La personificación de los atributos divinos (93-04)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: En torno a la idea de Dios en el Antiguo Testamento. Cambios y avances en la idea de la divinidad.

La tercera nota que apunta hacia esa extrema trascendentalización de Dios que hemos señalado es la aparición en los escritos tardíos del Antiguo Testamento de personificaciones o “hipóstasis” divinas.

Aclaremos esta última expresión. Como el Dios alejado sigue operando en la tierra, salvando, castigando, revelando, etc., la mente teológica del momento que nos ocupa atribuye estas operaciones a una suerte de ser intermedio, divino, que procede de Dios por emanación y que, sin ser Él exactamente, forma parte de Él y actúa en su nombre, como encargado de realizar las operaciones de la divinidad ad extra, hacia el exterior, hacia la humanidad.

Cuando la divinidad desea proyectarse hacia fuera, es decir cuando se piensa a Dios como el sujeto de alguna operación respecto al hombre, no pierde por ello su inmutabilidad y trascendencia, ya que no es Dios mismo el que actúa, sino una delegación, o hipóstasis, suya. Considerarmos las más importantes de estas hipóstasis.

La sabiduría divina

La más conspicua de estas hipóstasis es la Sabiduría divina personificada. El cap. 8 de los Proverbios, compuesto en torno al siglo IV, describe así a esta entidad:

"Yahvé me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui moldeada, desde el principio, antes que la tierra... cuando asentó los cielos allí estaba yo; cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando condensó arriba las nubes... estaba yo allí como arquitecto. Era todos los días su delicia, jugando en su presencia todo el tiempo".


Y Jesús ben Sira, el autor del Eclesiástico (del s. II a.C.), la describe así:

"Nací de la boca del Altísimo, y como niebla cubrí la tierra. Tuve mi morada en las alturas y mi trono sobre las columnas de las nubes" (24,3).


La Sabiduría se concibe, pues, como una entidad divina, hipostasiada o personificada, que actúa como ayudante de Dios en la creación, y luego, como educadora de los hombres en la recta religión.

En otras obras de la época, como 1 Baruc, ciclo de Henoc y más tarde en Filón de Alejandría, aparece la misma hipóstasis. Un lugar preeminente ocupa ésta en el libro que lleva su nombre, la Sabiduría (compuesto probablemente hacia el 50 a.C.):

"La Sabiduría es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna" (7,25).


Nótese aquí la mención de "hálito", que nos recuerda al Espíritu, viento o soplo, con el que está emparentado. Volveremos sobre esto más adelante.

La Palabra o Verbo de Dios

Otras hipóstasis, que contribuye a concebir la acción de Dios hacia afuera dejando incólume y alejada su esencia trascendente, es la "Palabra" o Verbo de Dios (Dibburá o Memrá en arameo; en griego, Logos). De acuerdo con Génesis 1 se concebía el hacer de Dios, su acción creadora, como realizada por su Palabra, como si fuera indigno de Dios entrar en contacto con la materia, incluso en el momento de crearla.

La especulación sobre la Palabra, el Logos o Verbo, alcanza su grado máximo en los escritos de Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús de Nazaret. Aquí el razonamiento en torno a esta hipóstasis está teñido de filosofía griega, y el Logos es, para Filón, la Razón divina que atraviesa e invade todo el universo. La influencia que tendrán estas concepciones en torno a la Palabra divina a la hora de comprender la teología del prólogo del Evangelio de Juan, el Verbo de Dios, es inmensa.

El Espíritu divino

Una hipóstasis parecida a Sabiduría es el Espíritu divino o santo Espíritu. Esta personificación estaba muy preparada en los escritos más antiguos del Testamento Viejo y las menciones que éste hace muy a menudo sobre el Espíritu de Dios. La concepción del Espíritu como fuerza de Dios hacia fuera es antiquísima en Israel. La personificación del Espíritu Santo es, sin embargo, de época helenística, y constituye uno de los pasos que con mayor facilidad se dieron en este tipo de especulación hipostática sobre la actuación dee Dios hacia fuera.

El Espíritu se concibió enseguida como la personificación de la fuerza divina -antes difusa- que procede de arriba; es como un soplo activo, cosnciente, divino, que penetra en el interior del hombre y que lo impulsa a acciones extraordinarias, como, por ejemplo, la profecía o el comportamiento heroico.

En el libro de la Sabiduría alcanza esta personificación su grado máximo, a la vez que observamos que la hipostatización de la Sabiduría arrastra consigo, claramente, la del Espíritu. En 1,4 leemos:

"En alma perversa no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado; pues el Espíritu Santo que nos educa huye de la doblez y se aleja de los necios pensamientos".


A tenor de ese texto, quizás haya que concebir al Espíritu como idéntico a la Sabiduría.

Es necesario ponderar una vez más la importancia de la teología hipostática del judaísmo helenístico en toda su grandeza, ya que desde el punto de vista de la historia de las religiones esta teología prepara efectivamente el camino a la especulación sobre la naturaleza de Jesús (como instrumento de este Espíritu, o como ser divino que en la prácticá se confunde con el Espíritu) y las ideas sobre la Trinidad cristiana.

Cuando, como veremos, en la poderosa teología paulina o johánica se hable de Jesús como una entidad celeste y preexistente, cuando se lo coloque como ser plenamente divino, junto con el Espíritu Santo, al lado de Dios Padre, tal desarrollo teológico generado dentro de lo que era un grupo judío, aunque heterodoxo, no puede comprenderse sin tener presente la evolución sobre la idea de Dios del judaísmo helenístico y las especulaciones sobre las hipóstasis divinas que ahora mencionamos. Desde el punto de vista de Eusebio de Cesarea, el primer historiador de la Iglesia, sería ésta una de las más evidentes "preparaciones" para la futura implantación del evangelio. Dios dispusos que estas ideas se desarrollaran antes en la filosofía griega para que sirvieran de conveniente preparación para el cristianismo que iba a llegar después, según la economía divina de la salvación.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es :

“Otros textos mesiánicos interesantes de tiempos de Jesús de Nazaret”

• Información sobre la película acerca de Jesús de Nazaret, titulada “El discípulo”:

www.eldiscipulofilm.com
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