Pedro en la literatura apócrifa



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pedro en los HchPePl del Pseudo Marcelo (II)

Simón Mago merece una dedicación preferente por parte del autor en este Apócrifo. Es una figura a la que los textos del cristianismo antiguo prestaron una marcada atención. Para el Apócrifo, Simón era “un mago y un impostor”, la misma acusación que Simón y los suyos hacían a Pedro (32,1). Las armas utilizadas en el enfrentamiento eran las obras maravillosas realizadas por los Apóstoles frente a las del Mago.

Pero el autor deja bien claro que los prodigios realizados por Simón eran sólo milagros inútiles o de exhibición, tales como hacer moverse a una serpiente de bronce o sonreír a estatuas de piedra, detalles similares a los que hemos visto descritos en las Pseudo Clementinas (32,1). Pedro, en cambio, daba la salud a los aquejados de variadas enfermedades (33,1). Frente a los prodigios presuntamente realizados por Simón, los de Pedro eran obras útiles en favor de los necesitados.

Simón, que en los HchPe tuvo un violento contencioso con Pedro, lo mantiene aquí con Pedro y Pablo. Presumía Simón de estar avalado por sus poderes mágicos y de estar apoyado y protegido especialmente por Dios, cuya potencia era él en persona. El autor de este apócrifo deja clara su opinión de que los prodigios del Mago los realizaba con la complicidad de los demonios (35,1). Por lo demás, Simón afirmaba de sí mismo que era el “Hijo de Dios bajado del cielo” (47,1), el Cristo (63,1), Dios mismo (43,1), y que confirmaba presuntamente con obras su divinidad (45,1). Ante Nerón proclamaba solemnemente: “Yo soy la verdad” (61,1). Con razón recordaba Orígenes que Simón presumía de hacer los mismos milagros que había hecho Jesús (Orígenes, Contra Celso, V 67). Y de hecho se atribuía los mismos títulos, las mismas actitudes y hasta las mismas pretensiones que cuentan de Jesús los evangelios.

Simón fracasó en el último intento de vencer a los dos apóstoles. Anunció que iba a subir volando al cielo hacia la morada de su Padre. Ahora bien, la plegaria de Pedro lo privó del sostén que le prestaban los ángeles de Satanás. Echó a volar, pero cayó sobre la Vía Sacra, “se quebró en cuatro partes" (77,1). En la fachada occidental del Templo de Venus y Roma, se levantaba un oratorio de los santos Pedro y Pablo, que luego fue incorporado a la iglesia de Santa Francisca Romana. En aquel santuario se conmemoraba el acontecimiento del vuelo y la caída de Simón Mago. En la Iglesia moderna se conservan dos piedras de basalto con la señal de las rodillas de Pedro, que se postró para pedir a Dios que interrumpiera el vuelo del Mago. Es el “aquí” que tanto gusta a la piedad cristiana. La peripecia del vuelo de Simón Mago y de su caída está descrita detalladamente en estos Hechos, cc. 70-77.

El Apócrifo sigue contando que Nerón vengó la muerte de Simón dando muerte a los apóstoles responsables de su ruina. Pablo murió decapitado; Pedro, crucificado. La ejecución de Pablo tuvo lugar en la Vía Ostiense, a tres millas de la ciudad y a un tiro de flecha de la muralla (80,1). Una mujer piadosa, de nombre Perpetua, sintió piedad de Pablo. El condenado le pidió el sudario con el propósito de devolvérselo. Pablo se lo ató a la cabeza. La mujer, que tenía un ojo solamente, recuperó el otro ojo juntamente con el sudario (80,3). De Pedro se cuenta que fue sepultado bajo el terebinto junto a la Naumaquia del Vaticano (84,1). No escapó Nerón al castigo merecido por sus crímenes. El pueblo romano se sublevó contra el emperador, y Nerón, solo y abandonado, pereció miserablemente (86,1).

El Marcelo, presunto autor del Apócrifo, es el cristiano conocido por los HchPe. Como refieren los Hechos de Nereo y Aquiles, se trataba del hijo de Marcos, prefecto de la ciudad de Roma. Marcelo cayó en las redes de Simón Mago, a quien veneró y alojó en su casa. Los milagros y la predicación de Pedro lo volvieron a la fe de los apóstoles y lo convirtieron en enemigo de Simón, a quien expulsó de su casa de las peores maneras. Los Hechos Apócrifos de los santos Nereo y Aquiles hablan elogiosamente de Marcelo y recogen una carta en la que informaba sobre la persona y la conducta de Simón con relatos tomados de los primitivos Hechos de Pedro (HchNerAq 12-17). Era la respuesta a la carta que le habían enviado Nereo y Aquiles para pedir noticias fidedignas sobre Simón. La denominación de Pseudo que califica a Marcelo justifica la opinión obvia de que un cristiano del siglo I no puede ser el autor de unos Hechos que no van más allá del siglo V o VI.
(Continuaremos)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Volver arriba