El Dios creador y salvador que actúa en la historia (93-06)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: En torno a la idea de Dios en el Antiguo Testamento. Cambios y avances en las nociones acerca de la divinidad.



A pesar de lo que hemos dicho hasta ahora de la acentuación de la trascendencia divina en el pensamiento teológico judío después del Exilio, la línea tradicional de la concepción de Dios del Antiguo Testamento no se rompe en esta época. La primera y obvia constatación es la frecuencia de los apelativos de Dios como creador, señor del mundo, de los hombres y de los espíritus, y otros sinónimos de la soberanía divina sobre la creación que encontramos en la literatura postexílica y helenística y que señalan la relación primordial del ser humano con Dios, la de criatura respecto a su creador.

En lo que se refiere a la creación, providencia material en su mantenimiento, gobierno del universo, etc., no hay cambios especiales en la época que estamos considerando.


Dios salvador que actúa en la historia

Igualmente, a pesar de esta lejanía divina, el Dios del judaísmo postexílico sigue siendo también, como en épocas anteriores, un Dios comprometido con la historia humana en una tarea salvífica: salvar a Israel.

En algunos escritos del momento, como los Testamentos de los Doce Patriarcas y otros apócrifos helenísticos, por medio de Israel se salva también la humanidad toda. Dice el libro 3º de los Oráculos Sibilinos: en la época mesiánica,

"tampoco habrá de nuevo guerra sobre la tierra ni sequía, ni volverá el hambre, ni el granizo que destroza los frutos. Por el contrario, habrá una gran paz sobre toda la tierra, y el rey (divino) será amigo del rey (humano) hasta el fin de los tiempos, y el Inmortal en el cielo estrellado hará que se cumpla una ley común para los hombres en toda la tierra."


El Dios de los judíos postexílicos sigue siendo contrario a la concepción de los dioses desentendidos de los hombres que imperaba entre su coetáneos, los griegos cultivados. Según Aristóteles (Ética a Nicómaco IX), o Epicuro, los dioses no pueden amar a los hombres ni preocuparse de ellos: los dioses son por definición perfectos, sin indigencias, sin mutaciones. Carecen por tanto de preocupación y de eros, porque el amor es de por sí indigente: necesita mostrar y que otros le muestren afecto.

En realidad los filósofos clásicos consideraban la piedad y la misericordia emociones patológicas, defectos de carácter que debían ser evitados por todos los hombres racionales, puesto que la razón es como un reflejo de la divinidad. Como la misericordia supone proporcionar ayuda o alivio no merecidos, era contraria a la justicia. Por tanto, “la misericordia no está gobernada en realidad por la razón”, y los humanos deben aprender “a refrenar este impulso”; “el grito pidiendo misericordia de los que no la merecen” debe permanecer “sin respuesta”. Según E. A. Judge, “La piedad es un defecto de carácter no digno de los sabios –ni de los dioses- y excusable sólo en aquellos que aún no han madurado. Es una respuesta impulsiva Platón solucionó el problema de los mendigos en su estado ideal al arrojarlos fuera de sus fronteras”

(E. A Judge “The Quest for Mercy in Late Antiquity”, en God Who Is Rich in Mercy: Essays Presented to D. B. Knox, ed. por P. T. O’Brien-D. G. Peterson, Macquarie University Press, Sydney, 1986, p. 107= "La búsqueda de la misericordia en la Antigüedad tardía" en la obra "Dios rico en misericordia").

Esta idea de un Dios misericordioso, tan contrario a las nociones griegas, tenía un impacto imponente en las comunidades judías helenísticas que estaban en la Diáspora, puesto que la imitación de Dios, típica del judaísmo, les llevaba a cuidar de sus prójimos (judíos) que estaban tan cerca y tan rodeados de gente hostil.

El Dios del judaísmo postexílico se revela y se manifiesta en la historia y en su amor por la humanidad. El Dios de la literatura intertestamentaria ve todas las cosas (3 Macabeos), vigila todo desde el cielo (Oráculos Sibilinos 5), y condiciona lo que en el mundo va a ocurrir incluso antes de que las cosas sean creadas (Antigüedades Bíblícas 18). El Dios trascendente sigue revelándose en medio del quehacer humano, de modo que según el libro de los Jubileos, la historia no es más que el desarrollo prefijado por Dios en las tablas celestiales. La historia que empezó en el paraíso terminará también en un paraíso para el Israel fiel. El Dios de la literatura intertestamentaria, más trascendente y lejano que antes, es sentido a veces como cercano, salvíficamente cercano.

Más tarde, ya en época critiana, este aspecto de la divinidad judía, el amor y la misericordia hacia el hombre, habría de llamar poderosamente la atención a los paganos que se ponían en contacto con los cristianos. La simple frase “Dios amó al mundo...” debía dejar atónito a un pagano educado. Y la noción de que los dioses se preocupan de cómo nos tratamos unos a otros habría sido desechada como un absurdo patente.

Desde el punto de vista pagano, no había ninguna novedad en las doctrinas judías que decían que Dios exige un comportamiento adecuado a los hombres; los dioses siempre habían demandado sacrificios y culto. Tampoco había nada nuevo en decir que Dios atenderá los deseos de los seres humanos; los dioses podían ser inducidos a intercambiar servicios por sacrificios. Pero la idea de que Dios ama a quien lo ama era completamente nueva.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es:

“El mesianismo de Jesús según el episodio de la entrada en Jerusalén”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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