A propósito de la publicación del tomo VI de la serie Apócrifos del Antiguo Testamento (110-02)


Hoy escribe Antonio Piñero


Considero tan importante la publicación de este volumen que deseo dedicar una miniserie durante varios domingos a comentar este libro, cuyo contenido me parece fundamental para la comprensión de la parte apocalíptica del cristianismo primitivo y consecuentemente del Nuevo Testamento.

Una aclaración importante: puedo ponderarlo con bastante objetividad porque yo no soy uno de los autores de este libro, sino sólo el “editor literario”. La función de esta figura es seleccionar el tema –en este caso era fácil-; reunir al grupo que lo va a ejecutar, presentar las normas de trabajo y luego dar forma, conforme a las normas de la colección y a las directrices de la editorial, al material presentado por los autores.

Esta tarea de editor –a decir verdad- no carece de importancia, porque lo que el lector tenga luego ante sus ojos, en contenido y en forma, depende de las decisiones del editor literario y de cómo haya realizado su trabajo (también corrección de errores, de citas y de galeradas o pruebas). Pero, al fin y al cabo, el editor literario queda “fuera”, y puede juzgar con cierta imparcialidad el producto.

Voy a utilizar primero un artículo de Florentino García Martínez –espero que los lectores ya lo conozcan, pues el famoso traductor al español de los Manuscritos del Mar Muerto, en Trotta, que he citado tantas veces. El texto que lleva por título el siguiente:

“¿La apocalíptica judía como matriz de la teología cristiana?”
y se publicó en el libro colectivo Orígenes del cristianismo. Antecedentes y primeros pasos (ed. A. Piñero), El Almendro, Córdoba, 2ª ed. 1995, con sucesivas reediciones. Desde aquí escribe Florentino García Martínez, a quien sólo edito levemente en ocasiones, incorporando material de las notas o aclarando algunos extremos.

«Los comienzos son, en su mayoría, ocultos. Y esto también se aplica a los comienzos del cristianismo postpascual». Así comenzaba el artículo que Ernst Käsemann publicó en 1960 y que desencadenó la polémica reflejada en el interrogante que sirve de título a este trabajo.

He aquí su título original: «Die Anfänge christlicher Theologie», Zeitschrift für Theologie und Kirche [ZThK] 57 (1960) 162-185 = “Los comienzos de la teología cristiana, publicado en la “Revista de Teología y de Iglesia”. El artículo ha sido traducido al inglés. Para quien quiera leerlo en esta lengua aquí van los datos: «The Beginnings of Christian Theology», en New Testament Questions of Today [Londres 1969] 82ss = incluido en el número especial de la revista “Journal of Theology and Church”, editado por R. W. Funk, con el título de «Apocalypticism».

Las opiniones de Käsemann han sido comentadas y criticadas muchas veces. Además, este investigador se hizo famoso porque fue el primero –precisamente también en una conferencia muy sonada que se convirtió en un artículo también famoso- que protestó contra R. Bultmann, su maestro, negando rotundamente su tesis de que no había medios para acceder al Jesús histórico. Sí los hay –sostenía Käsemann- porque los evangelistas, aunque propagandistas de unas ideas religiosas, nos aportan mucho material histórico, que se puede discernir y aprovechar entre otro material de fe que es inaprovechable para la historia.

En ese artículo, y en los que Käsemann se sintió obligado a escribir para precisar su pensamiento a la vista de las reacciones suscitadas (Ernst Käsemann, «Zum Thema der urchristlichen Apokalyptik», ZThK 59 [1962] 257-284; «Paulus und der Frühkatholizismus» ZThK 60 [1963] 75-89 = “Sobre el tema de la apocalíptica cristiana primitiva” y “Pablo y el protocatolicismo”), el autor intentaba desenmarañar el misterio de los orígenes de la teología cristiana, descubrir las raíces del árbol de frutos pluriformes que nos muestra el Nuevo Testamento y encontrar la tierra fecunda cuya savia alimenta las raíces de ese árbol y le permite dar frutos tan diversos.

La respuesta de Käsemann era clara y sin rodeos: la matriz engendradora de toda teología cristiana fue la apocalíptica: «La apocalíptica -puesto que, propiamente hablando, la predicación de Jesús no puede caracterizarse como teología- ha sido la madre de toda la teología cristiana» (“Die Anfänge” = “Los comienzos”, p. 180) (Citaremos por el comienzo de los tres artículos = Anfänge / Thema / Paulus).

La finalidad de este trabajo –escribe Florentino García Martínez- casi cincuenta años después de la publicación del artículo original es la de reexaminar de nuevo la cuestión -tan importante y trascendente- a la luz de los conocimientos adquiridos en los últimos años sobre la apocalíptica judía.


Continúa Florentino:

Yo no soy un teólogo; tampoco soy un especialista en el Nuevo Testamento. Mi campo de trabajo está formado por la literatura judía posterior a la Tanak (la Biblia hebrea) y anterior a la Misná, la literatura judía que se sitúa cronológicamente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y una parte de la cual puede definirse como literatura apocalíptica. Todo ello implica que mi manera de enfocar el problema no arranca del resultado final: las teologías del Nuevo Testamento, sino del supuesto punto de partida: la apocalíptica judía.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues estamos comentando en los dos este libro.

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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