El método hermenéutico filoniano. Vida y obras de Filón (IV) (96-04)

Hoy escribe Antonio Piñero


Como se ha indicado ya, el sistema interpretativo de Filón no forma un cuerpo de doctrina consistente, aunque parte, en verdad, de unos presupuestos muy claros.

Éstos son:

• La Sagrada Escritura está divinamente inspirada;

• En concreto el Pentateuco fue escrito por el profeta Moisés;

• El texto sacro posee varios sentidos. No siempre, ni mucho menos, el sentido literal será el más interesante. Hay pasajes, sin embargo, que deben tomarse al pie de la letra, como los Diez Mandamientos, o las leyes de pureza ritual o alimentaria.

• El que estudia la Ley con devoción será iluminado por el Espíritu y alcanzará tarde o temprano una intelección suficiente de ella.

Filón sostiene que la Escritura no puede decir banalidades y que no es lógico que cuente historias poco creíbles o míticas. Si, en apariencia, éstas ocurren, hay que explicarlas.

Así, por ejemplo,

• La creación no pudo tener lugar realmente en “seis días”, sencillamente porque los días se cuentan con el sol y éste astro es un objeto mismo de la creación (Alegoría de las leyes I 2).

• Tampoco es admisible al pie de la letra que Eva haya sido creada de la costilla de Adán: (Alegoría de las leyes II 19). El lector ha de pensar que en tales casos debe buscarse otro sentido, oculto, espiritual y profundo.

Para Filón ese sentido coincide de uno u otro modo con lo mejor y más espiritual de la filosofía griega, en especial de la platónica y la estoica, y el lector bien preparado lo hallará iluminado por el Espíritu.

Filón parece haber estudiado los sistemas más importantes de la filosofía griega y haber tomado de ellos todo aquello que le parecía ser compatible con el espíritu del judaísmo y su ley moral.

Así:

• De los pitagóricos acepta y desarrolla la importancia simbólica de ciertos números (en especial 4, 6, 7 y 10).

• De Aristóteles recibe la distinción entre diversas causas (formal, material, final, etc.) y la doctrina de las virtudes como posición media entre los extremos.

• Del estoicismo toma Filón su doctrina sobre las pasiones en el hombre; las siete clases de funciones de los órganos corpóreos; la división de las cosas materiales en cuatro clases: materia orgánica, las plantas, los animales y el hombre; el elevado sentido de lo ético como lo mejor de la filosofía; la exaltación de la libertad frente a las pasiones (gr. apátheia; esp. “apatía”); el deber de vivir conforme a la razón; la idea, también socrática, de que lo bueno coincide con lo bello; el concepto de sabio y su libertad.

Su amplio acuerdo con los estoicos no le impide disentir profundamente con aquellas partes del sistema que eran inasimilables por un judío piadoso: el materialismo estoico fundamental, su panteísmo (el conjunto total del universo es la divinidad) y la idea de que el sabio es un ser autónomo, dependiente en absoluto de sí mismo, que busca acomodarse a la razón universal que controla el universo.

Por el contrario, el sabio filoniano es profundamente “heterónomo”, es decir, basa su sabiduría en una ley de fuera, distinta a la suya propia, una ley fundamentada no en el universo y la Razón (Logos) que todo lo gobierna, sino en la existencia de un Dios personal, espiritual, individual, del que manan todos los bienes, y en la Ley por él otorgada.

El platonismo es el sistema filosófico que proporciona a Filón mayor material especulativo. De él recibe por supuesto la teoría fundamental de la existencia de un mundo de ideas, que es la base formal del universo material, y la creación del mundo no directamente por Dios, sino a través de entidades que protegen su trascendencia. Esta trascendencia absoluta de la divinidad, igual a la de las Ideas, se salva en Filón por medio del Logos, o Razón divina, que actúa de intermediario y guarda las distancias entre lo absolutamente Otro y la finitud humana. Sin embargo, de ese Logos participan los humanos.

También acepta del platonismo la antropología dualista, es decir, el hombre compuesto de alma y cuerpo, la inmortalidad del alma, y el desprendimiento necesario de todo lo material para alcanzar lo espiritual y divino. La concepción de Dios va unida con el deseo de unirse con el pensamiento divino. Este platonismo debidamente espiritualizado es la base, pues, del misticismo o unión con lo divino, al que tiende en último término la interpretación filoniana de las Escrituras.

El modo práctico y usual de proceder de Filón es comentar punto por punto los vocablos y expresiones interesantes de un texto determinado, exponiendo su sentido profundo, religioso y filosófico o alegórico que él mismo descubre o, en pocos casos, recibe por tradición.

En el tercer bloque de obras este comentario se hace especialmente denso y alambicado. Normalmente el pasaje en cuestión (del Génesis) que Filón comenta será ilustrado con la aportación de otro u otros textos del Pentateuco que contengan vocablos, expresiones o conceptos análogos al primero, y por cualquier otra referencia bíblica que pueda servir de aclaración. De este modo, el estudio de un concepto puede llevar a otro, y a otro, y a otros formando un rosario o sarta de ideas que el autor estima interesantes.

A veces el resultado pedagógico para el lector es comprometido, denso y difícil, pues el entramado de unas ideas que se engarzan con otras conduce a un dédalo de conceptos, significados y alusiones que puede acabar por confundirlo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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