Simón Pedro en la literatura apócrifa



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Libro secreto de Santiago (el Justo)

Obra de muy emota antigüedad, cuya composición se remonta a los principios del siglo II. Así lo estima F. García Bazán, traductor del libro en el mencionado volumen de Todos los evangelios, editado por A. Piñero. Aunque de origen griego, fue traducido al copto en el siglo IV y forma parte de la Biblioteca de Nag Hammadi. Tiene una forma de epístola dirigida a un cristiano desconocido sobre el “escrito secreto” revelado por el Señor a Santiago y a Pedro. Conocido como Libro secreto de Santiago, es también denominado Apócrifo de Santiago.

Aunque Santiago aparece como el ejecutor del escrito, Pedro participa activamente como receptor de la revelación y comunicador de su contenido. Un contenido que encaja más en el concepto de evangelio que en el de carta, de la que solamente tiene el saludo inicial. Por esta razón, lo incluye A. Piñero en el elenco de todos los evangelios. Las revelaciones tuvieron su momento 550 días después de la resurrección e inmediatamente antes de la ascensión.

Tres son las ideas fundamentales del escrito: 1) El Reino viene a completar las esperanzas de los elegidos.- 2) La nueva situación representa el fin de la profecía y significa la inauguración de la consumación.- 3) La Palabra sirve para completar el Reino a través de la gnosis. Muchas de las ideas son comunes a otros escritos imbuidos de mentalidad gnóstica, tales como el Evangelio de Juan, el Evangelio de Tomás, el Diálogo del Salvador y el Libro secreto de Juan.

Después del saludo, alude Santiago al “escrito secreto”, del que son receptores en común Santiago y Pedro (p. 1). El Señor no quiso hacer partícipes al resto del colegio apostólico. Sin embargo, por su contenido serán bienaventurados los que lo conozcan. Estaban todos sentados y reunidos cuando el Señor se hizo presente y eligió como interlocutores a Santiago y a Pedro. Les dijo: “Dejad que Santiago y Pedro vengan conmigo para que yo los haga perfectos”. Y “una vez que hubo llamado a los dos, los apartó y mandó a los demás ocuparse de sus tareas” (p. 2).

El Señor les habla y les dirige elogios personales: “Os pertenece la Vida”; “a vosotros os pertenece el Reino de Dios”; “sed perfectos y no dejéis ningún lugar en vosotros vacío” (p. 3). Pedro replica diciendo: “Tres veces nos has dicho «Sed plenos»”. En el diálogo esotérico entre el Señor y sus dos interlocutores, hay alusiones a parábolas del Evangelio, tales como la de la semilla, la casa, las lámparas de las vírgenes, el salario de los obreros, las dracmas y la mujer. “Apeteced la Palabra”, añade el Señor, porque de ella procede en primer lugar la fe, luego el amor y después las obras (p. 8).

Pedro, en cierto modo desconcertado, replica a las palabras de Jesús: “Nos exhortas a que nos dirijamos al reino de los cielos, pero también nos excluyes de él, Señor; nos convences y nos atraes a la fe y nos prometes la Vida, pero igualmente nos rechazas del reino de los cielos” (p. 13).

Una vez que el Señor ascendió al cielo, los discípulos se arrodillaron. El escrito continúa: “Pedro y yo dimos gracias y elevamos nuestro corazón hacia los cielos. Oímos con nuestros oídos y vimos con nuestros ojos un estrépito de combate”. Se apartaron de sus compañeros, quienes los llamaron para exigirles que les contaran cuanto habían visto y oído: “¿Qué habéis oído del Maestro? ¿Qué os ha dicho? ¿Adónde ha ido?” Pedro y Santiago explicaron el contenido de sus experiencias. “Se ha elevado y nos dio la mano derecha y nos prometió a todos la vida” (p. 15).

Aunque Santiago se presenta como el autor del escrito, menciona siempre a Pedro como copartícipe de los hechos revelados y se refiere a él bien con el “nos” de rigor, con la mención expresa “Pedro y yo” o con la cita de las palabras del Señor: “Santiago y Pedro”. Es, por lo demás, la impresión que se desprende del texto de los Hechos canónicos de Lucas. Entre los miembros del colegio apostólico, destacaron con luz propia las personalidades de Pedro y de Santiago el Justo.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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