Conclusiones a la explicación del texto de Gálatas 2,1-10 (III) (109-S)

Hoy escribe Antonio Piñero

Una nota aclaratoria:

Lea por favor el lector las precisiones finales aportadas a la postal del día anterior, (martes 7-7-09). Parecen convincentes los argumentos que apuntan sobre todo a que Pablo o bien no se enteró jamás de la existencia de ese "decreto" del "Concilio", o lo ignoró conscientemente. Esto cambia las perspectivas señaladas por mí sobre que fue Pablo el que llevó el "decreto" a Antioquía. Rectifico, pues, mi opinión en este punto.

De hacer caso al fondo de la cuestión aportado por Lucas, el acuerdo -sea como fuere- alcanzado por los dos grupos en litigio en Jerusalén (autoridades de la comunidad/Pablo-antioquenos) resultó notablemente decisivo para la historia del cristianismo ulterior, puesto que -como también indicamos, sea verdad o no el traslado a la ciudad de Pella (al otro lado del Jordán en tierras de la antigua Perea hoy Jordania) de la comunidad judeocristiana en el año 66 d.C.- lo cierto es que se asentó la admisión de los gentiles en la Iglesia, cuando pasada la guerra judía, la iglesia madre de Jerusalén quedó prácticamente borrada del mapa.

Entonces quedó como grupo absolutamente hegemónico dentro del cristianismo naciente el antioqueno/paulino. La misión a los paganos fue poco a poco afianzándose y consiguiendo grandes éxitos.

Personalmente, cuando considero la teología paulina en comparación con otras que poseía el cristianismo primitivo, veo que necesariamente la visión paulina tenía que triunfar, pues era la que “mejor producto” ofrecía en el duro y competitivo “mercado” religioso del Mediterráneo oriental y central en el siglo I de nuestra era. Algún día debemos reflexionar sobre las causas del clamoroso éxito de la concepción paulina de la figura y misión de Jesús.

Por ahora basta decir que lo cierto es que a finales del siglo I la iglesia cristiana –sin haber dejado nunca la misión a los judíos y sin haber dejado tampoco de conseguir adeptos entre ciertos judíos de la diáspora- llegó a estar compuesta básicamente por conversos procedentes del paganismo y se fue separando nítidamente de su matriz judía.

En mi opinión, tal separación se hizo totalmente efectiva cuando se publicó y difundió el Evangelio de Juan, que presentaba a sus lectores con toda claridad un Jesús totalmente divino, el Verbo eterno de Dios. La separación se consumó definitivamente porque los judíos no fueron capaces de asimilar esta concepción: un ser humano y a la vez Dios era demasiado para el estricto monoteísmo judío. En mi opinión también la tendencia de Evangelio de Juan fue avanzada ya por el Evangelio de Marcos y sus seguidores, Mateo y Lucas, y había preparado el terreno para el rompimiento.

De la mano de nuevo de Senén Vidal (obra citada: Pablo. De Tarso a Roma, Sal Terrae 2008, p. 79) recalcaremos que a pesar de la impresión que se obtiene de la lectura de Hch 15, los problemas entre judeocristianos y “antioqueno/paulinos” no quedaron resueltos definitivamente. Tres cuestiones candentes aparecieron sobre todo después de la asamblea/concilio de Jerusalén y el acuerdo entre las autoridades-antioquenos:

1. No se resolvió la cuestión de la vida en común de judeocristianos y paganocristianos. Ejemplo fue el incidente de Antioquía (Gál 2,11-14, tantas veces mencionado.

2. No se resolvieron los conflictos que habrían de surgir cuando se encontraran en un mismo lugar los dos tipos de misión que suponían dos tipos de salvación distintos y dos teologías distintas. Éste fue el choque que dibuja la Carta a los gálatas y que dio origen a la elaboración técnico-teológica de la doctrina paulina de la llamada “justificación/salvación por la fe” en Jesús y no por observar las obras exigidas por la ley de Moisés. Esta teología más desarrollada fue la que generó la idea de la substitución de la "circuncisión carnal" por otra circuncisión "espiritual" (Flp 3,2-3: “los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios”).

3. El tercer problema fue la reacción posterior del “ala dura” de la iglesia de Jerusalén, en mi opinión la mayoría, pues hizo que la asamblea fracasara. Fue esa mayoría la que no aceptó llegar a un acuerdo en el "Concilio", ni tampoco debieron de aceptar el convenio entre sus dirigentes y Pablo. Cuando éste escribió la Carta a los gálatas, ya se habían quizá apoderado los del ala dura del conjunto de la comunidad jerosolimitana; da toda la impresión, leyendo las cartas de Pablo, que habían convencido a Santiago y que se habían lanzado a una ofensiva generalizada contra Pablo. A todo esto ayudaba el que la igleisa madre vivía en Jerusalén, en el centro de esa zona de muy alta temperatura mesiánica que iba a conducir en poco tiempo al gran enfrentamiento, desastroso, contra Roma. Era muy lógico que cultivaran una teología y un pensamiento sobre Jesús muy judío.

En conclusión: mi ensayo de exégesis de este texto, no tan fácil como aparenta, de Gál 2,1-10 me lleva a pensar que

• Entre el judeocristianismo y el antioqueno-paulinismo había una diferencia sustancial e inconciliable de teologías.

Que hubo un acuerdo, ciertamente; pero no entre el grupo, quizá más amplio de lo que sospechamos y que formaba la parte judeocristiana del Concilio en Jerusalén, sino sólo entre sus dirigentes y Pablo-antioquenos.

• Que este acuerdo no se cumplió nunca plenamente por parte judeocristiana, sino cada vez menos.

• Que Pablo, cuando rememora el acuerdo en la Carta a los gálatas, se ha distanciado de esos dirigentes, tanto de Pedro como de Santiago.

• Que el acuerdo fue de tolerancia, de no agresión, de aceptar dos modos de salvación –cosa que el judaísmo helenístico había admitido de algún modo hacía tiempo-, pero de ningún modo fue un acuerdo de teologías, de unidad de pensamiento y de verdadera “comunión”.

• Que el “decreto” del "Concilio" o no existió nunca, o bien si existió –que es mi opinión-, fue un acuerdo entre personalidades, no entre grupos. Lucas lo presenta –en contra del testimonio de Pablo- como un decreto “conciliar”, pero que este hecho que no se corresponde a la historia se explica por el ánimo lucano a dejarse llevar por sus tendencias teológicas previas.

• Finalmente, no se puede afirmar que el "Concilio" de Jerusalén se aceptara la propuesta de Pablo de que "los gentiles pueden tener acceso al Dios universal de Israel sin necesidad de circuncidarse previamente y sin tener que obligarse previamente a los para ellos extraños preceptos judíos sobre la pureza, alimentos y sábado de la halakhá, las obras de la Ley". Ello se deduce del hecho de que el Concilio como tal fue un fracaso y no aceptó nada: Pablo indica que el acuerdo fue sólo entre dirigentes.

Seguiremos con otros rasgos de la teología del judeocristianismo que habrá que comparar con la paulina.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

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http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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