Para comprender la escatología cristiana. Un libro de Juan José Tamayo (123)



Hoy escribe Antonio Piñero


Comento hoy un libro, ya añejo, de 1993, pero que tiene un carácter e indicio de mucha actualidad, ya que en el año pasado salió la 3ª edición. Su título es el mismo que encabeza esta postal. Es éste –en opinión de muchos lectores- la mejor obra de Juan José Tamayo, su autor, un hombre prolífico que ha publicado, si no me equivoco, más de cincuenta libros. He aquí su datos:

Juan José Tamayo Acosta, Para comprender la escatología cristiana. Editorial Verbo Divino, Estella, 3ª ed. 2008, 327 pp. a dos columnas, ISBN: 84-7151-903-8.


Como afirma el autor, el libro responde el desafío, ya clásico, lanzado por Albert Camus en su Sísifo:

“Sí. El ser humano es su propio fin y su único fin es en esta vida. Mi reino es de este mundo”.



Tamayo responde, en primer lugar, por una aceptación del reto. Efectivamente el reino de Dios no es sólo interno, individual, atemporal, espiritualista, sino que tiene un componente esencial de realización y plenitud en este mundo.

Para fundar esta tesis, sólo en parte contraria a la de Camus, Tamayo comienza por una clarificación del concepto de “escatología”: qué entendemos hoy por lo que antiguamente se denominaba con el latinismo los “novísimos”, es decir, lo que ocurrirá en las últimas horas del mundo, y de cada ser humano. ¿Termina todo en el “reino de este mundo”? ¿Hay otro “reino”? ¿Qué esperanza hay para un futuro después de la muerte? y dentro del cristianismo, ¿en qué se basan tales esperanzas?

Responde el autor examinado las bases bíblico-revelatorias de la esperanza cristiana por medio de un estudio histórico y filológico de cómo se han ido formando en el tiempo las ideas centrales de la concepción cristiana de un futuro, tanto en este mundo como más allá de la muerte.

Un inciso: cada capítulo del libro, amplio, está estructurado en dos partes: una de discusión y presentación ideológico-histórica, con las reflexiones y conclusiones pertinentes, y una segunda, separada de la primera por una barra, de oferta selectiva de textos de autores renombrados que han tratado el tema de cada sección o capítulo. Se tiene así no sólo una exposición y reflexión personal, de Tamayo, sino también una “antología” de textos selectos. Finalmente por secciones, el autor ofrece abundante bibliografía.

Tamayo examina, breve, densa, pero claramente, “el despertar de la conciencia escatológica en el Antiguo Testamento”, el “mesianismo” y escatología en ese mismo corpus, en la apocalíptica judía tanto anterior como en el entorno de los inicios del cristianismo: sus concepciones de “vida, muerte y resurrección”; las expectativas mesiánicas en tiempos de Jesús y finalmente las ideas sobre este tema (reino presente, futuro-más allá) en el Nazareno y sus primeros seguidores.

Para lo que interesa más en este blog de historia e ideología del cristianismo primitivo son muy atractivos los capítulos y secciones dedicados al reino de Dios (“Unidad de trascendencia e historia”), a su dialéctica esencial de presente y también futuro, al mesianismo de Jesús y a la evolución histórica de los conceptos de “escatología” y “reino de Dios”.

Como desde tiempos de Pablo de Tarso ha habido en el cristianismo una "desescatologización" del pensamiento de Jesús, la insistencia de Tamayo en el reino de Dios “aquí y ahora” me parecen muy interesantes porque siempre tienden a olvidarse (es más cómodo olvidarlas) por mucho que surjan voces que lo recuerden. En esta línea el autor procura precisar el pensamiento del Nazareno en sus aspectos materiales de “realización” del ser humano en la tierra –que no lo deja todo resignadamente para una perfección ideal sólo alcanzable en un mundo futuro-, su insistencia en el “evangelio predicado a los pobres”, la inversión de valores que aporta la proclamación de este reino y sus tremendas consecuencias sociopolíticas en su presente y en el nuestro.

En este ámbito de la fundamentación histórica-filológica de su reflexión posterior Tamayo tiene que proceder necesariamente a base de síntesis de autores calificados, por el paso del tiempo, que han tratado el tema. Así en caso del “Reino de Dios unidad e trascendencia e historia” exposición y crítica de W. Kasper, R. Schnackenburg, R. Bultmann, E. Schillebeeckx, J. Jermias; J. Becker, M. Hengel, Schüssler-Fiorenza, Bloch, S.G.F.Brandon, Puente Ojea, etc.

Y aquí encuentro una dificultad en la exposición de Tamayo, a saber, que se deslicen ciertos tópicos e ideas “firmemente asentadas”, pero que hoy día pueden considerarse ya como definitivamente “míticas”, o “mitos de la historiografía del siglo XX” que conviene revisar de nuevo a fondo.

Aparte de la discusión de Lc 17, 20 + Mt 12,28 y sobre todo Lc 17,21 (“el reino de Dios está en medio de vosotros”, cuya traducción exacta es muy difícil) y el contraste de este texto con otros en los que se afirma que el Reino de Dios es esencialmente futuro, aunque en primer lugar en esta tierra, por ejemplo Mc 1,15; Mc 11, 9-10; Lc 10,9 -discusión que no aparece en el libro que comentamos- voy a poner un ejemplo que me atañe especialmente por haberlo estudiado a fondo: el tema “Jesús y las mujeres”.

Creo que Tamayo debería revisar hoy, para una cuarta edición de su obra, ciertos tópicos –que ciertamente han sido estudiados después de que apareciera su libro- tales como “la pésima situación de la mujer y el cambio llevado a cabo por Jesús” (p. 126), “la actitud de Jesús hacia las mujeres que puede calificarse de revolucionaria” o el “movimiento igualitario de Jesús”, analizados a fondo por José Ramón Esquinas, en Jesús de Nazaret y su relación con la mujer. Una aproximación desde el estudio de género a partir de los Evangelio sinópticos, Vigo, Editorial Academia del Hispanismo, 2007; Kathleen Corley, Women and the historical Jesus. Feminist Myhts of Christian Origins (“Las mujeres y el Jesús histórico. Mitos feministas sobre los orígenes cristianos”), Santa Rosa, USA, Polebridge Press, 2002, y Antonio Piñero, Jesús y las mujeres, Aguilar, Madrid 2008.

Salvados estos y algunos otros pequeños escollos, el libro de Tamayo en su conjunto es magnífico por la plenitud de información y reflexiones que ofrece. El autor afirma que su obra no pretende “ser un libro de texto”, pero a la verdad contiene tal cantidad de análisis de autores y perspectivas de todas las épocas que bien podría considerarse así.

En efecto, Tamayo dedica una atención especial a la evolución del pensamiento escatológico y de su conciencia en la historia del cristianismo desde sus orígenes hasta la secularización de la escatología en las utopías de nuestro tiempo. Partiendo del punto de vista de que el pensamiento escatológico dentro del cristianismo no es estático, sino que se va enriqueciendo, llega Tamayo al siglo XX, especialmente creativo en la temática que comentamos, de modo que el autor lo califica como “El siglo de la escatología”. E. Schweitzer, Karl Barth, Rudolf Bultmann reciben por ello una tención particular. Del mismo modo se aclaran especialmente bien las bases de la teología política, de la esperanza y los de la teología de la liberación.

Aquí deseo destacar que aun siendo Tamayo un prominente “teólogo de la liberación”, no se decanta por ofrecer al lector páginas y páginas de su posible tema preferido. No es así, sino que ofrece una visión de conjunto. Por ejemplo, la teología de la liberación, tratada de un modo específico (“Esperanza cristiana y praxis de liberación”) no se aborda más que en el capítulo 11 (pp. 308-313). Por consiguiente, no piense el lector que va recibir un especial adoctrinamiento, sino ante todo una vista global, desde arriba, de todas la perspectivas, en una síntesis ponderada y madurada. Naturalmente, por ello se tocan todos los temas de la escatología clásica: muerte, resurrección, cielo, infierno y purgatorio.

Por último: deseo destacar también que el aspecto filosófico de la reflexión sobre el sentido de la vida, la muerte y el más allá está muy presente en este trabajo, y no “como una convidada de piedra o adorno suntuario de la faena”, sino como elemento fundamental de la posterior reflexión teológica sobre los datos recabados de la historia.

Y concluyo este breve comentario con unas líneas del propio Tamayo al final de su “Prólogo”:

Soy deudor de muchos maestros que han guiado a distancia o de cerca mi pensamiento en esta obra. Sin ellos este libro estaría definitivamente en el mundo de los posibles. Pero los maestros por excelencia, que aparecen al mismo tiempo como mis interlocutores privilegiados, son Bloch en filosofía y Moltmann en la teología. A ellos les debemos las aportaciones más revolucionarias en escatología cristiana. Bajo su guía vuelven de nuevo a articularse las dos preguntas kantianas largo tiempo disociadas, que trato de reformular y armonizar: ‘¿Qué debo hacer?’ y ‘¿Qué me cabe esperar?’. Éste es el horizonte global que mueve este libro”.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
Volver arriba