Acerca de la discusión sobre el libro “Qué se sabe… de Jesús de Nazaret” (III) (109-44)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: estamos reflexionando sobre las posibilidades del historiador ligado a una confesión para adopta ante hechos decididamente históricos una postura u otra. Nos preguntábamos en la nota anterior: ¿Quién dio el paso hacia la divinización de Jesús? ¿Pablo?

Comencemos negando este supuesto. Si no se admite que fuera Pablo y se recurre a que el Apóstol siguió simplemente la tradición de los antioquenos (“Pablo se convirtió –se dice a menudo- a un cristianismo ya existente)…, podemos preguntarnos: ¿Qué “antioqueno(s)” dio, o dieron, el paso? ¿La ‘comunidad’ antioquena en globo? Esta respuesta no sería admitida por los creyentes. Sería lo mismo que afirmar –dando toda la razón a la Escuela de la Historia de las Formas- que la “comunidad” creó dichos y hechos propios de un Jesús acomodado a unas circunstancias posteriores a su vida real, luego atribuidos al Jesús histórico…, noción rechazada muy a menudo por los enemigos de atribuir ese poder a la “comunidad”. Igualmente, por tanto, una diferencia de teología entre Pablo y Jesús tampoco podría achacarse a “una creación de la comunidad antioquena”.

¿Sería Bernabé? No parece posible, pues la separación de Bernabé y Pablo (Hch 15,39) no se debió sin duda a una mera discusión sobre lo adecuado de la compañía de Juan Marcos en la misión apostólica, sino a problemas de fondo. Sin duda, acabaron teniendo teologías distintas.

• Y si dio el paso Pablo, se debe confesar de nuevo que la alta cristología sobre Jesús que manifiestan las epístolas paulinas comienza a elaborarse después de la resurrección de éste –no en su vida-, y que se debe muy probablemente a las visiones y revelaciones personales del Apóstol, como él afirma en Gálatas 1. El cristianismo comenzaría, por tanto, después de la muerte de Jesús; no pudo ser Jesús el “fundador” de la teología cristiana, sino su base o fundamento indispensable.

Por otro lado, sería preciso ahora ponernos de acuerdo en cuáles son los rasgos básicos de esta alta cristología. ¿Hasta qué punto están de acuerdo los tres autores del libro en que los rasgos esenciales de esta cristología paulina son los siguientes?:

- Jesús subió a Jerusalén conociendo de antemano su futura muerte como designio divino previo y dispuesto a morir para cumplir este designio desde toda la eternidad.

- Tal designo, que implica necesariamente la muerte de Jesús, es un plan de redención para toda la humanidad. Su muerte es un sacrificio vicario por todos los seres humanos.

- Gracias a este sacrificio se elimina, se borra potencialmente y en general, el estado de pecado de la humanidad ante Dios. Cualquier otro tipo de sacrificio, incluidos todos los descrito en la ley de Moisés, no ofrecen un resultado de expiación semejante.

- La víctima de ese sacrificio tenía que ser divina y humana. Divina para poder aplacar la ira de Dios contra la humanidad pecadora con su sacrificio. Humana, para representar a toda la humanidad.

- Aunque –como dijimos- este sacrifico es válido en potencia para todos los hombres, cada uno de los pecadores en concreto, que desee apropiarse de sus beneficios, que quiera ser “justificado” (declarado absuelto del pecado) ante Dios, debe hacer un acto de fe, ayudado por la gracia divina, en la validez de este sacrificio de Jesús, vicario y redentor.

- Este acto de fe es como una circuncisión espiritual (Flp 3,3).

- A partir de esta circuncisión, el nuevo fiel, adorador de Dios a través de Jesús, queda libre de cumplir la ley de Moisés (Gálatas); sólo está obligado a cumplir la ley espiritual que ha traído Jesús (Gál 6,2).


A mí me parece que este resumen del pensamiento teológico de Pablo debería ser aceptado por todo aquel que estudie sin prejuicios el Nuevo Testamento.


III


Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿con qué pasos de la vida, obras y dichos del Jesús histórico puede fundamentarse esta teología? No parece posible de ningún modo aportar pruebas serias algunas, a través de un análisis objetivo de los Evangelios Sinópticos, del esquema de salvación que acabamos de resumir. El argumento se apoya de nuevo en la hipótesis de partida aceptado por los tres autores (Punto 7): del análisis de los evangelios se concluye que "Jesús jamás quebró el judaísmo de su tiempo".


IV

Por tanto, y en conclusión, hay un hiato insalvable entre la religión de Jesús y la religión de Pablo de Tarso, entre la teología de Jesús y la teología del Apóstol, entre la concepción de Jesús de Nazaret de cómo debe salvarse un ser humano y la noción paulina de cómo se salva el hombre después de que ha llegado la historia a la plenitud de los tiempos con la venida a la tierra de Jesús y su sacrificio redentor.

Entonces, me parece que si los tres autores del libro “Qué se sabe… de Jesús de Nazaret” pudieran llegar a asumir esta argumentación, a saber el hiato insalvable entre el pensamiento jesuánico y el paulino, tendrían que admitir que Pablo fue el fundador -al menos uno de los fundadores- de la teología cristiana, es decir, del cristianismo.

Yo no creo que ninguno de ellos esté dispuesto a asumir esta conclusión que he intentado derivar de la premisa aceptada (Punto 7) argumentativa y razonadamente, apoyándome en los textos. Y si la asumieran con claridad los tres autores, presumo que cualquier obispo del País Vasco –donde está enclavado Deusto-, o de cualquier otro sitio del orbe católico, les llamaría ciertamente la atención.

Y opino que no asumir la conclusión predicha acerca del fundador del cristianismo, podría ser si no una demostración –ya dijimnos en otra ocasión que en el ámbito de la discusión histórica es difícil demostrar; más bien se muestran esquemas interpretativos de los datos de los que disponemos- si al menos que una muestra de la verdad del aserto de Fernando Bermejo (citada por los tres autores del libro) de que “la investigación crítica sobre Jesús ha llegado hace tiempo a unas conclusiones incompatibles con la fe cristológica” (p. 243).

Parecería entonces que tiene razón F. Bermejo al afirmar:

“La pretensión de servir simultáneamente al Cristo de la fe y al Jesús de la historia es sólo posible si se reintroduce de rondón en éste último los avatares de aquél […] Al estudiar al Jesús histórico, los exegetas recurren al lenguaje científico, pero muchos no parecen poder liberarse de la necesidad de buscar en aquél la justificación de sus concepciones religiosas, incurriendo así en un discurso criptoteológico” (p. 98: “Historiografía…” I: RCatT 31 [2006]).


En síntesis, creo que el Punto 7 del consenso sobre Jesús, cuyo esquema de desarrollo he presentado sintéticamente, ofrece materia de amplio debate y ofrece la oportunidad de ver cómo y hasta qué punto puede llegarse a obtener las consecuencias que se deducen de supuestos históricos en los que se está de acuerdo.

Insisto en que nuestra discusión ha pretendido ser argumentativa y razonada, absolutamente alejada de cualquier tipo de animosidad personal; ha pretendido también no partir de a priori alguno. Recuerden los lectores que el inicio de la argumentación fue la idea de que la comunidad jerusalemita, la Iglsia madre de Jerusalén, no creía que Jesús fuese Dios; y lo intenté probar con un análisis de muy diversos textos (véase la primera entrega de esta comunicación, publicada el jueves pasado, día 12 de noviembre, al final).

El presente blog está absolutamente a disposición de los tres autores del libro “Qué se sabe… de Jesús de Nazaret”, para plantear una diálogo en el que queden absolutamente claras las posiciones de ambas partes. Yo estoy encantado de ofrecerles ‘hospitalidad electrónica’.

Cordiales saludos a todos, y un buen deseo de paz y armonía en la discusión meramente científica que animo a emprender.

Antonio Piñero
www.antoniopinero.com


…………..

Hoy, en el otro blog, “Cristianismo e Historia”, de la revista electrónica “Tendencias21” el tema de hoy es:

“Breve comentario al texto reconstruido de Corintios A; primer fragmento 1 Cor 6,1-16” (III).

Manera de llegar a este comunicación:

Pinchando en la página presente, arriba a la izquierda, donde hay un par de contactos o “links”. Uno de ellos es “Cristianismo e Historia”
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