La catábasis de Orfeo, o el amor en los Infiernos


Hoy escribe Fernando Bermejo

Dedicado a A.O.T, por quien al menos un Orfeo descendería aún.

Hermosísimo, elocuente y conmovedor es el mito de la catábasis (descenso) de Orfeo al Hades, por amor, en busca de Eurídice, su esposa muerta. El hecho de que sea conocido no lo hace menos digno de ser recordado (lo hacemos hoy con ocasión de la lectura de una obra ya reseñada en otras ocasiones: A. Bernabé – F. Casadesús (eds.), Orfeo y la tradición órfica. Un reencuentro, 2 vols., Akal, Madrid, 2008).

Al Hades se puede descender por diversos motivos: para cumplir un desafío heroico, como en el caso de Heracles en busca de Cerbero (una de sus doce tareas); para adquirir conocimiento, como en el caso de Odiseo (o de Eneas), que va a entrevistarse con las almas de los muertos; o como muestra de hybris, como en el caso de Pirítoo, que pretende nada menos que a la diosa Perséfone.

La catábasis de Orfeo es muy particular. Él viaja al Hades sin la autorización previa de divinidad alguna, con el objeto de rescatar a su esposa muerta. La transgresión, desorbitada, del orden de las cosas, el intento de cancelar los límites entre la vida y la muerte… son la muestra del amor de Orfeo por su esposa y hacen de su tentativa algo grandioso, que merece ser pensado.

La complejidad del relato es evidente. En un primer momento, Orfeo parece obtener lo que anhela, al lograr persuadir con su música a Hades y a Perséfone, que acceden a liberar a Eurídice. Sin embargo, la ruptura del orden tiene un precio que no parece poder pagarse fácilmente: la obtención del rescate de un alma que, por muerta, pertenece ya al más Allá, está supeditada al cumplimiento de una condición: como el bíblico Lot, Orfeo no debe volverse a mirar, pues si lo hace antes de haber abandonado el mundo inferior Eurídice ya no podrá acompañarle al mundo de los vivos.

El desenlace es conocido: Orfeo se vuelve a mirar. ¿Desconfiaba de la palabra de Hades, o tal vez su deseo de ver sin dilación a Eurídice nubló toda su prudencia? El resultado de su osadía o su impaciencia es, en todo caso, demoledor: tras haber obtenido una segunda y excepcional oportunidad, Orfeo la pierde irremisiblemente.

El fracaso de Orfeo está expresado con extraordinaria sensibilidad en un magnífico relieve de mármol ático, que nos ha llegado a través de copias romanas conservadas en París y Nápoles. El original, fechado hacia 420-410 a.e.c. es obra de un escultor del círculo de Fidias.



Este relieve presenta, a la izquierda, a Hermes; en el centro, a Eurídice; a la derecha, a Orfeo. La escena representa el momento de la despedida definitiva. Orfeo viste túnica y clámide, gorro frigio y altas polainas de piel; en su brazo izquierdo reposa una lira que ya no toca, como si sus acordes fuesen ya del todo inútiles. Girado su cuerpo hacia Eurídice, levanta levemente el velo de ésta para mirar directamente a los ojos de su esposa. Es aquello que según la condición divina no debía hacer, y por tanto la separación se anuncia inminente. Aunque la mano izquierda de Eurídice se posa todavía sobre el hombro de Orfeo, su pierna derecha está ya girada para iniciar la marcha hacia atrás, de nuevo de vuelta al Hades. De hecho, su brazo derecho está ya enlazado por el pliegue de la clámide de Hermes Psicopompo, lo que indica que en ese momento la mujer está ya siendo guiada ineluctablemente por quien guía las almas a los dominios de la muerte. Mientras el dios tiene la cabeza alta, las de Orfeo y Eurídice están inclinadas por la tristeza y el abatimiento.

El mito puede ser leído desde diversos ángulos. Pero merece la pena meditar la determinación de Orfeo, decidido por amor a rescatar de las garras de la muerte a la esposa que amaba y que el Hades se llevó, para él, demasiado pronto; decidido, por su inmenso amor, a hacer algo que a nadie más se le había ocurrido. Merece la pena meditar el hecho de que, según el mito, su coraje y su arte conmovieron a los dioses de la muerte hasta el punto de renunciar a sus derechos y conceder a Eurídice (y a Orfeo, cuya vida sin ella no se distinguía de la muerte) una segunda oportunidad. Merece la pena meditar el hecho de que su impaciencia hizo perder a Orfeo lo que más quería, aquello por lo que tan denodadamente había luchado. Merece la pena, en fin, meditar el posible alcance de la tristeza de Orfeo, y hasta qué punto la mortalidad llega a ser verdaderamente trágica para quien verdaderamente ama.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo


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Como contribución por mi parte a la difusión del libro que está comentando en postales diversas mi colega y amigo Fernando Bermejo, me permito hacer llegar a los lectores el índice de esta estupenda obra. Creo que con sólo dar a conocer su denso contenido se verá su enorme atractivo. Los dos volúmenes son como una enciclopedia bien organizada en la que se ha recogido lo último de la investigación al respecto.

ÍNDICE GENERAL

I. INTRODUCCIÓN (Francesc Casadesús) 2

PRIMERA PARTE

ORFEO, DE PERSONAJE DEL MITO A AUTOR LITERARIO

II. ORFEO, UNA «BIOGRAFÍA» COMPLEJA (Alberto Bernabé) 15

1. Atribución de diversas creaciones a un personaje mítico, 15 – 2.
Un nombre de gran antigüedad, 16 – 3. Versiones completas e
incompletas del mito, 18 – 4. La familia de Orfeo, 18 – 5. El
músico prodigioso, 20 – 6. Orfeo, Argonauta, 21 – 7. Orfeo y Eurídice,
21 – 8. Nuevas y variopintas capacidades, 25 – 9. Una
muerte prodigiosa y prodigios tras la muerte, 25 – 10. Cultos en
honor de Orfeo, 26 – 11. Interpretaciones del mito, 26 – 12. Consideraciones
finales, 28

III. LA MÚSICA DE ORFEO (Francisco Molina) 33
1. Proemio, 33 – 2. Los medios humanos de un arte sobrehumano:
la palabra musical, 34 – 3. Interludio: la filosofía griega de la
música y el mito de Orfeo, 37 – 4. El ámbito natural de un arte
sobrenatural (entre fieras y hombres), 40 – 5. La seducción de lo
sobrenatural, 50 – 6. En la eternidad. Orfeo y la perennidad de la
música, 56

IV. VIAJES DE ORFEO (Alberto Bernabé) 59
1. Viajes al mundo de los vivos y al mundo de los muertos, 59 –
2. Orfeo, un extranjero en Grecia, 61 – 3. Orfeo, argonauta, 62 – 4.
El viaje al Más Allá, 68 – 5. Conclusiones, 72

V. RASGOS MÁGICOS EN EL MITO DE ORFEO (Raquel Martín) 75
1. Orfeo, mago, 75 – 2. Orfeo, un héroe extranjero, 76 – 3. El
canto mágico, 77 – 4. El descenso al mundo de los muertos, 78 –
5. La abstinencia sexual, 80 – 6. El viaje de los Argonautas, 82 –
7. La muerte de Orfeo, 83 – 8. Orfeo y los ritos iniciáticos, 86 –
9. Orfeo, un mago a los ojos de los escritores, 89 – 10. A modo
de conclusión, 90

VI. LA TRANSMISIÓN DE RITOS (Ana Isabel Jiménez) 91
1. Testimonios de diversa procedencia, 91 – 2. La transmisión de
teletaiv, 92 – 3. La imagen de Orfeo en el ritual órfico, 96 – 4.
Conclusiones, 103

VII. LA MUERTE DE ORFEO Y LA CABEZA PROFÉTICA
(Marco Antonio Santamaría ) 105
1. La muerte de Orfeo. Versiones, 105 – 2. El entierro y la tumba
de Orfeo, 120 – 3. La cabeza cantora, 125 – 4. El oráculo de la
cabeza, 128

VIII. LAS IMÁGENES DE UN ORFEO FUGITIVO Y UBICUO (Ricardo Olmos) 137
1. Una figura compleja, 137 – 2. ¿Huellas en la Tracia prehistórica?,
138 – 3. ¿Un Orfeo micénico?, 139 – 4. Conexiones en Chipre y el
Próximo Oriente, 141 – 5. El vaso del Pintor del Heptacordo, 143 –
6. Orfeo argonauta en el Tesoro de los Sicionios, 144 – 7. El cantor
del lécito de Heidelberg, 146 – 8. El citarista y las Sirenas de
Malibu, 147 – 9. El citarista de Villa Giulia, 148 – 10. Orfeo y las
mujeres tracias, 150 – 11. Orfeo entre los tracios, 152 – 12. La lesque
de Polignoto en Delfos, 154 – 13. La cabeza de la Gliptoteca de
Múnich, 157 – 14. La cabeza de Orfeo en Lesbos, 159 – 15. Orfeo
en el Hades en la cerámica apulia, 166 – 16. El relieve de Orfeo,
Eurídice y Hermes, 171 – 17. Las copas de Sotades, 173 – 18.
Orfeo, encantador de personas y animales, 174

IX. IMÁGENES DE ORFEO EN EL ARTE JUDÍO Y CRISTIANO
(Jean-Michel Roessli) 179
1. Introducción, 179 – 2. Orfeo en el arte judío, 180 – 3. Orfeo en
el arte paleocristiano, 187 – 4. Presentación y crítica de las interpretaciones
propuestas, 213

X. ATRIBUCIÓN A ORFEO DE UNA TRADICIÓN POÉTICA (Alberto Bernabé) 227
1. Orfeo, autor literario: seguidores y detractores de una atribución,
227 – 2. ¿Por qué se atribuyen poemas a Orfeo?, 231 – 3.
Atribuciones antiguas y recientes, 233 – 4.A modo de resumen, 236

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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