Las perspectivas finales del “Jesús recordado” (109-D)

Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en la postal anterior que concluiríamos en esta comunicación nuestro comentario a la importante obra de Dunn. Sospecho, sin embargo, que las conclusiones del libro merecen un espacio más destacado que una única “postal”.

La conclusión del libro comienza resaltando la importancia de prestar más atención desde ahora en adelante a los modos de la tradición oral tal como se ven reflejados en los Evangelios y pueden deducirse de un análisis crítico-literario de ellos.

La vuelta al estudio de la tradición oral sobre Jesús se justifica –según Dunn- por el fracaso de las excesivas esperanzas que se habían depositado en los métodos histórico-críticos, protagonizados sobre todo por la filología-teología alemana desde principios del siglo XX (= método de “Historia de las formas”: Martín Dibelius y Rudolf Bultmann).

Se creía que los estudios de historia sobre Jesús iban a ofrecer un elenco de “hechos objetivos” e irrefutables sobre el personaje. Pero las críticas que se han realizado a los resultados de esta investigación han demostrado que tales “hechos irrefutables” sobre Jesús se han tornado huidizos e ilusorios, según Dunn.

Observación por mi parte: sólo en parte es cierto lo afirmado hasta aquí. No cabe duda de que se ha ido construyendo a partir de Dibelius-Bultmann (y desde mucho antes: ellos se fundaron sobre las observaciones aceerca de los Evangelios de decenas de estudiosos del siglo XIX) un consenso cada vez más firme sobre lo que “no era ni podía ser Jesús” y sobre los rasgos más seguros de su figura, sus hechos y sus dichos. Un consensohasta hoy que invade incluso ls obras de los autores más confesionales y que se construye a pesar de la lluvia de críticas.

Las siguientes afirmaciones de Dunn en su capítulo conlusivo son importantes:

“El estudio del pasado como problema hermenéutico pone de manifiesto algunos hallazgos significativos (respecto al método de investigación y la actitud del investigador): la importancia de reconocer un texto histórico como tal, como texto histórico; la importancia de conservar un concepto activo del “sentido llano”, al menos para esforzarse por oír al texto hablar en su propio lenguaje y estilo; la importancia de respetar la intención del texto, aun cuando las cuestiones planteadas induzcan a obtener otra información de él o a través de él; y finalmente aunque no de una trascendencia menor, la importancia de reconocer y tener presente la naturaleza del proceso hermenéutico del diálogo entre el texto y el oyente/lector” (p. 989).


Observación por mi parte: lo dicho por Dunn parece sensato y respetable. Pero me temo que en el trasfondo de este pasaje trascrito se oculta una cierta propensión a olvidar que en el caso de los Evangelios hay que proceder con una cautela muy activa: los autores evangélicos parten de una posición intelectual de fe absoluta en Jesús resucitado, de la idea de que el Jesús de la historia es el Hijo real de Dios. Por tanto sus obras son de “propaganda religiosa” de esa fe y están teñidas por ella. Nadie debe ofenderse por esta afirmación: las obras de Julio César –de entre ellas las más conocidas la “Guerra de Hispania” y la “Guerra de las Galias”, obras importantísimas para la historia antigua- son escritos de propaganda política y personal. Igual puede decirse del "Monumentum Anciranum" y sobre todo de la "Historia Augusta", respecto a Octaviano Augusto: son textos de propaganda. Por tanto, se impone la cautela: el historiador debe tener precaución con ellos cuando transmiten algo más que meros datos (opiniones o comentarios; disposición de las historias, etc.).

Dunn acepta con algunas reservas, no grandes, los hallazgos metodológicos de la denominada “Crítica de fuentes”: acepta que el Evangelio de Juan es una fuente histórica menos fiable que los Sinópticos, pero que puede utilizarse para el fin de reconstruir el “Jesús recordado” comprobando caso por caso su información. La “Teoría de las dos fuentes” (= Mateo y Lucas tienen como fuentes principales a Marcos y a la “Fuente Q”) es aceptada por él sin mayores reparos como la más convincente de cuantas se han formulado en los siglos XIX y XX. Ello supone que se deben tener en cuenta las modificaciones de Lucas y Mateo sobre sus fuentes, pues ya no pertenecen al estrato del "Jesús recordado", sino al de sus opiniones personales o la de sus comunidades.

Respecto a los intentos de algunso investigadores de hacer diversas “estratificaciones"(= búsqueda de estratos cronológicos diversos) de la “Fuente Q” y ver detrás a diversas comunidades cristianas en cada una de ellas, es bastante escéptico Dunn. Estoy de acuerdo con él en que se están obteniendo “conclusiones más rotundas y de mayor alcance de lo que permiten los datos". Así que ¡cuidado también con el uso acrítico de la "Fuente Q".

Dunn no alberga duda alguna de que hay que tener siempre en cuenta para todo estudio histórico sobre Jesús la debida consideración al carácter del judaísmo de la época y a las circunstancia políticas, sociales, religiosas dentro de las cuales Jesús emprendió su misión. También considera Dunn con razón que deben tenerse en cuenta cuantos hallazgos arqueológicos puedan ser interesantes. Por ejemplo –añado- respecto a la Galilea del siglo I, o sobre la existencia histórica de Nazaret, sobre la que muchos, en mi opinión indebidamente, albergan serias dudas…, etc.

Estoy de acuerdo con Dunn en que el empleo de las teorías y proyecciones y generalizaciones sociológicas deben tenerse también en cuenta a la hora de elaborar la imagen de Jesús, pero sin darles un valor absoluto. En mi opinión, por ejemplo, las generalizaciones de corte antropológico sobre los campesinos en el ámbito del Mediterráneo formuladas por J. D. Crossan, si se llevan al extremo, conducen –junto con un uso muy restrictivo y partidista de la fuentes escritas- a una imagen de Jesús absolutamente inverosímil.

Seguiremos, pues me gustaría contrastar las opiniones de Dunn en sus conclusiones a su estudio sobre Jesús con las otros investigadores, sobre todo independientes. Por ejemplo, las manifestadas en sus páginas introductorias al “Galileo armado” de José Montserrat y su método de utilización de fuentes que es mucho más restrictivo y escéptico que el de Dunn.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“El mesianismo de Jesús y su condición divina”

Manera de llegar a este comunicación:

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Saludos de nuevo.
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