Jesús mesías y cómo. Teología básica del judeocristianismo (V) (109-U)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos dando vueltas al tema de los “recuerdos” acerca de Jesús y cómo se transmitieron: continuamos con los rasgos básicos de la teología del judeocristianismo (V).

Otro punto importante de la teología judeocristiana ha sido incoado anteriormente: el judeocristianismo confirmó rápidamente ante sus contemporáneos judíos que veía en Jesús al mesías de Israel.

Aunque para algunos investigadores subsistan las dudas sobre si Jesús se consideró a sí mismo mesías, parece más razonable –creo- pensar que fue así, al menos al final de su vida. Ello explicaría que la comunidad judeocristiana de je no tuviera la menor dudad al respecto, pues como dijimos su fe se basaba en recuerdos inmediatos de Jesús. Que Jesús se hubiera cionsiderado a sí mismo mesías de Israel explicaría también el pasaje de Lc 24, ya citado:

“Nosotros esperábamos que sería él el que rescataría a Israel” (v. 21)


y el texto de Hechos 1,6:

“Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»”.


Esta creencia en Jesús como mesías, muy bien enraizada, aclara también que Pablo, en sus cartas a sus conversos procedentes del paganismo, emplee en griego el vocablo Christós, “ungido”, “mesías”, sin explicación alguna, como si se tratara de su nombre. Naturalmente, Pablo sería entendido por sus primeros conversos, los paganos “temerosos de Dios” o amigos del judaísmo, que necesitaría poca o ninguna explicación.

Luego, para los nuevos convertidos, el vocablo pasó casi a ser un nombre propio “Jesucristo” y comenzó a vaciarse de su primitivo contenido ligado totalmente al destino mesiánico de Israel en esta tierra. Y como decimos, el que Pablo emplee el vocablo sin más impulsa a creer que la unión de Jesús con mesías era muy antigua: procedía al menos de la primera teología judeocristiana que Pablo ciertamente recibió.

¿Les fue difícil a los judeocristianos seguir creyendo en Jesús como mesías a pesar del fracaso aparente de éste en la cruz? Es sabido que para muchos judíos el que un mesías muriera, y además de las maneras como murió Jesús, podía ser un argumento en favor de que era un falso mesías.

Aunque esto pudiera ser así, pienso que al judeocristianismo no le costó mucho seguir manteniendo su creencia de Jesús cvomo mesías ante sus connacionales. Primero, porque como hemos visto, unieron su aparente fracaso con la idea de un plan divino de que convenía que así fuera y pensaron que Jesús era “el siervo de Yahvé”. Jesús había muerto “de acuerdo con las Escrituras” (Lc 24,25-27; Hch 8,26-39).

Y segundo, porque a los ojos de muchos judíos, probablemente, el que Jesús hubiera muerto en la cruz como un ajusticiado por los romanos, por oponerse real o pretendidamente al “orden y ley” del Imperio, era todo un honor. Podían verlo con buenos ojos.

Ciertamente: para muchos judíos patriotas esa muerte en cruz no era un deshonor, sino una honra: colocaba a Jesús entre las filas de los héroes nacionales que habían fallecido ejecutados por los romanos precisamente por haberse puesto del lado de Israel. Morir a manos de romanos que oprimían a Israel, era para muchísimos judíos considerar a Jesús un mártir; significaba añadirlo a la lista de los héroes judíos que habían dado su vida por defender la tradición de los antepasados.

Por último, pensarían los judeocristianos que si Jesús había sido exaltado y vindicado por Dios resucitándolo, eso significaba que seguía teniendo la misma misión de mesías. Es decir que Dios lo había resucitado no precisamente para que dejara de serlo. Tendría que volver a la tierra para completar la misión de mesías, puesto que no había podido llevar a buen término su tarea: “No había restaurado la realeza de Israel”.

Ahora bien, esta vuelta a la tierra no significaría que Jesús tornaría para tener las mismas fuerzas y propiedades que poseía antes de morir (y resucitar). La fe judeocristiana nunca pensó al parecer que la resurrección había sido decidida por Dios para que Jesús volviera a la tierra en las mismas condiciones. De ningún modo: volvería con todo el poder otorgado por Dios tras su exaltación.

Probablemente el primer deber de la fe judeocristiana era orar para que esa venida/vuelta de Jesús aconteciera cuanto antes. Y si pensaban que se debía instaurar por fin el reino de Dios no sería muy osado pensar que ante los ojos de los romanos esos judeocristianos q seguian pensando en un Jesús mesías tuvieron que ser sospechosos de querer y desear –al menos indirectamente- que el imperio de los romanos en Israel llegara a su fin.

En síntesis: desde estas perspectivas de una muerte de Jesús “según un plan divino expresado en las Escrituras”, los judeocristianos debían de pensar sobre Jesús en

1)Una muerte honorable por la tradición de Israel a manos de enemigos execrables.

2) En una vuelta gloriosa de Jesús para cumplir su tarea mesiánica

3)En que todas las dificultades que podían tener los contemporáneos judíos respecto al muerte en cruz de Jesús podían disiparse. Ello explica por qué los Hechos de los apóstoles hablan del gran número de judíos, incluidos sacerdotes y fariseos, que abrazaron la fe en Jesús en Jerusalén. Y si, además, los recuerdos de Jesús y la fe en él no eran impedimento alguno paras seguir siendo absolutamente fieles a la ley de Moisés y al Templo, mejor que mejor.

Es muy difícil ver que en este “evangelio” del judeocristianismo -es decir en esta proclamación sobre Jesús- ocuparan los paganos algún puesto importante. Más bien ninguno, al menos que se hicieran judíos, por la aceptación plena de la Ley, o que se contentaran con lo que dijimos que era a ojos judíos una salvación de segundo grado, si cumplían las “leyes de Noé” (Génesis 9).

Hay algunos investigadores que sostienen que cuando Pablo hablaba de una manera peyorativa del conocimiento del Jesús terreno “según la carne” (2 Corintios 5,16), lo hacía como una muestra de desacuerdo con el “evangelio” de estos seguidores inmediatos de Jesús, concentrados en Jerusalén (y en menor número en Galilea). Ciertamente era un “evangelio” basado en el conocimiento que testigos oculares habían tenido de la vida terrena e histórica de Jesús, pero -según Pablo- estos testigos no habrían sabido captar en profundidad cómo había sido –y era- el personaje Jesús. Su interpretación propia sí lo captaba.

Seguiremos con ulteriores precisiones a esta teología del judeocristianismo, en concreto si consideraban a Jesús Dios u simplmente un hombre. Y si Jesús estaba ya en el ámbito de lo divino... ¿en grado de qué estaba?

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

La figura del Hijo del hombre en el Libro de las Parábolas de Henoc”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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