Tomo VI de los Apócrifos del Antiguo Testamento: Apocalíptica (110-01)


Hoy escribe Antonio Piñero

Deseo anunciar la aparición de una obra de textos judíos -en versión castellana desde las lenguas originales: griego, siríaco, copto, arameo, etíope clásico, latín- sin cuya lectura no puede uno hacerse una idea cabal de cuál es el trasfondo de la teología cristiana en su parte judía. Este trasfondo es triple: la Biblia hebrea/griega; las paráfrasis y explicaciones judías de entorno del siglo I o II d.C.a esta Biblia: targumim y midrasim; los amnuscritos del Mar Muerto y los Apócrifos del Antiguo Testamento. El libro que presentamos es el tomo VI de esta colección de escritos, que se empezó a editar en 1982.

Tras un gran silencio de años, debidos entre otras razones a la muerte del primer editor literario, el Prof. Dr. D. Alejandro Díez Macho y del primer editor, D. Miguel Sanmiguel, a la venta de la Editorial y a diversos y penosos imponderables, sale a la luz el volumen VI de la colección Apócrifos del Antiguo Testamento, que se completará lo más rápidamente posible con un siguiente volumen dedicado a los Fragmentos de escritos religiosos judíos de época helenística con algunos complementos de otras obras menores. Finalmente la colección se culminará con la segunda parte de este mismo volumen dedicado a los Índices, que –si todo sale bien- serán lo más completo posible.

He aquí su ficha técnica:

A. Díez Macho (ya fallecido)-A. Piñero, Apócrifos del Antiguo Testamento, volumen VI, Ediciones Cristiandad, Madrid, 2009, 627 pp. ISBN: 978-84-7057-542-6. Autores de las versiones de los diveros apocalipsis: G. Aranda Pérez. S. Alvarado. F. del Río Sánchez- J.J. Alarcón Sáinz. N. Fernández Marcos. D. Muñoz León. F. Corriente Córdoba y L. Vegas Montaner.


El volumen ofrece a los lectores los escritos apocalípticos generados por el judaísmo de la época grecorromana poco antes del tiempo de Jesús o contemporáneamente a él. Unos son plenamente judíos, mientras que otros muestran signos claros de reelaboraciones cristianas, pero siempre sobre una base judía anterior claramente perceptible.

Creo, por tanto, que este tomo VI de los Apócrifos del Antiguo Testamento presenta los materiales necesarios para responder a la pregunta, planteada desde el siglo XVIII, y con más claridad a mediados del XX: “¿Es la apocalíptica judía la verdadera matriz de la teología cristiana?”.

Los orígenes del cristianismo naciente en el siglo I parecen ser los de una secta apocalíptica judía entro otros grupos que conocemos de la misma época. ¿Qué tipo de judaísmo es la base de esta secta, el cristianismo? Se ha sostenido -como veremos- que no es la Biblia hebrea sin más, sino ésta filtrada y potenciada a través de las obras de los escritores anónimos judíos que complementaron la teología del corpus de la Biblia hebrea, cuya teología y potencialidades espirituales no estaban desarrollados al máximo, ni muhco menos. Y entre esos autores destacan los apocalípticos, quienes -al parecer- proporcionaron los materiales más abundantes para conformar la base teológica tanto de Jesús de Nazaret como del judeocristianismo naciente

Naturalmente, a la vez, ello no quiere decir que el cristianismo como fenómeno histórico pueda reducirse sólo a la apocalíptica, ni que su teología sea idéntica a esta tradición judía.

La lectura de los textos que pueden leerse en este volumen, algunos de ellos los más imponentes que nos ha legado el judaísmo de todos los tiempos, como el Libro IV de Esdras, iluminará la mente del lector que ha de verse confrontado a los orígenes ciertos de una parte de la teología que quizás crea sólo cristiana.

El contenido de este volumen contiene los siguientes apocalipsis: de Adán, Abrahán, Elías, Apócrifo de Ezequiel de Sofonías y Sedrac. El ciclo de Baruc, secretario del profeta Jeremías contiene dos libros: el Baruc (siríaco) de Baruc (griego). Luego viene el imponente ciclo del “profeta Esdras: Libro IV de Esdras, Apocalipsis griego de Esdras Visión de Esdras Libros V y VI de Esdras, para finalizar con la Ascensión de Isaías.

El lector de la serie de Apócrifos del AT debe completar este elenco de literatura apocalíptica apócrifa, que se recoge como volumen VI de la colección de "Apócrifos del Antiguo Testamento":

• Con el “Ciclo de Henoc” del volumen IV,
• Con una buena parte de los Oráculos Sibilinos –especialmente textos del Libro III- del volumen III de nuestra serie,
• Con los pasajes 29,1-32,12; 33,1-9; 52,1-12 del Testamento de Job (volumen V),
• Con variados pasajes –normalmente al final de cada obra- de proyección hacia el futuro de los doce testamentos que componen los Testamentos de los Doce Patriarcas (volumen V),
• Y con otros textos apocalípticos del Testamento/Asunción de Moisés (volumen V) como 6,1-9; 7,1-10; 8,1-5; 9,1-7; 10,1-15.

De este modo el lector se formará una idea más cabal de la importancia de la literatura apocalíptica dentro de los apócrifos veterotestamentarios.

Podemos afirmar que los apócrifos pseudoepígrafos (es decir, obras que no presentan el nombre de su verdadero autor, sino de uno fingido, normalmente un personaje ilustre del pasado) del Antiguo Testamento son muchísimo más importantes para la comprensión del cristianismo primitivo y para iluminar sus orígenes que cualesquiera apócrifos del Nuevo Testamento.

En efecto, como afirmamos más ariiba, estos escritos judíos de la época helenística constituyen una gran parte del trasfondo, o de la base, que sustenta muchas de las ideas religiosas que aparecen en el Nuevo Testamento. Digámoslo sin rodeos: desde el punto de vista científico, sin conocer estos apócrifos no seremos capaces de entender en toda su dimensión el ideario religioso del Nuevo Testamento.

Pero, a pesar de ello, confesémoslo también, dentro incluso de los ámbitos teológicos no se había empezado a prestar una verdadera atención a estos escritos hasta 1970. Desde ese momento, sin embargo, se suscita una especie de interés colectivo, se producen gran cantidad de ediciones críticas o traducciones con notas a las lenguas cultas y se fundan seminarios y revistas dedicados íntegramente a su estudio. Y diez años más tarde, en 1980, escribía ya un experto filólogo inglés: «Ya es obvio para muchos – ¡al menos en teoría! – que conocer a fondo el trasfondo judío del Nuevo Testamento (es decir, esta literatura intertestamentaria) no es un extra optativo, sino que, por el contrario, sin tal conocimiento es inconcebible una adecuada comprensión de las fuentes cristianas»

Seguiremos ofreciendo más materiales para ponderar lo que creo -sin exagerar un ápice- una publicación importantísima para nuestros estudios del cristianismo primitivo y su inmediato trasfondo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues hacemos la presentación de este libro.

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp
Saludos de nuevo.
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