“A propósito de Juan Calvino. Un exegeta por delante de su época” (91-09)

Hoy escribe Antonio Piñero


Dije en la postal de la semana pasada sobre este tema (miércoles) que hoy pondría un ejemplo de un libro muy reciente del conocido especialista en Lucas, François Bovon, L´Evangile selon Luc 19,28-24,53 (“El Evangelio según san Lucas”), el volumen IV de un comentario al evangelio de Lucas, que aparecerá con el tiempo, en español, en la editorial Sígueme de Salamanca. Cedo, pues, la palabra a François Bovon que comenta un ejemplo de exégesis de la Reforma, de Juan Calvino en concreto, que muestra algunos atrevimientos críticos quizás impensables en un país católico de la época:

“Me contento aquí, a la hora de hacer una historia de la influencia con leer las páginas que Juan Calvino dedica a este episodio (de Lucas 22,54-65) en su obra Armonía evangélica, en las pp. 677-679 y 628-687.

He aquí el texto que comenta el Reformador:

54 Después de haberlo detenido, lo trajeron y lo introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Pedro (lo) seguía de lejos. 55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y se habían sentado juntos. Pedro se sentó entre ellos. 56 Una criada, al verlo sentado junto a la lumbre y fijando en él la mirada, dijo: “Éste también estaba con él. 57 Pero él (lo) negó en estos términos: “Mujer, no lo conozco”. 58 Poco después, otro, viéndolo, dijo: “Tú también eres (uno) de ellos”. Pero Pedro dijo: “Hombre, no lo soy”. 59 Y tras haber pasado como una hora, alguien más insistió: “En verdad éste también estaba con él; pues es también galileo”. 60 Pero Pedro dijo: “Hombre, no sé de qué hablas”. Y, al punto, mientras estaba todavía hablando, cantó el gallo. 61 Entonces, volviéndose, el Señor miró a Pedro, y éste se acordó de la palabra del Señor que le había dicho: “Hoy, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces”. 62 Y, saliendo fuera, lloró amargamente.
63 Los hombres que lo tenían preso se burlaban de él y lo golpeaban. 64 Y tras cubrirlo con un velo lo interrogaban diciendo: “Profetiza; ¿quién es el que te ha golpeado? 65 Y proferían contra él muchas otras injurias (Lucas 22, 54-64.



El reformador admite la diversidad de los evangelios (actitud del humanista marcado por el Renacimiento), pero promete armonizar los datos divergentes (actitud del teólogo que se halla dentro de la tradición de la Iglesia).

Como historiador, Calvino considera que los judíos de la época habían perdido el derecho a imponer la pena capital, pero que mantenían el de “imponer alguna corrección menor”.

Como teólogo, consideraba horrible que en el corazón de la religión (el judaísmo de la época de Jesús) se conspirara contra Dios (atacando a la persona de Jesús). No obstante, este drama fue benéfico para la humanidad porque “por sus vínculos hemos sido desligados de la tiranía del Diablo, y de la condena que nos tenía aprisionados ante Dios”.

Como exegeta moderno, señalaba Calvino que “los evangelistas no han tenido mucho interés en observar el orden de los acontecimientos”.

Como hombre de Iglesia, escribe: “La caída de Pedro, que se nos cuenta aquí, es un espejo muy bello de nuestra imperfección, pues nos demuestra cuán propenso somos a resbalar. Luego, después de su arrepentimiento, Pedro se nos propone como un ejemplo singular de la bondad y de la misericordia de Dios. Así esta historia que se narra como si afectara a un hombre solo, contiene una doctrina común a toda la Iglesia, y es muy útil”.

El Calvino reformador muestra de las dos caras del arrepentimiento, señaladas por Beda el Venerable (por parte del hombre, el pesar sincero y la vuelta sobre sí mismo; y, por la de Dios, el amor mostrado hacia el pecador) especialmente la que hace relucir el amor divino.

Como psicólogo, señala que hacen falta pocas cosas para derribar a un hombre (“aterrorizado ante la palabra de una mujer”) y que en cuanta más altura estemos, más debemos velar para no caer.

Calvino armoniza luego los datos de los evangelios (en esto se muestra aún apegado a la tradición medieval): concluye que la segunda acusación debió de provenir de un grupo, ya que Marcos mantiene el papel de la sirvienta, mientras que Mateo y Lucas hablan de otra persona.

A propósito de si hubo uno o varios cantos del gallo, afirma que cuando comienza a emitir su voz, este animal no se detiene.

Más en el terreno de lo serio, reconoce Calvino que hasta que el Espíritu Santo no se hubiera difundido por todas partes, incluso el más grande de los apóstoles queda bajo la “injuriosa dominación” de Satanás. Para no caer, hace falta -Calvino insiste de nuevo– la ayuda de Dios por medios de su Espíritu Santo.

Empeñado en la polémica de la Reforma, considera que Pedro no merecía el perdón. Lo obtuvo “por la bonachonería paternal de Dios”.

Respecto a la mirada de Jesús hacia Pedro, Calvino señala que es un toque propio y sólo lucano, y considera que se trata de una mirada particular (Jesús, precisa, había visto igualmente venir a Judas, y no actuó de la misma manera con su mirada). Es la mirada la que representa la gracia: “Pero cuando miró a Pedro, añadió a sus ojos también la eficacia secreta del Espíritu Santo”.

Es una exégesis para pensar.
Naturalmente, el Calvino moderno tiene su lado obscuro, medieval, de fanatismo, como cuando ordenó quemar en la hoguera por hereje a Miguel Servet, el descubridor de la circulación de la sangre.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es :

“Afirmación del mesianismo de Jesús por vía indirecta”

• Magíster de “Ciencias de las Religiones” Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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