¿Es tendencioso y sesgado el Evangelio de Marcos? (IV) (112-04)

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con el análisis del Evangelio según Marcos desde la intención de percibir cómo se pintan las relaciones de Jesús con su pueblo y con sus dirigentes para percibir cómo era el opunto de vista del evangelista. Dijimos que Marcos apunta continuamente hacia la mala fe por parte de los jefes de los judíos y lo irreconciliable de Jesús con su propia religión y con su pueblo.

Así ocurre también cuando en el mismo capítulo 2 del Evangelio, después de la curación del leproso y del paralítico en Cafarnaún, los “escribas de los fariseos” critican a Jesús por “comer con publicanos y pecadores”. Jesús defiende a sus discípulos, que rompen la tradición judía de esa época de ayunar uno o dos días por semana. La razón es: que el “novio” (mesías), Jesús, está con ellos y es tiempo de alegría; por eso se rompe la tradición.
Luego el evangelista presenta a Jesús dando su opinión sobre esas tradiciones, del modo siguiente:

“Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos” (Mc 2,21-22),


pero el lector, por el contexto presentado anteriormente en el Evangelio de enfrentamiento entre los jefes judíos y Jesús, y porque leía este evangelio probablemente en Roma y después del final de la Gran Guerra judía, entiende algo más: la discusión no afecta sólo a esa mers tradiciones internas sino a la religión y religiosidad judía enteras.

Lo que se transmite al lector es: la tentativa de los seguidores más directos de Jesús, la comunidad de Jerusalén, de unir una interpretación cristiana del mesías con el judaísmo tradicional no es aceptable; y no sólo porque el judaísmo en sí estuviera en esos momentos mal visto, sino sobre todo porque –según la perspectiva de Marcos- el mismo Jesús sostenía que no era así: "no se podía echar el vino nuevo (su doctrina y, consecuentemente, la cristiana) en odres viejos. No era posible en un paño viejo coser un remiendo de paño nuevo y fuerte".

La discusión que sigue inmediatamente en el mismo capítulo 2, sobre la observancia del sábado, es típicamente presentada también como producto del enfrentamiento con los jefes del pueblo, y de la indiferencia religiosa de Jesús por las costumbres judías de su pueblo:

“Le decían los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?» El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?» Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado” (Mc 2,24-28).


Los intérpretes de Jesús, judíos del siglo XX, coinciden todos en la misma exégesis: el texto si se lee con ojos que van más a fondo de la mera presentación superficial, ofrece un Jesús fariseo en una disquisición puramente rabínica: si se presenta una ocasión a la que se aplican dos leyes opuestas (aquí el deber de conservar la vida, de la sólo dispone Dios y la obligación de guardar el sábado), ¿cuál de las dos hay que aplicar?

Naturalmente, la primera. Lo cual no significa despreciar la segunda. Y eso es lo que hace Jesús; es lo que permite a sus discípulos -probablemente en un contexto difícil, ya sea por su actividad de predicación itinerante, sin comida a mano, ya porque estuvieran esquivando a los secuaces de Herodes Antipas, que vigilaban a Jesús- seguir conservando la vida..., aunque arrancar espigas sea en sí un trabajo, prohibido en otras circunstancias en sábado. Priva, pues, la norma de conservar la vida. Insisto: ello no significa quebrantar el sábado ni sustituir la norma sobre él. ¿Pero es ésta la impresión que obtiene el lector?

Y segundo. La frase “el hijo del hombre” se refiere en este pasaje sin duda a Jesús en primer lugar y luego, con una significación general, a todo ser humano. En general los críticos estiman que este pasaje es auténtico; pertenece al Jesús de la historia. Pero “Hijo del Hombre” no es un título mesiánico aún para Jesús, sino una afirmación de modestia, por un lado, de indicación de sí mismo evitando el "yo", y a la vez de sentido universal, en cuanto que al precepto del sábado que afecta a todo judío que es también un "hijo del hombre" = ser humano.

Sin embargo, es bien sabido que el Evangelio de Marcos presenta a Jesús utilizando el sintagma “Hijo del Hombre” como un título mesiánico…, y sobre todo como si Jesús, como tal mesías, dispusiese de la ley del sábado, a la que parece abrogar lisa y llanamente para los ojos del lector normal; así justifica ya el Jesús de Marcos, desde ese momento e su vida terrena, el paso a una nueva norma: el sábado quedará suprimido para los cristianos y será sustituido por el domingo, ni con mucho tan estricto y puntilloso en sus normas de cumplimiento como el oneroso sábado judío.

Como se ve, esta impresión que obtiene el lector de Marcos es muy distinta y distante de lo que parecer ser que fue la mentalidad religiosa del Jesús histórico. Hay, pues, una presentación de Jesús según una “tendencia”: ofrecer al lector un Jesús que se desentiende de las normas y reforma tanto el judaísmo de su tiempo, de modo que puede decirse que lo hace saltar en pedazos.


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e historia” de la revista “Tendencias21” el tema es el siguiente:

“¿Qué quiere decir 'magos' en el Evangleio de Mateo?”

Saludos de nuevo.
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