“El banquete mesiánico” “La renovación de la alianza” (88-11)

Hoy escribe Antonio Piñero


Como hemos indicado ya varias veces, no es nuestro interés en estos momentos indicar o describir qué es lo que pensaba Jesús sobre el Reino de Dios –que sin duda lo haremos- sino primero trazar un panorama de qué es lo que pensaba al respecto el judaísmo de su época. Este panorama describe los elementos para una narración, historia amplia o discurso sobre el Reino de Dios en el que más o menos podían estar de acuerdo los judíos coetáneos de Jesús.

Estas notas no prejuzgan en absoluto que es lo que pensaba exactamente Jesús al respecto. Recuerden, sin embargo, que es necesario trazar esta visión de conjunto de la mentalidad judía, puesto que –como están de acuerdo prácticamente todos los intérpretes- Jesús no definió exactamente qué entendía por Reino de Dios.

La imagen de un gran banquete formaba parte al parecer de la imaginación en torno a la venida del Reino, aunque no siempre estaba asociada directamente con el mesías. Al parecer era una imagen independiente de esta figura.

Un texto tardío (¿de los siglo V-IV a.C.?) dentro del corpus de Isaías lo describe muy bien:

Hará Yahvé Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados; 7 consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todos los gentes


En Ezequiel 39,17-20 se halla la imagen del banquete escatológico una manera indirecta y brutal, pues está asociada con la derrota de los enemigos de Yahvé, que fenecerán en esa batalla final:

“Congregaos (pájaros y bestias del campo), venid, reuníos de todas partes para el sacrificio que yo os ofrezco, un gran sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne y beberéis sangre. 18 Carne de héroes comeréis, sangre de príncipes de la tierra beberéis. Todos son carneros, corderos, machos cabríos, pingües toros de Basán. 19 Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la embriaguez, en este sacrificio que yo os brindo. 20 Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y de toda clase de guerreros, oráculo del Señor Yahvé”


El apéndice a la Regla de la Comunidad (1QS) designado como 1QSª = 1Q28a (Textos de Qumrán, Trotta, p. 177) habla en apariencia de una comida comunal de los miembros de la comunidad, pero en verdad es un texto escatológico, del final de los tiempos que se refiere al banquete (mesiánico):

“Ésta es la asamblea de los hombres famosos, los convocados a la reunión del consejo de la comunidad, cuando engendre Dios al mesías en ellos… entrará el mesías de Israel y se sentarán ante él los jefes… el sacerdote bendecirá la primicia del pan… y después el mesías extenderá su mano hacia el pan…” (columna 2,11-21).


Más claro en un pasaje del Libro de las parábolas de Henoc (= 1 Henoc 62,13-14 = Apócrifos del Antiguo Testamento IV 85):

“Los justos y los elegidos serán salvos en aquel día y ya no verán el rostro de los pecadores e inicuos. El Señor de los espíritus habitará en ellos; con el Hijo del Hombre morarán y comerán, se acostarán y levantarán por los siglos de los siglos”.


El autor de este libro se imagina, pues, el Reino de Dios como el banquete perpetuo de los dioses en el Elíseo.

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También se imaginaba entre los judíos que -en su Reino- Dios renovaría su alianza con Israel. Como resultado, las gentes cambiarían los corazones, todos cumplirían la Ley, no habría pecado alguno. Unos cuantos pasajes del Antiguo Testamento y de Qumrán ilustran esta esperanza. Así Isaías 44,3-4:

“Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, mi bendición sobre cuanto de ti nazca. 4 Crecerán como en medio de hierbas, como álamos junto a corrientes de aguas. 5 El uno dirá: “Yo soy de Yahvé”, el otro llevará el nombre de Jacob. Un tercero escribirá en su mano: “De Yahvé” y se le llamará Israel»”.



El texto de Jeremías capítulo 31 es típico y conocido:

“31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahvé - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; 32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahvé -. 33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahvé -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahvé», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de Yahvé - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme”.


O la efusión del Espíritu en el famoso texto de Joel 3,1-2 que citan los Hechos de los apóstoles (2,17ss):

Después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 2 Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.


El Documento de Damasco, texto esenio descubierto antes que los manuscritos de Qumrán, habla a menudo de la “entrada en la nueva alianza” que Dios ha establecido con los miembros de la secta (“toso los hombres que entraron en la alianza nueva en la tierra de Damasco…”: 19,33.

Seguiremos, Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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