Qué es la “apocalíptica” / la “tradición apocalíptica” (II) (110-15)

Hoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero

Afortunadamente, ya durante el mismo congreso de Upsala (mencionado en la postal del domingo anterior) y en las publicaciones posteriores de los años ochenta del siglo pasdo se había abierto camino una nueva comprensión de la apocalíptica, que es la predominante hoy día y la que aquí empleamos en esta serie. Esta concepción acepta una buena parte de los resultados depuradores y esclarecedores que el esfuerzo por definir la apocalíptica y el género literario “apocalipsis” han producido, y asume el rigor terminológico que los trabajos precedentes han impuesto.

Pero al mismo tiempo no se resigna a la reducción de la apocalíptica a un simple género literario, convencida de que sin la apocalíptica no es posible comprender los apocalipsis..., y en definitiva la parte correspondiente del cristianismo. En síntesis, si el Libro de los Vigilantes, el Libro de los Sueños y la Epístola de Henoc, tres verdaderos apocalipsis de origen y de época diversa, pudieron ya en el siglo I de la era común ser recogidos e integrados en la unidad superior que es el Libro I de Henoc, que nosotros conocemos, y que es a su vez un verdadero apocalipsis, esto fue posible porque esas tres obras reflejaban, a pesar de las diferencias, una misma corriente de pensamiento, porque eran herederas de una misma tradición, y no porque las tres pertenecían a un mismo género literario que como tal era completamente desconocido para los autores mismos que escribían apocalipsis.

Esta concepción de la apocalíptica se ha desarrollado a lo largo de dos líneas de investigación:

• Una, tipificada por Paolo Sacchi, cuya obra hemos reseñado repetidas ves en este blog (en Internet puede verse una larga lista de sus obras al respecto). Sacchi interpreta la apocalíptica en una perspectiva histórica y traza la evolución de sus ideas maestras y su desarrollo mediante la interacción con otras corrientes de pensamiento del judaísmo de la época;

• La otra, representada por L. Hartman y D. Hellholm:

- Del primero señalamos: D. Hellholm, Das Visionenbuch des Hermas als Apokalypse : “El libro de las visiones de Hermas como Apocalipsis” (Lund 1980);

- Del segundo: “The Problem of Apocalyptic Genre and the Apocalypse of John” : “El problema del género apocalíptico y el Apocalipsis de Juan”, en la colección de ensayos Society of Biblical Literature Seminary Papers 1982 (Chico 1982) 157-198), desarrolla un acercamiento sintagmático e intenta precisar la función sociolingüística de los textos e iluminar en qué sentido la forma misma es transmisora de contenido.

En esta concepción, que es la que aquí empleamos, la apocalíptica es una corriente de pensamiento (a la que posteriormente se unieron sobre todo esenios, y unos pocos fariseos) que nace en el contexto religioso y cultural concreto del judaísmo postexílico, que se desarrolla durante un largo período de tiempo reaccionando interactivamente con otras corrientes de pensamiento del medio ambiente judío, como la tradición profética o la tradición sapiencial, y que se plasma en las distintas obras que designamos como “apocalipsis”.

Esta corriente de pensamiento debía ser lo suficientemente compleja para poder engendrar obras tan diversas como son los distintos apocalipsis y lo suficientemente poderosa como para conseguir que uno de sus productos representativos, una buena parte del Libro de Daniel, consiguiera ser aceptado en el canon de la Escritura.

En el interior de esta tradición apocalíptica judía, cuyas principales fases de desarrollo podemos ahora seguir desde su primer producto literario conservado (el Libro de los Vigilantes) hasta sus representantes de finales del siglo I d.C. (como el Libro IV Esdras o Apocalipsis siríaco de Baruc) se desarrollan ciertas ideas características, como

• La explicación del origen del mal en el mundo como resultado de la intervención de un agente angélico,

• El determinismo el dominio sobre el mundo de las fuerzas del mal y la destrucción final de estas fuerzas por el juicio divino,

• El paso de una estructura metahistórica a una estructura histórica y la periodización de la historia,

• La comunión con el mundo angélico,

• El tema de la mediación entre el hombre y Dios,

• El desarrollo de las figuras mesiánicas,

• La resolución del problema de la retribución mediante la resurrección, por no citar más que algunas de la larga lista que podría componerse.


Estas ideas, por supuesto, no aparecen siempre bajo la misma forma ni se encuentran todas y cada una de ellas en cada apocalipsis. Sobre todo, aparecen formuladas no con nuestro lenguaje teórico y abstracto, sino en un lenguaje mitopoético, imaginativo más que descriptivo, lleno de cisiones y ensueños, transportes y raptos del alma, etc., un lenguaje que más que explicar la revelación que transmite intenta hacer participar de la experiencia visionaria que refleja, un lenguaje que debe, por tanto, ser respetado, puesto que es el vehículo esencial de esa comunicación.

Concluiremos pronto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.


………..

• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del mismo tema. en días anteriores:
"La herencia de Pablo I y II"


• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.

Larga Posdata:

Me escribe el teólogo Ariel Álvarez Valdés una nota interesante que creo oportuno transcribir, a la vez que desde aquí le doy las gacias por su aportación:


Estimado Antonio:

Como siempre, muy interesante y enriquecedor su blog de hoy.

Usted describe la Apocalíptica como una corriente de pensamiento, en la que se desarrollan ciertas ideas, y da una lista de 7 de estas ideas.
Luego dice que esas ideas se transmiten mediante un lenguaje especial, imaginativo, que se debe respetar.

Pero creo que falta señalar un tercer elemento de la apocalíptica [el de la "función" de este género].

En efecto, uno de los primeros en caracterizar a la apocalíptica como un escrito con temas especiales fue K. Koch, que señaló 8 grandes temas: 1) expectativa apremiante; 2) una catástrofe cósmica; 3) la historia universal fragmentada en segmentos; 4) ángeles y demonios que explican la historia; 5) salvación final; 6) implantación del Reino de Dios; 7) un rey mediador; 8) la gloria final.

P. Hanson, en cambio (The Dawn of Apocalyptic), redujo a un solo tema: el de la escatología.
P. Sacchi dice que son dos: 1) la creencia en otra vida, por resurrección o por inmortalidad; 2) el convencimiento de que el mal tiene su origen en una esfera superior al hombre. (en: “Il «Libro dei Vigilanti» e la apocalittica”, Henoch 1 (1979), 55‑61).
Y M. McNamara dice que son cuatro: 1) una revelación divina; 2) comunicada por un mediador celeste; 3) sobre acontecimientos futuros; 4) que deben suceder pronto (en Palestinian Judaism and the New Testament, Michael Glazier, Wilmington 1983, 70).

Pero J. Carmignac reaccionó contra la idea de que la apocalíptica sea sólo una serie de temas, y dice que no existen ideas afines a toda la literatura apocalíp­tica, y propone reservar el nombre de “a­pocalíptica” más bien al género literario.

En una síntesis de estas dos posturas, Diez Macho dice que la definición de la apocalíptica debe combinar ambas cosas: forma literaria y contenido.

En este sentido, J. J. Collins unió los dos elementos, y dijo que se debe considerar “apocalíptico” al género literario de revelación que tiene una estructura narrativa, en donde un ser de otro mundo transmite a un ser humano una revelación, mostrándole una realidad trascendente que es a la vez temporal y espacial.
Este enunciado es el más citado entre los autores.

Pero si bien la definición de Collins incluía los dos elementos (“forma” literaria y “contenido”), no decía nada sobre un tercer elemento importante: la “función” de esta literatura. Por eso fue muy criticado.

Y por eso el mismo Collins más tarde modificó su definición, y sostuvo que un apocalipsis cumple la función de interpretar las circunstancias terrenas presentes a la luz del mundo sobrenatural y del futuro, e influir en el entendimiento y en la conducta de sus lectores en virtud de una autoridad divina (en su artículo: “Genre, Ideology and Social Movements”, en: J. J. Collins y J. H. Charlesworth (eds), Mysteries and Revelations: Apocalyptic Studies since the Uppsala Colloquium, JSPSS 9, Sheffield Academic Press, Sheffield 1991, 19.


Según tengo entendido, hoy la mayoría de los autores está de acuerdo en que la definición del género apocalíptico debe incluir los tres elementos, de forma, contenido y función del libro.

Un cordial saludo.
Ariel Álvarez Valdés
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