“La lección que pretende impartir el evangelista Marcos” (109-32)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: El sentido último y el significado de la condena a muerte de Jesús, según los evangelistas y según la crítica histórica.

Quedamos en la postal anterior que es también posible que la intención del evangelista Marcos fuera diferente a la de presentar a un gobernador romano tonto, o al menos un tanto estúpido. Opino que esta pintura es sólo un efecto o daño colateral no deseado por Marcos. A él lo que le interesaba demostrar con toda la escena de Barrabás y en conjunto con la muerte de Jesús era:

• Que la plebe judía era totalmente “veleta”, cambiante y poco de fiar.

• Que a pesar de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, la escena del pago del tributo al César y el episodio de Barrabás queda demostrada por boca del gobernador la inocencia de Jesús ante Roma. Jesús no es ningún rebelde antirromano.

• Ésta, por mano de su gobernador, pudo en efecto condenar a Jesús. No se niega la crucifixión, ni que fuera a manos de los romanos, pero la condena fue injusta. Se trató de un “error” judicial semivoluntario.

• La predicación de Jesús no tenía los efectos políticos que el punto de vista de Barrabás quien mezclaba –según Marcos- la religión con una acción política violenta execrable.

• Que los romanos como pueblo y como Imperio deben quedar exentos de toda culpa en cuanto a la condena de Jesús , pues no puede achacárseles la debilidad y torpeza de un gobernador concreto.

• Que tanto la plebe judía como sus jefes son los asesinos de un mártir inocente. Sobre todo los jefes judíos, quienes auténticamente maquinan contra Jesús un complot execrable que logran llevar a buen puerto. Son los culpables auténticos de la muerte de Jesús.

• Que tomando la actuación de los judíos desde atrás, desde el momento de la sesión ante el Sanedrín (Mc 14), se confirma que todo lo ocurrido con Jesús es el resultado de una trama auténticamente criminal:

Primero unos testigos –que son declarados falsos por el evangelista: Mc 14,55-59- acusan a Jesús de haber amenazado con destruir el Templo y de sustituirlo por otro, reedificado en tres días “no por mano de hombres”.

Finalmente, su condena a muerte es por otro cargo, por haber blasfemado y haber afirmado que él es “el mesías, el hijo del Bendito” (Mc 14,61).

Como los judíos no pueden matarlo según la ley judía (por lapidación; el Evangelio de Juan lo explica más claramente: los judíos no tenían derecho a imponer la pena capital: Jn 18,31-32; el tema es muy discutido; la obra de Paul Winter -popularizada en España por G. Puente Ojea- intenta demostrar lo contrario) lo entregan al gobernador romano.

Allí fingen una acusación distinta: acusan muchas veces (griego, pollá: “muchas”) a Jesús de ser un sedicioso, de haberse mostrado rebelde al poder de los romanos sobre Israel. El evangelista pinta, pues, a las autoridades judías fingiendo una acusación contra Jesús que va en contra del íntimo deseo de sus corazones (ninguno de ellos era en el fondo de su alma amigo de los invasores romanos) con tal de matarlo.


Como complemento, puede decirse también existe una cierta inverosimilitud histórica en toda la acusación judía contra Jesús que presenta el evangelista Marcosy es la siguiente:

El evangelista no advierte que la muerte de Jesús por esta acusación judía hubo de hacer de éste un mártir por la libertad del pueblo judío frente a la potencia ocupante, lo que habría de hacer de hecho que el pueblo lo venerara como uno de los suyos, no que lo odiara (Evangelio de Mateo 27,25: “Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»)”. La pintura de los muchos -fariseos y sacedrdotes, por miles dice Lucas- que se convierten a la fe en el Nazareno, según los Hechos de los apóstoles, va en este sentido.

En síntesis: toda esta secuencia de “hechos”, de actuaciones del pueblo judío y de sus dirigentes y del gobernador romano es cuando menos sorprendente, y cuanto menos también poco consistente en sí misma y cuanto menos también bastante inverosímil desde el punto de vista de la crítica histórica. Por lo menos, el historiador moderno tiene el derecho a quedarse perplejo y a preguntarse por qué el evangelista ha presentado un cuadro que suscita tantas dudas.

Por ejemplo: ¿Dónde puede demostrarse que en el judaísmo del siglo I, o en cualquier otra época, declararse “mesías e hijo de Dios” era una blasfemia, y además digna de muerte? Esto -y no otra cosa- es lo que afirma el evangelista Marcos. Me parece que es imposible demostrarlo. En el peor de los casos habrían tomado por loco a quien esto dijera de un modo manifiestamente imposible, pero nada más. Nunca como un blasfemo y menos como un reo de muerte.

Inmediatamente surge otra duda al historiador de hoy: como Flavio Josefo nos muestra, tanto en sus obras, las Antigüedades como en la Guerra de los judíos, que a lo largo del siglo I –desde la muerte de Herodes el Grande- hubo muchos pretendientes a mesías que los romanos acabaron matando (Judas el galileo; el judío egipcio; Teudas…) y ninguno de ellos fue detenido por las autoridades judías. ¿Por qué los judíos reaccionaron así contra Jesús? En principio no es fácilmente explicable.

Como observarán los lectores lo único que estoy haciendo es analizar los textos evangélicos por sí mismos, tomando sus propios datos, en concreto sobre el caso crucial de la muerte de Jesús, y apoyándome en muy diversos autores que han estudiado los evangelios críticamente, intentar mostrar que la transmisión de los datos y recuerdos sobre Jesús están sujetos a reinterpretación, reelaboración y si se me permite “manipulación editorial” por sus editores los evangelistas, y que al menos surgen dudas razonables sobre la fiabilidad de lo transmitido. Jesús casi nunca fue simplemente recordado.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia” (en la revista electrónica “Tendencias21”, el tema de hoy es:

“El mesianismo de Jesús. Resultado final en cuanto a la divinización de Jesús”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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