El Gran Juicio antes de la venida del Reino (y II) (88-16 )

Hoy escribe Antonio Piñero

El tema del Gran Juicio es tan importante, tanto para el judaísmo como para el cristianismo, dentro del marco de ideas teológicas que supone el Reino de Dios, que merece la pena que nos detengamos un día más en él. Los siguientes pasajes son del Libro de la Sabiduría (canónico para los católicos; apócrifo para judíos y protestantes), compuesto en torno al 50 a.C. y de gran influencia al menos entre los judíos de la Diáspora en aquella época

7 El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán. 8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente (3,7-8)


17 Si viven largos años, no alcanzarán estima alguna y al fin su ancianidad carecerá de honor. 18 Y si mueren pronto, no tendrán esperanza ni consuelo en el día de la sentencia, 19 pues duro es el fin de una raza inicua (3,17-18)



Aunque no se mencione estrictamente el Juicio, el autor del Libro de la Sabiduría lo tiene claramente en su propósito en el texto siguiente, muy célebre con el tiempo:

14 En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el viento, como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el humo con el viento; pasa como el recuerdo del huésped de un día. 15 Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su recompensa, y su cuidado a cargo del Altísimo. 16 Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la diadema de la hermosura; pues con su diestra los protegerá y los escudará con su brazo (Sabiduría 5, 14-16).



Dentro del ámbito de los hoy "Apócrifos veterotestamentarios" la idea del Gran Juicio está muy bien representada. Los textos son abundantes y el problema sólo consiste en hacer una selección.

Por ejemplo vamos a fijarnos sólo en el Libro I de Henoc puesto que era sagrado para los primeros cristianos (el libro, hoy rachazado, aparece citado como canónico en la epístola de Judas 14 y aludido (vv. 4-6) antes. Por cierto, el hoy apócrifo La Asunción de Moisés, también es citada en esta Epístola, v. 9):

Y cuando todos sus hijos hayan sido aniquilados y hayan visto la perdición de sus predilectos, átalos por setenta generaciones bajo los collados de la tierra hasta el día del juicio definitivo, hasta que se cumpla el juicio eterno (Libro I de Henoc 10, 12).


Estas cavidades son para que se reúnan en ellas los espíritus, las almas de los muertos: para ellos han sido creadas, para que agrupen a todas las almas de los hijos de los hombres. Estos lugares han sido hechos para que permanezcan aquí hasta el día de su juicio, hasta llegar su plazo, que es grande hasta que llegue su gran juicio. [...] Aquí son apartadas sus almas, en este gran tormento, hasta el día del gran juicio, (para) venganza, tormento y castigo de esas almas de los que eternamente maldicen (Libro I de Henoc 22, 3-4, 11).


Otros textos de 1 Henoc que pueden consultarse son: 1,7.9; 10,13-4; 22,4.11; 90,20-27; 91,7.9.14-15 (todos ellos aparecen en el volumen IV de la serie Apócrifos del Antiguo Testamento, Edit. Cristiandad, Madrid, 1984, pp. 39-143.

Javier Alonso, citado en la postal anterior a propósito del futuro libro sogre "El Juicio Final", resume del modo siguiente cuál era la mentalidad de los judíos piadosos del siglo I respecto a la creencia en el Gran Juicio respecto a la cual se han ido formando todos los elementos pertinentes:


1. Contamos ya en el judaísmo con una visión escatológica de la vida humana en la que el fin del mundo está muy próximo.

2. Tenemos un juicio en el que aparece un juez, Yahvé, y un mesías, agente intermedio entre la divinidad y la humanidad (personaje habitual en estos textos, aunque no imprescindible para el juicio).

3. Existe una ley (la ley de Moisés, cuyo cumplimiento se espera de todos los justos) que sirve como vara de medir la rectitud de cada persona durante el juicio.

4. Tanto los pecadores como los justos reciben un trato acorde con su conducta en un lugar destinado a tal efecto (cielo e infierno). Se contempla, por tanto, el principio de retribución divina.

5. Somos testigos del final de este tiempo, que tiene lugar en el momento de la resurrección de los muertos y que da paso a una nueva era en la que imperará el Reino de Dios.

6. El juicio es un acto único e irrepetible, y afecta a toda la humanidad, pero cada uno responde individualmente de sus actos.

7. Por último, del propio proceso se deduce que hay una clara creencia en la resurrección de los muertos, sin la cual todo este entramado carecería de sentido.

Un tema complementario a estas ideas era la creencia de que en el cielo había escritos (por Dios mismo, o bien por los ángeles) “libros” o “tablas celestiales” en las que estaban consignadas las obras buenas y malas de todos los seres humanos. Todas estaban archivadas y se guardaban para el gran juicio. De entre los muchos textos al respecto (de 1 y 2 Henoc, de la Ascensión de Isaías, del libro de los Jubileos, del Apocalipsis de Sofonías, etc..) entresaco uno también del Libro 1 de Henoc:

En aquellos días me dirigió la palabra Uriel y me dijo:

- Todo te lo he mostrado, Henoc, y todo te lo he revelado, para que vieras este sol, esta luna y a los que guían las estrellas del cielo, y a todos los que las cambian, su acción, tiempo y salida. En los días de los pecadores los años serán cortos y la semilla en sus predios y tierras será tardía; todas las cosas en la tierra se transformarán y no aparecerán en su tiempo: la lluvia será negada y el cielo la retendrá. Entonces el fruto de la tierra será tardío, no brotará a su tiempo, y el fruto de los árboles se retraerá de sazón. La luna cambiará su régimen y no se mostrará a su tiempo […]; muchos astros principales violarán la norma, cambiarán sus caminos y acción, no apareciendo en los momentos que tienen delimitados. Toda la disposición de los astros se cerrará a los pecadores, y las conjeturas sobre ellos de los que moran en la tierra errarán al cambiar todos sus caminos, equivocándose y teniéndolos por dioses. Mucho será el mal sobre ellos, y el castigo les llegará para aniquilarlos a todos.

Me dijo también:

- Mira, Henoc, las tablas celestiales, y lee lo que está escrito en ellas, entérate de cada cosa.

Miré las tablas celestiales, leí todo lo escrito y supe todo; y leí el libro de las acciones de los hombres y todos los seres carnales que hay sobre la tierra, hasta la eternidad […] Exclamé y dije: “Bienaventurado el hombre que muere justo y bueno, sin que le haya sido adscrita ninguna iniquidad ni se la encuentre en el día del juicio”.


Para no cansarles más omito el citar prolijamente textos de los Manuscritos del Mar Muerto sobre el gran Juicio; sólo en la Regla de la Comunidad (1QS) hay dos o tres –véase por ejemplo 4,11-14; 5,12-13-, y lo mismo en los Himnos del Maestro de justicia o en el Documento de Damasco: véase, por ejemplo 7,9/19,6. Todos ellos pueden consultars en la edición de Florentino García Martínez, Trotta, Madrid.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“La 'segunda' carta a los filipenses”
y

"El género literario de los Hechos de los Apóstoles (II)".


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