La interpretación del Nuevo Testamento a lo largo de la historia (I) (91-01)

Hoy escribe Antonio Piñero


Voy a rellenar el hueco, sólo momentáneamente, de los miércoles durante las vacaciones de mi amigo y colega Fernando Bermejo. En su retorno en septiembre, la miniserie cuyo inicio sigue a continuación pasará a los viernes.

Esta nueva serie intenta presentar una visión de conjunto de las corrientes interpretativas de los escritos neotestamentarios desde sus comienzos hasta nuestros días. Su perspectiva es panorámica, por lo que presta atención a las encrucijadas, interesándose más en señalar los momentos en los que avanza notablemente la comprensión del texto del Nuevo Testamento que en los pormenores de su interpretación. Para ello sigue un método mixto centrado fundamentalmente en los grandes temas, pero sin dejar de lado la cronología.

Su material básico está tomado de la obra El nuevo Testamento. Iniciación al estudio de los primeros escritos cristianos. Editorial El Almendro, Córdoba 1995, compuesta por mí junto con Jesús Peláez –que colaboró sobre todo en los capítulos dedicados a la lengua del Nuevo Testamento, semántica, análisis retórico y el apéndice sobre la traducción de los textos bíblicos-. Esta obra fue traducida al inglés en 2003, y publicada por la editorial Deo Publishing, Leiden, Holanda.

Para muchos de los destinatarios de los textos neotestamentarios, desde el principio hasta hoy, la interpretación del Nuevo Testamento ha tenido carácter de desafío, por tratarse de un corpus de textos escrito en una lengua y cultura distintas y distantes de la del receptor. Pero, con frecuencia a lo largo de la historia, se ha olvidado este necesario presupuesto, haciendo decir a los textos lo que no aparece en ellos en modo alguno; o se ha interpretado el texto partiendo de traducciones, no siempre bien realizadas. En no pocas ocasiones, razones de tipo teológico-dogmático condicionaron la comprensión del corpus neotestamentario, o circunstancias de carácter político lo desfiguraron.

Mi propósito en esta serie es dejar constancia, brevemente, de las diversas corrientes de interpretación del Nuevo Testamento a lo largo de la historia, tomando conciencia de que, detrás de los esfuerzos por entender los textos neotestamentarios, hay un largo elenco de logros y lacras interpretativas.


I De los inicios a la época moderna. Los comienzos de la interpretación del Nuevo Testamento

La exégesis del Nuevo Testamento heredó desde sus comienzos las diversas técnicas de interpretación provenientes de la literatura intertestamentaria judía, así como las del mundo grecorromano contemporáneo. A partir de estos dos mundos, aplicó dos criterios opuestos: imaginación o fantasía y literalismo. El primero provenía de la búsqueda de un sentido oculto en la Biblia, que se creía existir sin duda alguna; el segundo, de la creencia incuestionable en el origen divino, naturaleza y autoridad de la Escritura.

La interpretación del Nuevo Testamento presentó desde sus comienzos una pluralidad de métodos que iba desde los utilizados por los rabinos o Filón de Alejandría hasta los empleados por los seguidores de Platón y Aristóteles, aunque, al mismo tiempo, se puede marcar también una ruptura entre la interpretación del Nuevo Testamento y los métodos de los escritores mencionados en la medida en que el cristianismo naciente tendía a separarse del mundo judío yana identificarse con las religiones grecorromanas circundantes.

Ya en el modo peculiar de citar el Antiguo Testamento que muestran los escritores del Nuevo se dejan traslucir a retazos diversas técnicas interpretativas entonces al uso, como pone de relieve la obra colectiva It is written: Scripture Citing Scripture. Essays in Honour of Barnabas Lindars editada por D. A. Carson y H. G. M. Williamson, Cambridge 3ª edición 1988. La interpretación del Antiguo Testamento por parte del Nuevo se puede describir como tipológica (es decir, el AT es como la prefiguración, el "tipo", en forma de promesa, de lo que luego ha de venir en realidad con Cristo, la realización de la promesa) y cristocéntrica.

Pero no sólo esto; también en el Nuevo Testamento hay atisbos de las diversas corrientes o tendencias interpretativas existentes en el cristianismo naciente, algunas de las cuales son desacreditadas por los mismos autores neotestamentarios, e incluso se expresa la dificultad de interpretación que conllevan algunos textos neotestamentarios, dificultad que no se aminora por el hecho de ser considerados «inspirados». El más significativo de ellos es 2 Pe 3,16 en el que se alude a los escritos de Pablo:

“Es verdad que hay en ellas pasajes difíciles, que esos ignorantes e inestables tergiversan, como hacen con las demás Escrituras, para su propia ruina”


En 2 Pe 1,20 leemos:

“Ante todo tened presente que ninguna profecía de la Escritura está a merced de interpretaciones personales, porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo".


Por estas citas queda manifiesto que no siempre resultaba fácil interpretar los textos «inspirados» y que, en modo alguno, cualquier técnica o método estaba admitido. La ignorancia o la inestabilidad de los intérpretes, así como las interpretaciones personales o subjetivas, eran la causa de desviaciones hermenéuticas... ¡y doctrinales!.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“El profeta que ha de venir (I)”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp
Saludos de nuevo.
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