Simón Pedro en la literatura apócrifa



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pedro en los HchPePl del Pseudo Marcelo (III)

El Pseudo Marcelo cuenta de la llegada de Pablo y su encuentro con Pedro. Los judíos creyeron encontrar en Pablo un apoyo a sus tesis considerándole como auténtico “hebreo y de hebreos”. Pero Pedro y Pablo formaron una pareja compacta en doctrina y en actitud. Contra las pretensiones de los judíos, Pedro respondió haciendo una exposición de los principales aspectos de la Historia de la Salvación. Según el texto de este apócrifo, “innumerables muchedumbres se convertían al Señor por la predicación de Pedro”. La misma esposa del emperador Nerón, de nombre Livia, abrazó también la fe junto con la mujer del prefecto Agripa, llamada aquí Agripina.

Entre las curiosidades de esta obra, sorprende la presunta carta de Poncio Pilato al emperador Claudio (cc. 40-42). Es un testimonio a favor de Jesús, en el que descarga toda la responsabilidad de la pasión de Jesús sobre los judíos. Como otros apócrifos del llamado “Ciclo de Pilato”, prevalece la intención de rehabilitar al procurador y dejarlo libre de toda culpa. Aunque la existencia de esta carta va contra la tradición que sitúa la muerte de Pilato en el reinado de Tiberio, vale la pena traerla a colación como uno de tantos testimonios de los apócrifos, que son un canto a la inocencia de Jesús y a su misión mesiánica.

Pilato insiste en su carta que los judíos actuaron movidos por la envidia. La conducta de las autoridades judías fue contraria a sus propios intereses y a las promesas que habían recibido de Dios. Y aunque Pilato en opinión del apócrifo reconoce la generosa taumaturgia del Nazareno a favor de los necesitados, creyó las acusaciones que le presentaban sobre el carácter de mago y la actitud política de Jesús contra el imperio. Ésas fueron las razones por las que lo hizo flagelar y lo entregó a la muerte.

Pero el crucificado resucitó al tercer día mientras los soldados hacían la guardia ante su sepulcro. Y aunque los guardianes recibieron dinero para que silenciaran los sucesos, todo quedó hecho público y manifiesto. El informe tenía como objeto servir a la verdad en contra de las mentiras de los judíos: “Refiero estas cosas a vuestra potestad para que nadie mienta, y para que puedas saber si has creído a los falsos testimonios de los judíos".

Nerón, según refiere el apócrifo, conocía ese informe y preguntó a Pedro sobre su veracidad. Pedro confirmó los testimonios de la carta a la vez que acusaba a Simón de hacer afirmaciones tan falsas como cuando se proclamaba Dios. Siguió luego un largo debate en el que Pedro expuso sus posturas contra Simón en presencia de Nerón. A las amenazas de Simón de hacer intervenir a sus ángeles, Pedro respondía expresando su confianza en el poder de su Señor Jesucristo. Nerón echaba en cara a Pedro que no creyera en la divinidad de Simón confirmada con tantos prodigios.

Pero Pedro respondió que la divinidad es exclusiva del que es capaz de conocer los secretos de los corazones. En consecuencia, propuso un reto a Simón para que descubriera lo que Pedro trataría con Nerón. El emperador replicó a Pedro diciéndole que no era posible que Simón ignorara nada cuando había resucitado un muerto y aunque había sido decapitado, había resucitado al tercer día. Más todavía, había hecho bajar a los ángeles del cielo. La réplica de Pedro era una aplicación del argumento a fortiori: Si Simón es capaz de hacer cosas tan grandes, no tendrá dificultad en resolver problemas menores, como sería conocer lo que Pedro estaba pensando.

Nerón aludía a la presunta resurrección de Simón después de haber sido decapitado. Era una prueba propuesta por Simón a Nerón acerca de sus poderes divinos. La maniobra había consistido en la decapitación de un carnero, hecha a oscuras por sugerencia de Simón. La presencia del Mago ante Nerón era la prueba evidente de que había resucitado. La sangre que limpiaron por recomendación de Simón era la del animal sacrificado. A sus obras mágicas unía Simón sus engaños.

Simón insistía en que nadie, si no era Dios, podía conocer los pensamientos de los hombres. Tales palabras pusieron en los labios de Pedro la respuesta: "Pues tú, que dices ser hijo de Dios, di lo que estoy pensando. Y declara, si puedes, lo que acabo de hacer en secreto. Pedro, en efecto, había bendecido el pan de cebada que le habían traído, lo había partido en trozos con ambas manos y se lo había escondido en las mangas" (47,1). A falta de otros recursos, Simón se puso a gritar llamando a unos perros grandes para que devoraran a Pedro en presencia del César. Aparecieron, en efecto, unos enormes perros que se lanzaron sobre Pedro, quien extendió sus brazos en oración y mostró a los perros el pan que había previamente bendecido. Los perros desaparecieron al instante.

Pedro aprovechó la circunstancia para argumentar ante Nerón: "Aquí tienes, rey, cómo te he demostrado, no con palabras sino con obras, que Simón es un mago y un farsante. Había prometido enviar a sus ángeles contra mí, y ha traído unos perros. Así ha demostrado que no tiene ángeles divinos, sino demonios caninos" (48,2). Simón recordaba los sucesos acaecidos en Palestina insistiendo en que nadie, sino Dios, podía conocer los secretos de los hombres.

En contra de lo afirmado en los Hechos de Lucas sobre Pablo, donde se contaba la curación del cojo de nacimiento en Listra, aquí Pablo guardaba en esta ocasión un silencio que sorprendía a Nerón. Allí Bernabé era etiquetado como Zeus, mientras que Pablo era considerado como Hermes, porque "era el que llevaba la palabra" (Hch 14,12). Aquí es Pedro el encargado de conducir el debate de la parte de los apóstoles. Nerón en dos ocasiones aborda a Pablo para repetirle la misma pregunta: "Y tú, Pablo, ¿por qué no dices nada?" (50,1; 54,1).

La respuesta de Pablo insistía en el peligro que Simón representaba para el imperio. Simón replicó: "Si yo no demuestro y manifiesto que soy Dios, nadie me dará la honra debida" (50,2). Nerón le espetó con tanta comodidad como contundencia: "¿Por qué, pues, te entretienes ahora, y no demuestras que eres Dios?" Fue entonces cuando Simón recurrió al argumento supremo de que creía disponer. Solicitó que se le construyera una torre alta de madera desde la cual lo tomarían los ángeles para llevarlo al cielo hasta el Padre. Ante tal augurio, Nerón se dirigió de nuevo a Pedro para preguntarte si con eso se conformaba. Pedro venía a decir al emperador que ya se convencería él personalmente.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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