Vida y obras de Filón de Alejandría (I) (96-01)

Hoy escribe Antonio Piñero


Recordarán los lectores que el domingo pasado cerramos la serie sobre "Jesús y la apocalíptica" y que el martes, también inmediatamente pasado, hemos presentado el volumen V (tomo II de los aparecidos) de la edición completa en castellano de Filón de Alejandría. Como complemento a este comentario, deseo ahora, en dos o tres postales, presentar a los lectores un breve resumen de la vida y obras de Filón que sirva de enmarque.

No se trata, sin embargo, de una síntesis de la excelente “Introducción general” que hace el editor, José Pablo Martín, al volumen I de las Obras completas de Filón (que ya comenté en este blog), sino que tomaré los datos de una publicación mía anterior, titulada Literatura judía de época helenística en lengua griega, Editorial Síntesis, Madrid, 2006, 300 pp. -corresponden a Filón las pp. 123-131-, en la que trato con brevedad toda la literatura judía en lengua griega anterior al Nuevo Testamento (últimos estratos en griego del Antiguo Testamento, la traducción de los LXX, los Apócrifos del Antiguo Testamento en lengua griega, los fragmentos de obras literarias judeohelenísticas perdidas, más Filón y Flavio Josefo). Finalmente hay una breve introducción literaria al Nuevo Testamento mismo, como obra judía en griego del siglo I.

Como he afirmado repetidas veces, Filón de Alejandría es probablemente, tanto desde el punto de vista filosófico / teológico como literario, el autor judío helenístico que más ha influido en la civilización religiosa occidental, después de Flavio Josefo. Este filósofo alejandrino, que murió unos veinte años después de Jesús de Nazaret, fue el escritor más sabio y prolífico del judaísmo en la época en torno al Nazareno.

1. Bosquejo de un Vida de Filón

Nació en torno al 15 a.C. en Alejandría, dentro de una familia judía muy helenizada. Fue educado a la usanza griega, y como sus padres eran acomodados, estuvo al cuidado de los mejores maestros. Conocía muy bien la lengua, la historia y la filosofía griegas, y su educación literaria no iba a la zaga de sus contemporáneos paganos, pues citaba sin esfuerzo a poetas, trágicos y filósofos. Así pues, como puede deducirse también de un par de datos expresos de su propia obra (Sobre las leyes particulares, II 230), Filón había sido educado como un joven rico griego: escuela primaria en gramática y literatura básica, efebía y educación superior en literatura, aritmética, geometría, música, filosofía, retórica y astronomía (Acerca de la unión con los estudios preliminares, 11). Homero, Hesíodo y sobre todo Platón eran para él lecturas frecuentes.


De su formación judía poco se sabe, sin embargo: debió de estar bien formado en materias de religión, pero de la lengua hebrea conocía sólo algunas palabras y expresiones, así que debió de aprender su Biblia ya traducida al griego. Gracias al culto frecuente de la sinagoga estaba familiarizado con la liturgia, los métodos de exégesis y con la apologética judeohelenística. Sin duda alguna, su Biblia griega, los LXX, era su lectura obligatoria y habitual, hasta sabérsela de memoria.

De la densa niebla que se cierne sobre su existencia destacan los años 37-41 d.C. La comunidad judía de Alejandría, su lugar de residencia, llevaba un cierto tiempo expuesta a los ataques antijudíos de elementos destacados de la población pagana. Los motivos eran los que se han ido repitiendo a lo largo de la historia: los judíos formaban una comunidad rica y controlaban parte de las finanzas; vivían como apartados en su barrio particular dentro de Alejandría, se gobernaban por sus propias leyes, no participaban de la vida religiosa común ni del culto al Emperador; formaban, pues una comunidad no del todo asimilada y un tanto extraña y anómala.

En tiempos de Avilio Flaco, gobernador romano de Egipto qa principios del siglo I, que veía a los judíos con mucho recelo, vivió esta comunidad momentos de pánico. Los judíos se negaron a adorar las imágenes cultuales del emperador divinizado, por lo que el gobernador los entregó a la cólera del populacho.

Ello provocó episodios sangrientos descritos por Filón en sus obras Contra Flaco y Embajada a Gayo (Calígula). Como personaje importante y culto de la comunidad alejandrina, Filón fue enviado a Roma para explicar la situación ante el tribunal del Emperador e interceder por los judíos. Como indicamos en la presentación de estos tratados, Calígula apenas le hizo caso, y no prestó oídos a ninguna de sus peticiones. Luego, con su sucesor Claudio (Calígula murió asesinado; 41-54 d.C.), los judíos lograron que algunas de sus exigencias fueran escuchadas.

No se sabe con exactitud la fecha de su muerte; probablemente en torno al 50 d.C. La época de la madurez avanzada de Filón coincide más o menos con los años dibujados por los Hechos de los apóstoles.

La vida intelectual de la comunidad judía de Alejandría debía de ser muy buena, por lo menos para los ricos. Como hemos indicado, sabemos que los judíos vivían en un barrio aparte de la ciudad, y que eran más de cien mil (se calcula que la población de Alejandría en la época era de unos 600.000; a este propósito observaremos que la maqueta y decorados de la película “Ágora” la hacen parecer más pequeña de lo que era en realidad). Conocemos la existencia de una biblioteca judía en lengua griega con centenares de volúmenes, de la que Filón debió de aprovecharse.

A este propósito diré también que -a pesar del texto de Amiano Marcelino aparentemente en contra-, es sumamente improbable que el Serapeum, que ya brillaba intelectualmente hacia los años 60-70 d.c. -cuando se supone que la primera comunidad judeocristiana fue fundada (la tradición dice que por el evangelista Juan Marcos; probablemente por comerciantes sirios cristianos)y se asentó cerca del Serapeum- no tuviera una buena biblioteca en el 391d.C., fecha del asalto de los cristianos; una biblioteca muy pequeña desde luego en comparación con el número de volúmenes albergado por la Gran Biblioteca alejandrina en sus momentos de esplendor (época de Julio César).

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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