Y vi que extendía sus alas sobre toda la tierra y todos los vientos del cielo soplaban hacia ella y se agrupaban en torno a ella. Y vi cómo de sus plumas brotaban plumas contrarias y estas mismas se convertían en plumitas pequeñas y diminutas. Las cabezas estaban en reposo, y la del medio era mayor que las demás, pero también ella estaba en reposo. Y vi cómo el águila voló con sus alas para reinar sobre la tierra y sobre los que habitan en ella.


Luego aparece un león e impreca al águila:

Y oí una voz que me decía: Mira delante de ti y reflexiona sobre lo que ves. Y vi una fiera como un león, levantándose de la selva, rugiendo y oí cómo dirigió una voz de hombre al águila diciéndole:

- Escucha y te hablaré. Esto te dice el Altísimo: ¿acaso no eres tú la que quedaba por venir de las cuatro bestias que yo había hecho reinar sobre mi mundo, de manera que por su medio llegara el fin de mis tiempos? Y la cuarta, con su venida, ha vencido a todas las bestias que han pasado, dominando al mundo con gran temor, y al orbe con trabajo durísimo, y a los habitantes del orbe de la tierra durante tanto tiempo con astucia. Tú has juzgado la tierra sin verdad, pues has atribulado a los mansos, has tratado mal a los dóciles, has odiado a los que dicen la verdad […], y el Altísimo ha mirado a sus tiempos y están acabados, y a sus siglos y están completos. Por lo cual tú, águila, desaparece completamente, tú y tus alas horribles y tus alas pequeñas pésimas, y tus cabezas malignas, y tus garras nefastas y todo tu cuerpo vano.


Posteriormente un ángel explica la visión al profeta apocalíptico

Y el ángel me dijo: “Ésta es la interpretación de la visión que has visto. El águila que has visto subir del mar es el cuarto reino de la visión que tuvo tu hermano Daniel” […] “Y respecto al león al que viste que se levantaba de la selva, rugiendo y hablando al águila, y echándole en cara sus injusticias, y todas las palabras que oíste: éste es el ungido que el Altísimo reservó para el fin de los días […] para ellos, y les echará en cara sus impiedades, sus injusticias, y les infligirá delante de ellos el castigo por sus ofensas. Los llevará vivos primeramente a juicio, y una vez que les haya reprochado, los aniquilará. Pero librará al resto de mi pueblo con misericordia,


· El Hijo del Hombre que viene desde el mar.

Finalmente, el visionario contempla como aparece una figura como de hombre sobre las nubes y ve luego el combate del final de los tiempos (13,1-15; Apócrifos del Antiguo Testamento VI pp. 449-451)

Y sucedió que, tras siete días, tuve un sueño durante la noche. Y vi que se levantaba un viento del mar de manera que agitaba todas sus olas. Y vi cómo volaba un Hombre sobre las nubes del cielo y hacia donde dirigía su mirada, temblaban todas las cosas que estaban bajo su vista, y hacia donde salía la voz de su boca, se encendían todos los que oían su voz, como se derrite la cera cuando siente el fuego. Y tras esto vi cómo se congregaba una muchedumbre de hombres innumerable de los cuatro vientos de la tierra, para luchar contra el Hombre que había salido del mar. Y vi cómo formó para sí el Hombre una gran montaña y voló hasta colocarse sobre ella. Y yo quise ver la región o el lugar donde se había formado la montaña y no pude.

Y tras esto vi cómo todos los que se habían congregado contra él, temían grandemente y con todo se atrevían a luchar. Y he aquí que cuando el Hombre vio el ímpetu de la muchedumbre que venía hacia él, no levantó su mano, ni tomó la espada ni cualquiera de los instrumentos de guerra, solamente vi cómo hizo salir de su boca como una ola de fuego y un espíritu de llama de sus labios; y de su boca hacía salir centellas y tempestades, mezclándose todas estas cosas: la corriente de fuego, el viento de llama y la fuerza de la tempestad. Todo ello cayó sobre el ímpetu de la muchedumbre que estaba preparada para luchar, y los incendió a todos de manera que nada se viese de la muchedumbre innumerable, sino solamente el polvo de la ceniza y el olor del humo. Y viéndolo me quedé atónito.

Y tras esto vi al mismo Hombre que bajaba del monte y llamaba hacia sí a otra muchedumbre pacífica. Y venían hacia él rostros de muchos hombres, unos gozosos, otros tristes, unos atados, otros trayendo ofrendas. Y yo, por el pavor inmenso, me desperté y oré al Altísimo diciendo: “Muéstrame, pues, ahora también la interpretación de este sueño” […]



Sigue luego la interpretación de la visión del Hombre que procede del mar, por medio de un ángel. Esa figura misteriosa es el mesías.

El hombre al que has visto precedente del corazón del mar, es aquél a quien el Altísimo ha venido manteniendo oculto durante muchas edades, y que liberará a su creación, y va a orientar a aquellos que andan defectuosos. Y respecto a lo que has visto, a saber que sale viento, fuego y una tormenta de su boca, y que sin blandir ninguna lanza o espada destroza a la multitud que se dirige contra él, su interpretación es la siguiente: Ved, se acercan los días en los que el Altísimo va a librar a aquellos que están en la tierra. Y las gentes que la habitan sufrirán gran confusión. Entonces planearán guerrear unos contra otros, ciudad contra ciudad, lugar contra lugar, pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Y cuando ocurran estas cosas y tengan lugar los signos que os he mostrado de antemano, entonces se revelará mi Hijo, al que habéis visto saliendo del mar.


Tras estos pasajes que reflejan el ambiente teológico judío que fabulaba sobre el futuro mesías, volveremos al resto de las características generales del Reino de Dios según las esperanzas del pueblo de Israel en tiempos de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“La mujer en Grecia y en los Hechos apócrifos de los Apóstoles”

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