Eliminación de antropomorfismos en la idea de Dios en el Antiguo Testamento (93-03)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: En torno a la idea de Dios en el Antiguo Testamento. Cambios y avances en la idea de la divinidad.

Siguiendo la pauta que señalábamos en la postal de la semana pasada (“Dios habita en una luz inaccesible. Nadie lo ha visto ni puede verlo jamás”), los escritores de la época helenística que se va acercando al tiempo de Jesús, cuando reescriben ciertos pasaje bíblicos para explicar o completar sus lagunas, por ejemplo el caso del Libro de los Jubileos o Pequeño Génesis (el texto se halla en la colección "Apócrifos del Antiguo Testamento" de Ediciones Cristiandad, tomo II, evitan los antropomorfismos (mostrar a Dios actuando como podría hacerlo un ser humano con sus mismas reacciones y maneras) que acercan demasiado a Dios a las costumbres humanas.

El antiguo modo de hablar que presentaba a Dios con rasgos de varón sobre todo, y acentuaba ciertas pasiones de su esencia como el amor o el odio, o su aparición en persona sobre la tierra, su comportamiento como un ser humano que habla, está de pie, pasea, etc., suscita después del Exilio, en época helenística, un cierto escándalo..., son sencillamente eliminados estos antropomorfismos en las nuevas versiones del texto sagrado.

Así, en el mencionado Libro de los Jubileos, de principios del s. II a.C. –obra que parafrasea la historia del libro del Génesis, como si fuera que Dios a través del autor la cuenta de nuevo-, ya no es la divinidad en persona el que presenta los diversos animales a Adán para que le ponga nombre, sino que lo hace un ángel en su lugar (3,1), y en otros pasajes Dios no se pasea ya por el Jardín del Edén, ni tampoco es dibujado como "arrepintiéndose" de haber creado a los hombres, etc. La lucha de Jacob con Dios de Gn 19,3, incluso aunque el texto del primer libro de la Biblia represente a la divinidad por su ángel, es eliminada en Jubileos.

La teología del judaísmo alejandrino --con Filón a la cabeza, junto con el libro de la Sabiduría, la Carta de Aristeas, los fragmentos de Aristóbulo-- se encomendó como una de sus tareas principales eliminar de su exposición del Antiguo Testamento todos estos antropomorfismos. Y lo hizo con un método de interpretación que hemos comentado ya en otra serie: por medio de la alegoría, es decir ofreciendo una interpretación espiritual de la letra de la Ley y de su imagen de Dios.

Así se lograba acomodar la rudeza ocasional del texto sagrado a las concepciones más refinadas de la filosofía espiritualista griega. Cuando Filón escribe un comentario a Gn 6,6, donde se indica que Dios se arrepintió de haber creado a la humanidad y que por eso lo castiga con el Diluvio, le da el título de Quod Deus sit inmutabilis! (“Dios es inmutable”)

B) Cambios en la designación de Dios.

El hincapié en la trascendencia y el absoluto señorío de la divinidad se expresa también en esta época posterior al Exilio de Babilonia en el modo como se habla de Dios y en los nombres que se le otorgan. Lo más notable en este ámbito es que el nombre propio de la divinidad, Yahvé, revelado por ella misma, deja de usarse. En vez de él se utilizan expresiones generales, abstractas, perifrásticas. Un misterio tremendo empieza a rodear el Nombre que indica la inmutable esencia divina.

Poco a poco se irá prohibiendo todo uso del Nombre, no sólo el uso vano, sino cualquiera utilización aunque honesta, y se fundamentará la costumbre de que el nombre de Yahvé se exprese una sola vez al año, pronunciado muy bajito por el sumo sacerdote en el debir del Templo, el santo de los santos.

También otras antiguas designaciones de Dios como Elohim, El, Elahá, con ciertos resabios politeístas pero tan corrientes en el Antiguo Testamento, desaparecen y se sustituyen por los respetuosos Adonai y Mará, es decir "Señor", en griego Kýrios o, como hemos indicado, "Altísimo". Otros nombres usuales de esta época son el Todopoderoso (gr. pantocrátor), que sustituye a Yahvé Sebaoth, y también el Grande, el Santo.

En realidad este desarrollo conduce verdaderamente a que desaparezca en la religión israelita el modo simple y sencillo de hablar de Dios. A medida que aumentan las designaciones abstractas, la religión judía correría teóricamente el peligro de desarrollar una concepción impersonal y poco vital de la divinidad. Pero esto se evitará como indicaremos.

Un par de estos nombre merecen unos momentos de consideración. Se trata de la Šechiná, "Habitación", y de la "Gloria", (Yequirá), divinas. Ambas expresiones suelen ir unidas. La primera no significa propiamente "presencia", sino "habitación", como hemos dicho, e indica que Dios habita en alguna parte, pero no precisamente en el Templo (otros piensan que sí, que habita de algún modo misterioso en el Santuario), sino en el alto cielo. Sólo metafóricamente puede decirse que "Dios habita en medio de Israel".

Todo el ciclo de los libros de Henoc supone que Dios no tiene habitación alguna en la tierra, sino en su alejada morada celeste, en su trono rodeado de llameante fuego, en la cúspide del séptimo cielo, como dijimos. Tenemos la impresión de que ya en el siglo II a.C. existía en el judaísmo una tendencia a suponer que se había perdido el contacto inmediato con Dios, incluso en el Templo, concepción tan cara a los antiguos israelitas. Si alguna vez podría Dios visitar la tierra, tales visitas serían de castigo, normalmente, las propias de una personalidad casi perpetuamente alejada.

Más tarde, en la época rabínica, la misma expresión, Šechiná, valdrá para indicar la presencia de Dios que no abandona Israel a pesar de que el Templo haya sido destruido y que los judíos se vean dispersos hasta los últimos confines de la tierra. Esta concepción supone una cierta vuelta a ideas más antiguas, pero esta presencia no será nunca una inmanencia: tenderá siempre a señalar las distancias insalvables entre el hombre y Dios. La segunda, Yequirá, la gloria, o la majestad, no es más que el correlato celeste de la presencia divina e insiste también en su lejanía, como es evidente.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es:

“El renacimiento del mesías davídico en época de Jesús (IV)”

• Información sobre la película acerca de Jesús de Nazaret, titulada “El discípulo”:

www.eldiscipulofilm.com
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