Sobre la película “Ágora” de Amenábar (I) (95-01)

Hoy escribe Antonio Piñero



Varios lectores del blog, repetidas veces, me han pedido por medio del correo electrónico que manifieste mi opinión sobre esta película, en concreto el tratamiento dispensado a los cristianos en ella. Es quizá un tanto insólito, dada la tesitura de este blog, hacer crítica de cine, pero me parece que el tema en sí es interesante, por lo que voy a manifestar mi opinión de aficionado, como espectador de cine, por un lado, y por otro, como estudioso del cristianismo, aunque no sólo precisamente de la época representada en la película. Por ello, esta segunda opinión es también hasta cierto punto la de un aficionado.


Para ser crítico de cine hace falta tener ciertos conocimientos técnicos, de los que carezco. Adelanto, pues, que no soy competente como crítico cinematográfico. Pero en calidad de espectador, y en líneas generales me ha parecido una película muy digna, si no “supermagnífica”, sí sobresaliente: bien planteada, con una ejecución excelente en la difícil recreación del ambiente de la Alejandría de las postrimerías del siglo IV e inicios del V, una película nada sensiblera –podría el director haberse dejado llevar mucho más de lo que hace por el tema del interés amoroso; aquí es más bien cauto y precavido- y con diversos frentes intelectuales o mensajes que interesa transmitir al espectador.

El guión es altamente imaginativo pues los personajes están tratados con gran libertad, pero dentro de una notable verosimilitud histórica, para lo bueno y para lo malo. Como mi tesina de licenciatura en Filología Clásica versó sobre el “Dión” de Sinesio de Cirene, uno de los personajes de la película, al menos puedo opinar sobre la presentación de este personaje. Ciertamente, fue discípulo de Hipatia (no Hypatia; no transliteramos “hygiene”, sino “higiene”, etc.), junto con su hermano, en las fechas señaladas, 391 d.C. Guardó Sinesio por ella un enorme respeto; de entre las 156 cartas que se conservan de Sinesio, varias le están dirigidas y con gran afecto. Pero ciertamente no era cristiano en aquellos momentos, como da a entender la película. Ni lo fue nunca de una manera típica.

Sinesio se casó con una cristiana –fue el patriarca Teófilo de Alejandría, el antecesor de Cirilo, el que los casó-, pero probablemente no se bautizó ni siquiera en ese momento. Casi probablemente lo hizo cuando fue elegido por votación de los fieles obispo de Ptolemaida e inmediatamente antes de ser ordenado como tal. Guardó Sinesio, a pesar de ser obispo, una enorme libertad intelectual (antes era filósofo que cristiano), sin embargo, pues no consintió en aceptar el episcopado hasta que le permitieron expresamente seguir viviendo con su mujer (en la época los sacerdotes podían ser casados, pero los obispos, no). Incluso sostuvo en público posturas relativamente heterodoxas (como buen neoplatónico), como la preexistencia del alma antes de encarnarse en un cuerpo humano y la eternidad de la materia, es decir, el acto de la creación divina no fue “en el tiempo”, sino desde toda la eternidad. Por tanto Dios y materia coexisten desde siempre.

Por este motivo, quizá el papelón de “obispo ortodoxo” que desempeña Sinesio en la película haciendo arrodillarse al prefecto de la ciudad, Orestes, es posiblemente exagerado. Algo parecido diremos de la figura del patriarca de Alejandría Cirilo, en su momento.

Pero dicho esto, a saber la necesaria libertad con la que se trata a los personajes para que el guión no sea excesivamente serio y aburrido, sí puedo decir que cada una de los núcleos o escenas vitales de la película es en sí perfectamente verosímil y refleja bien el ambiente de la época. Diría que el guión “es infielmente fiel”, imaginativo pero muy pegado a la historia.

Sólo un detalle me ha resultado anacrónico. en la discusión previa al ataque judío, entre judíos y cristianos, hay una breve disputa teológica. En ella un rabino concluye afirmando no si cierto orgullo que Jesús era judío... Pues bien, esta afirmación en boca de un rabino a muy a finales del siglo IV me parece absolutamente inverosímil dado que para el judaísmo de esta época, que puede considerarse talmúdico, la figura de Jesús era execrable, no nombrable, como si no existiese: había muerto para el judaísmo orotodoxo. Pero aparte de este detalle, no recuerdo ninguna pieza de la película que pueda considerarse no verosímil.

Por ejemplo, no se habla de la quema de libros de la famosa Biblioteca de Alejandría, sino del asalto al Serapeum, el templo del dios greco-egipcio. Este hecho del asalto al Serapeum, y no como esperarían a priori algunos espectadores un ataque contra la famosa Biblioteca de Alejandría, puede llamar quizá la atención de algunos; la quema de la mayor parte de los libros de la biblioteca de este templo (no de la Biblioteca noc mayúsculas) en tiempos del patriarca cristiano Teófilo en el 391 d.C. es lo verdaderamente histórico.

En realidad no se sabe cómo acabó de hecho la famosa Biblioteca de Alejandría a lo largo del siglo III (no hay que echarle la culpa a la invasión árabe siglos después; ésta acabó con la Biblioteca de Cesarea ciertamente, pero no con la de Alejandría); Amenábar respeta este hecho. Así pues, debi inistir en que lo se destroza en la película no es la famosa Biblioteca por antonomasia, sino la del Serapeum, que puede quizá considerarse su sucesora en aquellos años. Como diremos más adelante, este hecho fanático, provocado por los cristianos, fue causado por un “pogrom” pagano previo anticristiano provocado por los adoradores de Sarapis y aprobado por algún que otro filósofo. Amenábar tiene buen cuidado de mostrar los antecedentes de la furia cristiana y de no cargar sin más contra los cristianos.

Me gustaría añadir que -quizás- la escena en la película de la quema de libros del Serapeum por parte de los cristianos en diversas hogueras en calles y plazas sea un guiño recordatorio de las notables quemas de libros judíos por parte de los nazis inmediatamente antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Seguiremos con el contenido de esta película 0en dos entregas más.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Www.antoniopinero.com
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