La creencia en la resurrección (88-17)

Hoy escribe Antonio Piñero

Casi me da apuro tener que corroborar con textos esta creencia que era universal en el judaísmo de la época de Jesús. Es bien sabido que en el Antiguo Testamento hasta el Libro de Daniel,

En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el Libro. Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad (12,1-3),


hay sólo atisbos (por ejemplo el siguiente del libro de Job):

Porque yo sé que mi Redentor vive y al fin se erguirá como fiador sobre el polvo; y detrás de mi piel yo me mantendré erguido, y desde mi carne veré a Dios (19,25-26),


pero no una declaración absolutamente explícita de la creencia en la resurrección (el Eclesiastés, o Qohelet la niega explícitamente). Un atisbo -ya que el texto tiene seguramente otra interpretación- más claro se halla en el Libro de Ezequiel:

Entonces me dijo: “Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí que dicen: “¡Nuestros huesos están secos, se ha desvanecido nuestra esperanza, se acabó [todo] para nosotros”. Por tanto, profetiza y diles: “Así dice Adonay Yahvé: He aquí que voy a abrir vuestras tumbas y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os conduciré al suelo de Israel. Y reconoceréis que Yo soy Yahvé cuando abra vuestras tumbas y de vuestros sepulcros os haga subir, pueblo mío. E infundiré en vosotros mi espíritu y reviviréis; y os estableceré sobre vuestro suelo, y conoceréis que Yo, Yahvé, he dicho y hecho, oráculo de Yahvé” (Ezequiel 37, 11-14).


En el fragmento apocalíptico tardío de Isaías 24-27 -quizás del s. IV a.C.- insertado en los oráculos de este profeta, aparece también incoada la idea de la resurrección cubierta en la idea de un festín mesiánico:

Hará Yahvé Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados; consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todos los gentes; consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado. Se dirá aquel día: “Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su salvación (25,6-9).


Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu rocío, y la tierra echará de su seno las sombras (26,19).


El redactor del tardío Salmo 16 sostiene también:

Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa; pues no has de abandonar mi alma al sheol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa. Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre (vv. 9-11).



Mucho más claro está la creencia en los hoy Apócrifos del Antiguo Testamento:

Salmos de Salomón 3,11-12 (en torno al 50 a.C.):

La perdición del pecador es para siempre,
de él no se acordará Dios cuando visite a los justos,
ésta es la suerte del pecador para siempre.
Mas los que son fieles al Señor resucitarán para la vida eterna;
su vida, en la luz del Señor, no cesará nunca.


Igualmente en el Testamento de los XII Patriarcas, cuya base es del siglo I a.C.:

Entonces veréis a Henoc, Noé, Sem, Abrahán, Isaac y Jacob resucitados, a la derecha, llenos de júbilo. Entonces resucitaremos también nosotros, cada uno en su tribu. Luego resucitarán todos, unos para la gloria; otros, para la deshonra. Juzgará el Señor en primer lugar a Israel, por las impiedades contra él cometidas. Luego juzgará también a las gentes. Por medio de los gentiles elegidos reprobará a Israel… (Testamento de los XII Patriarcas [Test. de Banjamín 10,8]).


Y muy nítido también en el Libro IV de Esdras (en torno al año 100 d.C.)

Y sucederá que, tras estos siete días, será despertado el mundo que todavía no está despierto, y morirá el mundo corrompido. La tierra devolverá a los que duermen en ella, y el polvo a los que habitan en el silencio, y las despensas darán las almas que les fueron encomendadas (IV Esdras 7,31-32)


Es impresionante la descripción de los porqués de la felicidad de los justos tras la resurrección -en la inminencia del Juicio- en este mismo libro:

Respecto a los que guardaron los caminos, he aquí el orden para cuando comienzan a ser separados del vaso corruptible, para los que han servido al Altísimo con trabajo mientras moraban en el tiempo, y han soportado a cada hora el peligro para guardar perfectamente la ley del legislador, por lo cual he aquí la palabra acerca de ellos: “En primer lugar contemplan con gran gozo la Gloria del que las recibe (y) descansarán […] porque ven el desasosiego en el que vagan las almas de los impíos y el castigo que les está reservado. […], (porque) ven el testimonio que les ha testificado el que las plasmó, por haber guardado en su vida la ley que fue dada por la fe, […], porque entienden el descanso con el que reunidos en sus recintos descansarán con gran silencio, conservados por los ángeles, y la gloria que les espera al final de los tiempos, […], (porque) se alegran de haber escapado ya del (mundo) corruptible y de estar para poseer la herencia, pues todavía ven lo angosto y lleno (de penas) de lo que han sido liberados, y lo espacioso que empiezan a recibir gozándose y siendo inmortales, […] cuando les sea mostrado cómo su rostro empezará a brillar como el sol, y cómo empezarán a asemejarse a la luz de las estrellas como sin corrupción, […] porque se gozarán con confianza, esperarán sin confusión y se alegrarán sin miedo, pues se aprestan a contemplar el rostro de Aquél a quien sirvieron en vida y del que comienzan a recibir la recompensa en gloria. Tal es el orden de las almas de los justos a las que ya desde ahora son anunciados (y tales) los predichos caminos de tormento que desde ahora padecen los negadores (4 Esdras 7,75-99).


Y máa adelante, el mismo vidente escribe:

El mundo presente no es el fin […] Por ello oraron los que eran fuertes en favor de los inválidos. Pero el día del juicio será el fin de este tiempo y el comienzo del tiempo de la futura inmortalidad en el cual pasó la corrupción, la intemperancia quedó disuelta, la incredulidad cortada; en cambio creció la justicia y nació la verdad. Entonces nadie podrá compadecerse de aquél que haya sido vencido en el juicio, ni hundir a aquél que haya vencido (7,102-115).


Esta es la idea general que fue aceptada por la Iglesia cristiana, la cual vio en el Libro IV de Esdras una suerte de Escritura judía revelada, que no estaba en el canon de textos sagrados, pero que merecía toda consideración y respeto. La liturgia de la Iglesia católica se ha inspirado en estas frases del Libro IV Esdras para el responsorio Requiescant in pace (“Descansen en paz”) y la petición Lux aeterna luceat eis (“Brille para ellos la luz eterna”).


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“La ‘tercera’ carta a los filipenses”

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