El "Concilio" de Jerusalén. Nociones básicas del judeocristianismo (III) 109-O

Hoy escribe Antonio Piñero


Continuamos con los rasgos básicos de la teología del judeocristianismo, persiguiendo siempre la idea de dilucidar en lo posible el núcleo del argumento sobre los “recuerdos” acerca de Jesús (VII). Resumo los puntos más importantes que caracterizan al judeocristianismo, en lo que hasta ahora hemos visto:


• Los judeocristianos tienen “su propio evangelio” distinto al de Pablo. Éste, en Gálatas 1,6-9 afirma:

6 Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro evangelio 7 - no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo -.8 Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! 9 Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!


• Este otro “evangelio” es la teología del judeocristianismo, cuya sede principal era la “iglesia madre” de Jerusalén, gobernada al principio por Pedro, Juan y Santiago; finalmente –al parecer- por este último sólo.

• Dentro de estos judeocristianos había un ala más dura a los que Pablo llama “falsos hermanos”. Pero su teología es esencialmente judeocristiana. Ideológicamente no se diferenciaban de los demás; sólo que eran más intransigentes con sus principios. Quizás estos intransigentes fueran fariseos convertidos en creyentes en Jesús.

• La interpretación de la figura y misión de Jesús en el judeocristianismo era totalmente judía y se basaba en recuerdos inmediatos de los dichos y hechos de Jesús.

• Seguían observando estrictamente la ley de Moisés y eran asiduos al Templo.

• No veían contradicción alguna entre ser creyentes en Jesús y seguir con su modo de vida judío. Este hecho muestra, al parecer, cuán difícil resulta admitir que Jesús hubiera “superado” o quebrado las bases del judaísmo. Sus discípulos inmediatos no lo sentían así al parecer.

• Tampoco parece de ningún modo que los de la “Iglesia madre” tuvieran el menor deseo de evangelizar a los paganos.

Una aparente dificultad para lo que acabamos de presentar es el pasaje de Gálatas 2,1-10, que paso a transcribir:

1 Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles - tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano.

3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. 4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, 5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio... 6 Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron.

7 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, 8 - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - 9 y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero.


Para entender este pasaje es necesario tener en cuenta la narración del mismo evento en Hechos de los apóstoles 15,2-35 (entresacamos lo más importante para no transcribir un pasaje tan largo):

2 Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. 3 Ellos, pues, enviados por la Iglesia […]

4 Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. 5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés.

6 Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto. 7 Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. 8 Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; 9 y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. 10 ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? 11 Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.»

12 Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles. 13 Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: «Hermanos, escuchadme. 14 Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre […]

19 «Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios, 20 sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre. 21 Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas.»

[…] 23 Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. 24 Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos, 25 hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo, 26 que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo.

27 Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto mismo de viva voz: 28 Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables: 29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós.»


Comparemos Hechos de los apóstoles con Gálatas:

• Coinciden Pablo y Hechos en la mención del Concilio o asamblea de Jerusalén (Hch 15/Gál 2,1ss). Pero

• Hechos afirman que la celebración del Concilio se debió a una decisión de la iglesia de Antioquía que envió a Bernabé y a Pablo a consultar a la Iglesia de Jerusalén (Hch 15,1-3). El Apóstol, por el contrario, sostiene que subió a la capital movido por una revelación, es decir, por decisión propia (Gál 2,2).

• La afirmación de Lucas, puesta en boca de Pedro, de que él predica el “evangelio” a los gentiles, coincide con el capítulo 10 de los Hechos. Pero la información de este capítulo 10 de Hechos, junto con Hch 15,6 es inverosímil e incompatible:

a) Con la división establecida por Pablo entre el “evangelio sin circuncisión (del prepucio)” –el suyo- y el “evangelio de la circuncisión” –el de Pedro-, al parecer desde el principio (Gál 2,8). Pablo afirma con rotundidad: "Vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran".

b) Con el espíritu que subyace al incidente o disputa entre Pedro y Pablo en Antioquía: un Pedro que dice –según Hch 15,6- “Vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran” no puede comportarse como lo hizo:

“2:12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos”


Es decir, parece muy claro que Pedro no predicaba a los gentiles. La afirmación contraria, como tantas otras en los Hechos, es un mero producto de la teología de Lucas, que presenta una imagen de paz y concordia entre las dos facciones de la Iglesia que no existió en realidad. Obsérvese que Pedro deja de comer con los gentiles en cuanto aparecen “gentes del grupo de Santiago”. ¿Cómo va a dejar de comer con ellos -apartarse en suma de ellos- si es el encargado de predicarles a Jesús?


• Pablo no menciona ningún decreto de la iglesia jerusalemita generado en ese Concilio.

• Ambos textos coinciden en que Pablo recibe de algún modo el encargo de predicar a los gentiles.

Para valorar las diferencias entre el texto de los Hechos y los datos de Pablo hay que tener en cuenta que:

• La mayoría de los detalles autobiográficos de este último sobre este período de su vida que ahora nos concierne sólo provienen de esta Carta a los gálatas.

• La Carta, sin embargo, no tiene un interés puramente biográfico por sí, sino que su afán es sobre todo apologético, es decir de defensa del ministerio apostólico de Pablo. Éste pudo omitir ciertos detalles de su vida que no venían a cuento para el argumento, o hacer hincapié en otros, o bien dar un realce a algunos puntos que le interesen por motivos de defender su "evangelio" ante los gálatas. No es, pues, historia pura, sino historia e intereses más defensa de su “evangelio”.

• Y sobre todo una cuestión de cronología: el “Concilio-Asamblea de los apóstoles” tiene lugar en el año 48, mientras que la redacción de Gálatas hay que ponerla en torno al 54/55. En el Concilio Pablo empezaba ciertamente a despertar sospechas por su teología... ¡Pero aún actuaba como “teólogo de la cristiandad antioquena”; es decir, aún aparecía como un teólogo hasta cierto punto moderado y dependiente de una comunidad. No había mostrado aún con toda su crudeza su teología de la justificación por la fe de conjunto que aparece ya en Gálatas, cuyo espíritu es que incluso los judíos deben dejar de poner su fe en salvarse por medio del cumplimiento de la ley de Moisés.

No quiero alargarme más por hoy. En un par de postales más intentaremos analizar el texto de Gálatas 2,1-10 clara y sencillamente de modo que se vea con claridad que no es posible deducir de este texto que la comunidad de Jerusalén en bloque comulgaba con la teología de Pablo. Hubo un pacto, sí, pero hay que precisar en qués sentido.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“Melquisedec. Figura a medias entre el cielo y la tierra”

Manera de llegar a este comunicación:

Pinchando en la página presente, arriba a la izquierda, donde hay un par de contactos, enlaces o “links”. Uno de ellos es “Cristianismo e Historia”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009 en la que se explican sus objetivos

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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