La Plegaria de las Emanaciones: un texto maniqueo del siglo IV (VIII)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Continuamos hoy con la traducción y comentario de un texto maniqueo de Kellis.


Venero y glorifico
60 a los grandes luminares, al sol
61 y a la luna, y a las potencias
62 eximias que hay en ellos, que
63 con sabiduría vencen a los adversarios
64 e iluminan toda la
65 disposición cósmica, y a todos
66 vigilan y juzgan el
67 mundo, y reenvían
68 las almas victoriosas hacia
69 el gran Eón de Luz.


Esta estrofa está dedicada al sol y a la luna. El sol y la luna jugaron un papel importante en la piedad maniquea, según ponen de relieve tanto las fuentes como los textos de los heresiólogos, hasta el punto de que los maniqueos los tomaban como qibla o punto de orientación de sus oraciones cotidianas. Los autores cristianos interpretaron el hecho in malam partem y vieron en él una muestra de paganismo, cuando no una práctica diabólica de heliolatría o selenolatría (v. gr. Agustín). De hecho, sin embargo, los maniqueos no adoraron a estos astros ni los consideraron dioses, sino que les rendían homenaje al considerarlos constituidos por Luz pura, así como por otras razones que la Plegaria detalla en lo que sigue. Alejandro de Licópolis será más cuidadoso que los heresiólogos al afirmar que los maniqueos “honran al sol y a la luna, pero no como si fueran dioses, sino como el camino que permite llegar a Dios. (Para un tratamiento más detallado, me permito remitir a F. Bermejo, El maniqueísmo. Estudio introductorio, Trotta, Madrid, 2008, pp. 183-185).

El carácter puro del sol y la luna y la función salvífica que cumplen explica que sean considerados por los maniqueos no sólo como vehículos de la Luz, sino también como residencias provisionales de las principales entidades divinas de las tres series de emanaciones. Se considera que las figuras divinas denominadas Madre de los Vivientes, Espíritu Viviente y Tercer Enviado establecen su residencia en el sol; por su parte, la luna es considerada la sede del Hombre Primordial, de Jesús Esplendor y de la Virgen de Luz.

La idea de que el sol y la luna juzgan el mundo puede conectarse con su función de liberadores de la Luz, que finalmente desembocará en la destrucción del mundo. Sin embargo, podría explicarse también a la luz de la concepción maniquea de las potencias divinas como jueces. En el Kephalaion 28, titulado “Sobre los doce jueces del Padre”, las potencias divinas (entre las que se cuentan la Madre de los Vivientes, el Espíritu Viviente, el Hombre Primordial, el Tercer Enviado, etc., que habitan el sol y la luna) son calificadas de “jueces”.

También la expresión “reenvían…” se entiende en virtud del carácter maniqueo del texto. En efecto, según los maniqueos la luna y el sol son estaciones a las que llega la Luz liberada del mundo, pero estaciones provisionales en su camino de retorno hacia la Tierra de la Luz: la Luz refinada por los electi mediante el rito asciende al cielo hacia la luna, que se va llenando lentamente, y tras ser llenada transfiere su carga de almas salvadas al sol, y luego éstas son a su vez transferidas al “Nuevo Eón” o “Eón de Luz”.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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