Teología básica de los judeocristianos. Conclusión (y VII) (109-01)

Hoy escribe Antonio Piñero

Cerramos ya este apartado de los rasgos teológicos básicos del judeocristianismo. En concusión, me parece que debemos mantener


1. Es muy probable que los primeros discípulos de Jesús fueran los que mantuvieron los recuerdos más frescos del Maestro, puesto que entre ellos, en la comunidad de Jerusalén, vivían gentes que habían conocido directamente a Jesús. Por tanto, indirectamente, de su teología -con los debidos filtros, puesto que Jesús ya había muerto, y la personalidad de los muertos queda siempre sublimada- se puede vislumbrar lo que Jesús pensaba sobre su misión.

2. Parece también que esos primeros discípulos no veían nada en su fe en Jesús que les sirviera de obstáculos para seguir viviendo como judíos, para ir al Templo y para participar de la vida religiosa en general de su pueblo. Lo único que los distinguía de otros judíos era su creencia de que Jesús era el mesías, y que éste ya había venido. No hay nada en esta teología del judeocristianismo nada, absolutamente nada, que suponga una "superación", o un "quebrantamiento" del judaísmo, tan plural en su ideología, del siglo I de nuestra era. No consideraron Dios a Jesús.

Algunos investigadores, al estilo de S. G. F. Brandon, R. Eisler y otros (en total unos 300 y pico desde Herrmann Samuel Reimarus, a finales del siglo XVIII) han insistido en que los judeocristianos acabaron participando también por motivos ideológicos de las ansias políticas -y militares- de liberación de Israel frente a los romanos y que finalmente abrazaron la ideología celota.

Es éste un terreno muy discutido desde la reacción al opusculo del mismo Reimarus en 1768, por lo que no voy a entrar aquí. Personalmente estoy poco convencido de la tesis que proclama esta unión y que hace perecer a la comunidad de Jerusalén durante el sitio de esta ciudad en el año 70. Pero tampoco me convence la tesis contraria que –siguiendo a Eusebio de Cesarea- proclama que la comunidad cristiana se salvó y huyó a la ciudad transjordana de Pella, siguiendo las indicaciones de una revelación divina.

Así que este asunto lo podemos dejar aparcado de momento, aparte de que tampoco es esencial para describir los rasgos de la teología básica del judeocristianismo.

3. El escándalo de la muerte de Jesús fue resuelto por medio del recurso a las Escrituras, como ya hemos explicado en una postal anterior: Jesús era el siervo de Yahvé y la muerte estaba incluida en su suerte…, pero también la resurrección. Además, esta última creencia tenía el apoyo general en el pendamiento de la gentes piadosas judías de que algunos grandes profetas como Henoc y Elías no habían muerto. Que Jesús resucitara se enmarcaba con gran facilidad en este cuadro. Pero, repito, sin pasar de ahí.

4. Parece también que otro aspecto característico de la iglesia de Jerusalén fue la idea de que nunca pensaron que podían contentarse con esperar pasivamente el retorno de Jesús mesías sin hacer otra cosa que rezar en el Templo “por la liberación de Israel”. Del relato de los Hechos de los apóstoles se deduce que los judeocristianos estaban convencidos de que debían proclamar ante sus connacionales judíos su fe en Jesús mesías, que el pueblo de Israel al completo debía prepararse para la vuelta de Jesús, momento en el que iba a dar cumplimiento a su misión de establecer el Reino. Aunque esperaban pronto esa venida de Jesús, sintieron la necesidad de "evangelizar" sobre ella a sus comptriotas judíos.

También a tenor de los Hechos de los apóstoles, parece que los judeocristianos de Jerusalén pusieron todos sus bienes en común pensando que la espera de la parusía de Jesús sería breve. Su organización comunitaria se fundó sobre tres “columnas”: Pedro, Juan y Santiago. No sabemos exactamente el porqué, pero lo cierto es que los dos primeros desaparecen pronto de la escena. Pienso que es muy probable que Pedro desapareció ya por iniciativa propia –tras el incidente de Antioquía- o bien porque fuera enviado por la comunidad pasó a Alejandría.

Allí dio los primeros pasos en la predicación sobre Jesús a la enorme comunidad judía de la ciudad (la tradición posterior habla más bien de Marcos, discípulo de Pedro, como primer evangelizador de la ciudad; véase la obra de Jorge Juan Fernández Sangrador, Los orígenes de la comunidad cristiana de Alejandría [Colec. “Plenitudo Temporis”], Universidad Pontificia, Salamanca, 1994), y luego es muy probable que pasara a Roma, quizá tras un éxito sólo moderado en Alejandría. De Juan la tradición, muy repetida en los Hechos apócrifos de los Apóstoles, sólo sabe que fue a la ciudad de Éfeso. Lo cierto es que Santiago, “el hermano del Señor”, quedó como jefe único.

Y 5. Como escribí anteriormente, estoy convencido de que la predicación a los paganos no desempeñó papel alguno en esta comunidad jerusalemita. Y también que cuando llegaron las noticias de que Pablo predicaba un “evangelio” propio, cuya lógica era universalista y que por tanto podría pensarse que iba a acabar con los privilegios del pueblo de Israel, se opusieron enérgicamente a él, como cuenta no sólo Pablo en persona, sino también el Pablo de los Hechos de los apóstoles:

22 «Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; 23 solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones. 24 Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.

25 «Y ahora yo sé que ya no volveréis a ver mi rostro ninguno de vosotros, entre quienes pasé predicando el Reino. 26 Por esto os testifico en el día de hoy que yo estoy limpio de la sangre de todos, 27 pues no me acobardé de anunciaros todo el designio de Dios. 28 «Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo. 29 «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño; 30 y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí.


Pienso que este pasaje –leído desde el punto de vista de un cristiano paulino como es “Lucas”-nos indica al menos que los “lobos crueles” estaban en Jerusalén, que eran la mayoría, y que iban a exigir a Pablo que diera muestra de un judaísmo de tal calibre –votos de nazireo- que a sus ojos podría significar como una retractación del “evangelio” que estaba predicando entre los gentiles.

Para las postales siguientes nos aguarda la tarea de hacer una síntesis de la teología paulina, de compararla a su vez con esta resumen del judeocristianismo, de observar dentro de qué campo podría insertarse la teología del Evangelio de Marcos, el priemro en componerse y pauta para los posteriores, y finalmente preguntarse si la manera cómo este Evangelio presenta los recuerdos de Jesús es aséptica, o si podría acomodarse –de algún modo al menos- al pensamiento de Pablo.

Todo esto no basta con exponerlo, sino que en la medida de lo posible hay que probarlo…, en tanto en cuanto en historia antigua se pueden “probar” las hipótesis que explican los datos de unas fuentes en extremo escasas y complicadas, y que tiene cada una su tendencia (término técnico; no denota ningún a priori) propia.

Pongo un ejemplo de lo que hemos visto: es una hipótesis verosímil que Lucas no nos transmite la verdad cuando afirma del famoso "decreto" de la Asamblea de Jerusalén (Hch 15) que se produjo allí mismo en la reunión, porque debido a las razones expuestas en otra postal es más verosímil pensar que ese "decreto" -si es que se produjo como tal- lo fue después del incidente entre Pablo y Pedro en Antioquía, y que Pablo no tuvo nunca conocimiento de él…

Por tanto es una hipótesis verosímil que no se puede hacer un caso absoluto a Lucas en lo que dice en los Hechos de los apóstoles, más verosímil que la contraria: creerle siempre al pie de la letra. Hay que examinarlo todo con lupa. Pero a la vez afirmo que no se puede “tirar por la ventana” sin más lo que dice Lucas siguiendo a algunos hipercríticos. Hay que ser prudentes y aceptar en lo posible de lo que él dice, salvo poderosas razones en contra, y cuanto más se pueda aceptar, mejor.

A esto es a todo lo que se puede llegar. ¿Es esto una "prueba"?

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“Los dos mesías: el guerrero y el sacerdotal (II)”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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