“La derrota de Satanás y sus huestes” (88-13)

Hoy escribe Antonio Piñero


Otras de las creencias bastante consolidadas entre los judíos de la época de Jesús respecto al Reino de Dios y los momentos finales del mundo en general era la derrota total del mal y el triunfo de las fuerzas del bien sobre Satanás y sus huestes, bien sea previamente, bien en los momentos iniciales de la instauración del Reino.

Hay muchos textos al respecto tanto en la literatura del Antiguo Testamento como en sus Apócrifos. Recordemos aquí que estos textos –algunos muy antiguos, compuestos desde los siglos III/II a.C.- sólo fueron apócrifos muy tarde, al final de la época del Nuevo Testamento (120 d.C.; a mediados del siglo III d.C. aún no estaba dedicido el estatus canónico de algunos de ellos ), quien todavía los cita o alude a ellos (unas 170 alusiones a los Apócrifos del Antiguo Testamento en el corpus del Nuevo Testamento)- eran la literatura piadosa de época de Jesús.

Si él los leyó o no, no podemos saberlo. Pero es prácticamente seguro que todo judío piadoso del siglo I los conocía de una u otra manera. Eran tan estimados que de muchos de ellos se han conservado copias entre los Manuscritos del Mar Muerto. Por tanto, despreciar su valor como "apócrifos"

Veamos algunos de estos pasajes:

· El primero de Isaías, 66,15-16, aunque menciona sólo la derrota de los malvados -e implícitamente de quien los sustenta, el Diablo-:

“15 Pues he aquí que Yahvé en fuego viene y como torbellino son sus carros, para desfogar su cólera con ira y su amenaza con llamas de fuego. 16 Porque con fuego Yahvé va a juzgar y con su espada a toda carne, y serán muchas las víctimas de Yahvé”.


· En el libro de los Jubileos después de mencionar el castigo de los hombres malvados tras el Diluvio, el vidente afirma que los demonios (ángeles caídos, o quizás los padres de los humanos ¿?)

“Serán encarcelados en los abismos de la tierra hasta el gran día del Juicio, para que sea firme la sentencia contra todos los que corrompieron su conducta y sus acciones ante el Señor” (5,10: AAT II 95).


Más adelante con toda claridad, al describir las bendiciones mesiánicas, afirma el vidente:

“En esos días los niños comenzarán a examinar las leyes y a estudiar los mandamientos, volviendo al camino de la justicia. Irán multiplicándose y creciendo las vidas de esos hombres, generación tras generación y día tras día, hasta que se acerquen sus vidas a los mil años y a muchos años de muchos días. No habrá anciano ni quien se canse de vivir, pues todos serán niños e infantes; pasarán todos sus días en salud y gozo, y vivirán sin que haya ningún demonio ni mal destructor, pues todos sus días serán de bendición y salud. Entonces curará el Señor a sus siervos, que se alzarán y verán gran paz. Se dispersarán sus enemigos, y los justos verán y darán gracias, regocijándose por los siglos de los siglos viendo en el enemigo todo sus castigo y maldición. Sus huesos descansarán en la tierra, su espíritu se alegrará sobremanera, y sabrá que existe un Señor que cumple sentencia y otorga clemencia a los centenares y miríadas que lo aman. Y tú, Moisés, escribe estas palabras pues así está escrito y registrado en las tablas celestiales como testimonio de perpetuas generaciones” (AAT II 137).



· La derrota final del Diablo está muy bien descrita en el Libro de los Vigilantes, quizá la parte más antigua del Libro I de Henoc, compuesta en el siglo III a.C., pues la obra es conocida por el autor de Jubileos y se han encontrado restos de ella entre los Manuscritos del Mar Muerto del siglo II a.C. En 10,6 se lee:

El Señor dijo al ángel Rafael: “Encadena a Azazel (otro nombre del jefe de los demonios) de manos y pies y arrójalo a la tiniebla; hiende el desierto que hay en Dudael y arrójalo allí. Echa sobre él piedras ásperas y agudas y cúbrelo de tiniebla; permanezca allí eternamente; cubre su rostro, que no vea la luz, y en el día del juicio sea enviado al fuego. Vivifica la tierra que corrompieron los ángeles, anuncia su restauración pues yo la vivificaré, para que no perezcan todos los hijos de los hombres a causa de todos los secretos que los (ángeles) vigilantes mostraron y enseñaron a sus hijos. Pues se ha corrompido toda la tierra por la enseñanza de las obras de Azazel: adscríbele toda la culpa.


· Estas mismas ideas se perciben en el libro deuterocanónico (sagrado en segundo grado) de Tobías, en los capítulos 6-8: el demonio expulsado del aposento de la joven Sarra, esposa de Tobías, por un rito semimágico es perseguido por el ángel Rafael cuando escapa por los aires. Rafael le da alcance, lo ata de pies y manos y lo encadena (8,1-3).

· Es el Apocalipsis de Juan el escrito que mejor representa la noción de la derrota final de Satanás, que se imagina en dos tiempos. Al final del primer combate escatológico, un ángel que baja del cielo encadena a la

“Serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás… durante mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y le puso encima dos sellos" (20,1-3).


Al final del segundo combate escatológico, cuando concluya el reino del mesías en la tierra por mil años, Satanás es derrotado definitivamente. Él su sus tropas son detenidos por fuego del cielo. El Diablo, el gran seductor, es vencido de nuevo y resulta

“Arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso Profeta, y con ellos será atormentado día y noche por los siglos de los siglos” (20,9-10).


El Apocalipsis de Juan es ciertamente cristiano, pero en su faceta judía es quizá el mejor y más poderoso exponente de la concepción de la derrota definitiva de Satán en el segundo reino mesiánico, al final absoluto de los tiempos.

Seguiremos, Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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